10 de abril 2019. De todos los pecados, “la soberbia es la
actitud más negativa para la vida cristiana”, advirtió el Papa Francisco
durante la Audiencia General celebrada este miércoles en la Plaza de San Pedro
del Vaticano. En su catequesis, pronunciada bajo una intensa lluvia que no
asustó a las decenas de miles de personas que llenaban la Plaza, el Santo Padre
llamó la atención sobre “la primera verdad de toda oración: aunque fuésemos
personas perfectas, santos cristalinos que no se desvían nunca de una vida de
bien, siempre seremos hijos que se lo deben todo al padre”. En ese sentido,
explicó el Papa, se debe interpretar la petición que se realiza en el Padre
Nuestro: “Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros
deudores”. Las deudas, es decir, “los pecados, las cosas malas que hace”,
matizó.
Por ese motivo, “la
actitud más peligrosa de toda vida cristiana es el orgullo. Es la actitud
de quien se pone delante de Dios pensando siempre que tiene en orden todas las
cuentas con Él. El orgulloso piensa que
todo está bien”. “La gente que se cree perfecta, la gente que critica a los
demás, es gente orgullosa. Ninguno de
nosotros es perfecto, ninguno”. Por el contrario, “hay pecados que se ven y
pecados que no se ven. Hay pecados enormes que hacen mucho ruido, pero también
hay pecados sutiles que anidan en el corazón sin que ni siquiera nos demos
cuentas”. El peor de esos pecados es la
soberbia, “que incluso puede contagiar a aquellas personas que viven una
intensa vida religiosa”. La soberbia “es el pecado que divide la fraternidad,
que nos hace presumir de ser mejores que los demás, que nos hace creer que somos parecidos a Dios”.
Y, sin embargo, “delante de Dios todos somos pecadores”.
Pero, sobre todo, “somos deudores porque, en esta vida, hemos recibido mucho:
la existencia, un padre y una madre, la amistad, las maravillas de la creación…
Incluso si todos pasásemos por días difíciles, siempre debemos recordar que la
vida es una gracia”. En segundo lugar, “somos deudores también porque, incluso
si conseguimos amar, ninguno de nosotros es capaz de hacerlo únicamente con sus
fuerzas. Ninguno de nosotros brilla con
luz propia”.
“Si amas es porque alguien, alguien externo a ti, te ha
sonreído cuando eras un niño, enseñándote a responder con una sonrisa. Si amas
es porque alguien a tu lado te ha despertado al amor, haciéndote comprender
cómo reside en ella el sentido de la existencia”. El Papa concluyó: “Amamos,
sobre todo, porque hemos sido amados; perdonamos, porque hemos sido perdonados.
Y si alguno no ha sido iluminado por la luz del sol, se vuelve gélido como la
tierra en invierno”. Fuente: Aciprensa. Redacción.