3 de abril 2019. Monseñor. Omar de Jesús Mejía Giraldo - “La
política es vocación de servicio”, sentenció el Santo Padre muy recientemente,
el pasado 4 de marzo de 2019, en reunión de la Pontificia Comisión para América
Latina; un espacio en donde, de la mano de algunas universidades de
Latinoamérica, se viene liderando formación en Doctrina Social de la Iglesia.
Esta formación se dirige fundamentalmente a jóvenes que
quieran, mediante la profundización del conocimiento, amar de verdad nuestra
Doctrina Social de la Iglesia, como un camino objetivo que brinde claridad,
seguridad, inspiración, y, a través del cual se formen como legítimos
dirigentes políticos, que se preocupan por el bien común antes que por el bien
particular; y que por sobre todo, no estén pensando simplemente en enriquecerse
durante su período de administración.
El Santo Padre dice: “No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social”. Éste
debería ser el principio fundamental de quien pretende aspirar a ser “servidor
publico”. Presten atención a esto: “servidor público”, no servidor de mis
intereses, ni tampoco los intereses de mi familia, grupo, partido, barrio,
sector, vereda o determinada institución.
Tengamos todos en cuenta que, con las mismas actitudes con las que se
desarrolla la campaña, de cercanía, amistad, desprendimiento, tiempo disponible
para los demás, afecto, esas mismas actitudes deben caracterizar a quien ya
tiene bajo su poder la administración de lo público; desde luego, con el debido
orden y disciplina que exige administrar
personas, comunidades y bienes; pero sin perder la humanidad, sin esconderse a
las necesidades de la gente. Dicho de otra manera, que el mandatario sea la
misma persona que elegimos al término de su campaña.
El interés máximo de un gobernante debe ser construir una sociedad en paz. Desde la
fe, la paz es un don de Dios; pero desde lo humano, como dice Francisco: “La
paz es una construcción artesanal”. Es decir, se debe armar entre todos, sin
distinción de credo, raza, clase social, pensamiento, ideología… Desde que el
candidato a ser “servidor público” empieza su campaña debe ser un artesano de la paz. Es mentalmente imposible entender
que alguien prometa estrategias de paz en su probable futura administración, si
desde ahora no está propiciando encuentros de amistad con quiénes, igual que
él, están en campaña y poseen la misma posibilidad de ser gobernantes.
Es imposible que un candidato sea artesano de la paz, si ya,
desde el inicio de su campaña, propicia, impulsa, posibilita, paga o es
promotor de insultos, descréditos, chismes, o maltratos a sus “contrincantes”
(compañeros de campaña). El candidato
honesto, transparente, libre, preparado…, alumbra y brilla con luz propia,
y no pretende alumbrar con las debilidades del otro.
Leamos textualmente al
Santo Padre:
“La política no es el mero arte de administrar el poder, los
recursos o las crisis. La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia
y acción organizada. La política es
vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la
generación de bien común. Solo de este modo la política colabora a que el
pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las así llamadas
“clases dirigentes” crean que ellas son quienes pueden dirimirlo todo… Hacer
política no puede reducirse a técnicas y recursos humanos y capacidad de
diálogo y persuasión; esto no sirve solo. El político está en medio de su
pueblo y colabora con este medio u otros a que el pueblo que es soberano sea el
protagonista de su historia”.
Quisiera decirles a los candidatos que empiezan a salir a la
luz pública aspirando a ser servidores públicos, en mi pobre opinión, que no
deben hacer “campañas populistas”. No
prometan lo que saben desde ya que es imposible cumplir; no nos creen
expectativas falsas, porque estas desengañan muchísimo al pueblo, y hacen que
se pierda credibilidad en el poder público de nuestra nación, de nuestra
región, de nuestra localidad.
Recuerden que deben
estar preparados para ejercer competentemente el cargo al cual aspiran. El
primer acto de corrupción de un servidor público es aspirar al ejercicio de un
cargo para el que no está justamente preparado.
Insisto, no hagan muchas promesas. Prometan solamente:
administraré con honestidad, honradez, responsabilidad y respeto los bienes de
la institución que me propongo gobernar. Cuidaré de las buenas relaciones entre
servidores públicos, de tal manera que todos caminemos para el mismo lado. Y,
mantendré los mismos ideales y criterios, asegurando cordialidad y
disponibilidad para ser cabalmente lo que he prometido ser: “Un servidor
público”.
Estimados amigos(as), a problemas humanos, soluciones
humanas. No crean que todo se soluciona con cámaras, motos, carros, cemento,
muros, torres de control, computadores…, no. Es urgente en el Caquetá, en
Florencia y en todos nuestros municipios, empezar una campaña de educación en
“cultura ciudadana”. En el Caquetá cada
municipio necesita urgentemente unidad y disponibilidad entre todos para
seguir construyendo cultura con identidad propia.
Somos Amazonía, y como tal, es necesario que entre todos,
pero sobre todo, a partir de los administradores de lo público, amemos nuestra
tierra. Que construyamos desde el amor
por lo nuestro y no desde las rivalidades, las envidias y las confrontaciones.
Seamos diferentes, ¡qué bueno!, pero desde esa misma diferencia, busquemos lo
que finalmente nos une a todos. En lo básico que es lo humano, todos debemos
entendernos. ¡Unidos somos más!
Querido candidato (a), hoy usted representa a un partido
político, pero no olvide, querido amigo (a), que mañana será el “servidor
público” de todos. Como gobernante no puede pensar en cosa diferente a la
búsqueda del bien común.
Por favor, hermanos, piensen
en grande, no se limiten a soñar de hoy para mañana. El gobernante tiene
que ser un hombre visionario. “Vale la pena soñar”. El gobernante debe
administrar de casa y con visión de futuro, con apertura al diálogo y pensando
en la fraternidad humana. Si no hay fraternidad en la comunidad, se podrán
hacer muchas cosas, pero terminan siendo esfuerzos inocuos, sin sentido y de
muy poco alcance. Es la fraternidad humana la que genera credibilidad y hace
que las obras materiales se valoren y cuiden. Si el “servidor público” no
genera empatía con su comunidad puede hacer mucho, pero no logra nada. Si no hay empatía, no hay apoyo.
Recuerde querido amigo (a), que mañana sin crear suficiente empatía con su
pueblo, será muy difícil que lo gobierne; porque no encontrará disponibilidad
en su comunidad para aceptar sus propuestas, y menos aún, disposición hacia sus
normas o sus leyes.
Ánimo. Si es posible. El Caquetá es el origen de cosas muy
buenas, la gente es trabajadora, emprendedora, generosa, honesta, creativa…;
queremos salir adelante necesitamos de su liderazgo, de su capacidad de
gestión, pero por sobre todo, necesitamos de su honestidad para hacer que lo
poco o lo mucho que se administre, llegue a donde tiene que llegar y no se
quede en círculos cerrados y en amigotes de turno, que hoy le hacen cohorte a
sus intereses, solo porque ejerce el poder; mañana lo dejarán sólo,
defendiéndose de las seguras acusaciones en su contra.
Ánimo, si se puede
ser honesto. Educar, educar…, es la tarea. Después de la segunda guerra
mundial, los americanos le ofrecieron ayuda a Alemania y ellos respondieron:
“Ayúdennos a reconstruir al hombre, que luego todos nosotros juntos
reconstruiremos el país”. La tarea es reconstruir el tejido social, la familia,
la fraternidad común, la unidad en las veredas, sectores, barrios… La meta debe ser apostarle a la formación
integral de los niños, adolescentes, jóvenes, en ellos reposa maleable el
futuro de nuestra nación, departamento, municipios; ellos serán los servidores
públicos muy pronto, ayudémosles a descubrirse a sí mismos, a encontrar todo el
potencial de liderazgo implícito en su ser. Por favor, inviertan bien los
recursos destinados a la educación y a los programas de bienestar humano.
Piensen en la sabiduría de los ancianos y de la gente
madura. Ténganlos en cuenta. Ellos son la memoria histórica viviente, cuiden de
ellos como un don preciado a los que deben escuchar con atención para que
iluminen el camino a seguir. La
experiencia no se improvisa, no es fortuita, no se construye sola; ella es
un bien que se adquiere como consecuencia de las luchas y los sufrimientos
durante el inexorable pasar del tiempo. La política es vocación de servicio.
Es urgente querer la ciudad y hacer que todos la queramos.
Hagamos que desde los niños hasta los más adultos nos sintamos identificados
con las virtudes fundamentales de la ciudad: Tolerancia, autodominio,
urbanidad, sociabilidad (Fray Nelson Medina). La ciudad no es estática, toda
ciudad es dinámica, porque la constituimos seres humanos que estamos en
continúa evolución. Hagamos memoria histórica de nuestra amada ciudad, juntos
disfrutemos el presente y soñemos el futuro. Querido candidato, mañana cuando
sea nuestro gobernante, tenga en cuenta a todos, para soñar unidos por una
ciudad acogedora y soñadora. Todos podemos aportar a su gobierno si usted se
abre a escuchar a su pueblo. Caminemos juntos. El futuro está en las manos, en
el corazón y en la mente de todos. Su usted se aísla, se queda sólo y será más
proclive al error, déjese ayudar. Juntos podemos llegar más lejos. La política
es vocación de servicio. + Omar de Jesús Mejía Giraldo. Obispo de Florencia.
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia.