13 de septiembre 2019. “El exceso de confianza en uno mismo,
produce la soberbia”. Dice el santo Evangelio: “En aquel tiempo, Jesús propuso
a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No
caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero
cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga
que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame
quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en
el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces
podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Palabra del Señor.
(Lucas 6,39-42).
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Cuánto mal hace en el mundo el exceso de confianza en uno mismo! Detrás de ello no se esconde otra
cosa que la soberbia. El cristiano está llamado a poner sus esperanzas sólo en
Dios. Es Él nuestra fuerza, el centro de nuestra existencia y, al mismo tiempo,
quien nos empuja a salir de nosotros mismos al encuentro con el otro.
Ante ello, humildad. Es esta virtud la que nos permite no
solamente dar a Dios el lugar que por derecho le corresponde, sino también
reconocer en los demás a los hijos de Dios que comparten con nosotros el camino
de regreso a la casa del Padre. El
hombre humilde piensa dos veces antes de indicar a su hermano lo que debe hacer.
Desconfía de sí, dialoga con Dios y sólo después de ello guía a su hermano. Así
se evita caer en el hoyo. Más aún, ¡así se cruza el hoyo hombro con hombro!
Por eso es por lo que antes
de querer auxiliar al prójimo debe uno discernir cómo se encuentra su propia
alma. No quiere decir esto desentenderse del prójimo bajo la falsa
pretensión de no estar en condiciones de ayudarlo. Sí quiere decir examinar
nuestra conciencia para saber si la ayuda que deseo proporcionar nace de una
intención recta, de un deseo sincero de agradar a Dios.
«Un guía no puede ser ciego, sino que debe ver bien, es
decir, debe poseer la sabiduría para
guiar con sabiduría, de lo contrario corre el peligro de perjudicar a las
personas que dependen de él. Así, Jesús llama la atención de aquellos que
tienen responsabilidades educativas o de mando: los pastores de almas, las
autoridades públicas, los legisladores, los maestros, los padres, exhortándoles
a que sean conscientes de su delicado papel y a discernir siempre el camino
acertado para conducir a las personas. Y Jesús toma prestada una expresión
sapiencial para indicarse como modelo de maestro y guía a seguir: “No está el
discípulo por encima del maestro. Todo
el que esté bien formado será como su maestro”. Es una invitación a seguir
su ejemplo y su enseñanza para ser guías seguros y sabios».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2019). Fuente:
Catholic. Net. Por: H. José Alberto
Rincón Cárdenas, LC | Fuente: www.somosrc.mx