9 de septiembre 2019. “La auténtica vida política, fundada
en el derecho y el diálogo”. Discurso del Papa Francisco ante las autoridades
de República de Mauricio, Barlen Vyapoory (África). Señor Presidente, Señor Primer Ministro, Distinguidos
miembros del Gobierno, Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático, Señoras y
señores, representantes de la sociedad civil, Representantes de las diversas
confesiones religiosas, Señoras y señores:
Saludo cordialmente a las Autoridades del Estado de Mauricio
y les agradezco la invitación a visitar vuestra República. Agradezco al Primer
Ministro las amables palabras que me acaba de dirigir, así como su bienvenida y
la del señor Presidente. Saludo a los miembros del Gobierno, de la sociedad
civil y del Cuerpo Diplomático.
Quiero también saludar y agradecer fraternalmente la
presencia hoy aquí de los representantes de otras denominaciones cristianas y
de las diferentes religiones presentes en la isla Mauricio.
Estoy contento, gracias a esta breve visita, de poder
conocer vuestro pueblo, caracterizado por poseer, no sólo un rostro
multicultural, étnico y religioso sino, sobre todo, la belleza que proviene de
vuestra capacidad de reconocer, respetar y armonizar las diferencias existentes
en función de un proyecto común.
Así es toda la historia de vuestro pueblo que nació con la
llegada de migrantes de diferentes horizontes y continentes, portadores de sus
tradiciones, su cultura y su religión, y que aprendieron, poco a poco, a
enriquecerse con la diferencia de los demás y a encontrar los medios para vivir
juntos, buscando construir una hermandad preocupada por el bien común.
En este sentido, vosotros poseéis una voz autorizada —porque
se hizo vida— capaz de recordar que es posible alcanzar una paz estable desde
la convicción de que «la diversidad es bella cuando acepta entrar
constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de
pacto cultural que haga emerger una “diversidad reconciliada”» (Exhortación. Apostólica.
Evangelii gaudium, 230).
Esta es base y
oportunidad para la construcción de una real comunión dentro de la gran familia
humana, sin necesidad de marginar, excluir o rechazar.
El ADN de vuestro pueblo guarda la memoria de estos
movimientos migratorios que condujeron a vuestros antepasados a esta isla y que
también los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas
por el bien de todos.
Es por eso que os aliento, en fidelidad a vuestras raíces, a
asumir el desafío de dar la bienvenida y
proteger a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo y, para
muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias. Preocuparos de
darles la bienvenida como vuestros antepasados supieron acogerse
recíprocamente; como protagonistas y defensores de una verdadera cultura del
encuentro que permita a los migrantes —y a todos— ser reconocidos en su
dignidad y derechos.
En la historia reciente de vuestro pueblo, quisiera recordar
la tradición democrática instaurada después de la independencia y que
contribuye a hacer de la isla Mauricio un oasis de paz.
Espero que este estilo de vida democrático pueda ser
cultivado y desarrollado, especialmente luchando contra todas las formas de
discriminación. Porque «la auténtica
vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los
protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre
y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas
energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales» (Mensaje para
la 52 Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2019).
Que vosotros, que estáis comprometidos en la vida política
de la República de Mauricio, podáis ser un ejemplo para quienes confían en
vosotros, especialmente para los jóvenes. Por vuestra actitud y disposición
para luchar contra todas las formas de
corrupción, que podáis manifestar la grandeza de vuestro compromiso al
servicio del bien común y ser siempre dignos de la confianza que os dan
vuestros conciudadanos.
Desde su independencia, vuestro país experimentó un fuerte
desarrollo económico del cual, sin duda, debemos alegrarnos, a la vez que estar
atentos. En el contexto actual, a menudo parece que el crecimiento económico no
siempre beneficia a todos y que incluso deja a un costado —por ciertas
estrategias de su dinámica— a un cierto número de personas, especialmente a los
jóvenes. Por eso me gustaría animaros a promover una política económica
orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de
los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral
de los más pobres (cf. Exhortación. Apostólica. Evangelii Gaudium, 204).
Animaos a no sucumbir
a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de
sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad,
que sólo toma en cuenta el beneficio inmediato en detrimento de la protección
de los más pobres, de nuestro medio ambiente y sus recursos. Se trata de
avanzar con esa actitud constructiva que, como escribió el cardenal Piat con
ocasión del 50 aniversario de la independencia de Mauricio, impulsa a
implementar una conversión ecológica integral.
Dicha conversión mira no sólo a evitar terribles fenómenos
climáticos o grandes desastres naturales, sino que también busca promover un
cambio en los estilos de vida para que el crecimiento económico realmente pueda
beneficiar a todos, sin correr el riesgo de causar catástrofes ecológicas ni
graves crisis sociales.
Señoras y señores: Deseo expresar mi agradecimiento por cómo
en Mauricio las diferentes religiones, con sus respectivas identidades,
trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor
trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo. Y reitero la
disposición de los católicos en Mauricio de continuar participando en este
diálogo fecundo que ha marcado con tanta fuerza la historia de vuestro pueblo.
Gracias por vuestro testimonio.
Nuevamente gracias por vuestra cálida bienvenida. Es mi
deseo que Dios bendiga a vuestro pueblo y todos los esfuerzos que realizan para
fomentar el encuentro entre diferentes culturas, civilizaciones y tradiciones
religiosas en la promoción de una sociedad justa, que no se olvida de sus
hijos, especialmente de aquellos más necesitados. ¡Que su amor y misericordia
continúen acompañándoos y protegiéndoos! Fuente: Aciprensa.