Celebración dominical en familia. Quinto Domingo de
Cuaresma. 29 de Marzo de 2020. Autor: Padre, Héctor Giovanni Sandoval Moreno.
Delegado Pastoral Litúrgica. Arquidiócesis de Ibagué.
En el momento determinado, se congrega la familia en el
lugar dispuesto para dar inicio a la celebración.
El que dirige la
oración u otra persona realiza la siguiente Monición
Monición Inicial:
Muy buenos días querida familia, las circunstancias del presente, nos impiden
celebrar la Eucaristía en nuestro templo de la Parroquia____________________,
confiamos que prontamente podamos volver a celebrar el misterio de nuestra fe y
recibir sacramentalmente a Jesús, pero esta circunstancia nos permite entender
de mejor manera, que la familia es la verdadera Iglesia doméstica, en ella se
vive el amor, la fe y la caridad y también se celebra la fe.
Como familia vamos a orar por la Iglesia entera, por todos
nuestros hermanos cristianos de China, Italia, España y de todos los países
afectados, vamos a pedir por la salud de nuestros pastores, en especial de
nuestro Párroco, el Padre_______________________, vamos a agradecer por todo lo
que nos regala.
Nos reunimos en este quinto domingo de Cuaresma para alabar,
bendecir y dar gracias a nuestro Dios por su inmensa misericordia con todos
nosotros. Participemos llenos de fe y alegría y abramos el corazón a su amor
infinito; El perdona nuestros pecados y nos devuelve la vida. Nos ponemos todos
de Pie.
RITOS INICIALES
Todos se santiguan diciendo: En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Todos responden: Amén.
Saludo
El que dirige la celebración saluda con estas o parecidas
palabras: Hermanos, bendigamos al Señor, que nos invita bondadosamente a
escuchar su Palabra para que, llevándola a la práctica, transforme y oriente
nuestras vidas.
Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor
Acto Penitencial
El que dirige la celebración invita a los presentes al
arrepentimiento diciendo: Hermanos: para participar con fruto en esta
celebración, reconozcamos humildemente nuestros pecados y supliquemos al Señor
que tenga misericordia de nosotros.
Se hace un momento de silencio. Después, todos hacen en
común la confesión de los pecados: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante
ustedes, hermanos...
Luego, el que dirige la celebración concluye: Dios
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
Todos responden: Amén.
Canto: Señor, ten piedad, Señor ten piedad. Cristo ten
piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad
Oración Terminado el acto penitencial el que dirige la
celebración dice:
Oremos
Todos oran en silencio por un momento. Seguidamente, el que
dirige la celebración, sin extender las manos, dice la oración colecta de este
domingo:
Seguros de tu ayuda y caminando con fervor, te pedimos nos
concedas, Señor Dios nuestro, vivir en el mismo amor que llevó a tu Hijo a
entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espiritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos..
Todos responden: Amén.
El lector de la primera lectura, si ha sido posible tener la
Sagrada Biblia, la toma con respeto, abre y lee el texto correspondiente,
mientras los demás están sentados. Antes de las lecturas se puede hacer la
siguiente monición: Quien confía en Dios mira hacia delante se fija una meta:
Jesucristo y la vida eterna. No olvidemos que tenemos un Padre misericordioso
que siempre está dispuesto a darnos Su perdón olvidando el pasado a partir de
nuestro arrepentimiento sincero.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura: Lectura de la profecía de Ezequiel (37, 12-14)
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo abriré́ sus sepulcros, y
los sacaré de ellos, pueblo mío, y los llevaré a la tierra de Israel. Y
cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, comprenderán que
soy el Señor. Pondré́ mi espíritu en ustedes y vivirán; los estableceré́ en su
tierra y comprenderán que yo, el Señor, lo digo y lo hago" oráculo del
Señor-». Al finalizar el lector dice: Palabra de Dios
Todos aclaman: Te
alabamos, Señor
El salmista proclama el salmo y los presentes intercalan la
debida respuesta R/ Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mí súplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá́ resistir? Pero de ti procede el perdón, y así́ infundes
temor. R.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. R.
Porque del Señor viene la
misericordia la redención copiosa, y el redimirá́ a Israel de todos sus
delitos. R.
Segunda Lectura
El lector de la segunda lectura la hace como la primera:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
(8,8-11)
Hermanos: Los que están en la
carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están en la carne, sino en el Espíritu,
si es que el Espíritu de Dios habita en ustedes; en cambio, si alguien no posee
el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el
cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si
el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes,
el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará́ vida a sus
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en ustedes.
Al finalizar el
lector dice: Palabra de Dios
Todos aclaman: Te alabamos, Señor
Canto: Tu Palabra me
da vida, confió en ti, Señor. Tu Palabra es eterna, en ella esperaré.
El que va a leer el
Evangelio, toma la Sagrada Escritura y, omitiendo el saludo, dice solamente:
Escuchen, hermanos, el santo Evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45)
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a
Jesús diciendo:
«Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo,
dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá́ para la gloria
de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a
Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró́ de que estaba enfermo se
quedó́ todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días
enterrado. Cuando Marta se enteró́ de que llegaba Jesús, salió́ a su encuentro,
mientras Marina se quedó́ en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras
estado aquí́ no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora sé que todo lo que
pidas a Dios, Dios te lo concederá́». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta respondió́: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá́; y el que está vivo y cree en mí, no
morirá́ para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo» Jesús
se conmovió́ en su espíritu, se estremeció́ y preguntó: «¿Dónde lo han
enterrado?». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó́ a llorar. Los
judíos comentaban: «¡Como lo quería!». Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía
haber impedido que este muriera?». Jesús, conmovido de nuevo en su interior,
llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quiten
la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque
lleva cuatro días». Jesús le replicó: « ¿No te he dicho que si crees veras la
gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo
alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escucha- do; yo sé que tú me
escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que
tú me has enviad».
Y dicho esto, gritó con voz potente: “Lázaro, sal afuera».
El muerto salió́, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en
un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo y déjenlo andar». Y muchos judíos que
habían venido a casa de Marina, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en
él. Palabra del Señor.
Reflexión
El que dirige la oración puede preparar la
explicación de esta reflexión o leerla a sus hermanos.
La esperanza en el
cumplimiento de la promesa Divina es inminente, la Pascua se acerca, con el
tema central de la Resurrección, fundamento de nuestra fe. Hoy se destaca la
misericordia de Dios que, en el pasaje de la resurrección de Lázaro, anticipa
la de nuestro Señor Jesucristo. Todo se da en el contexto de la comunidad que
contempla este acontecimiento salvífico que transforma el seno de la humanidad,
lo que parecía imposible, Dios lo hace posible a la vista de todos, es Señor de
la Vida en un ambiente de Muerte.
La Palabra de hoy es enseñanza de vida en la Resurrección. El Señor no está ausente de la comunidad
que sufre en lo cotidiano, que se angustia ante el fenómeno de la declaración
de emergencia sanitaria por el virus nos rodea, sino que, por el contrario,
se hace presente, se con- mueve, ruega al Padre y Este se manifiesta en favor
de los que lloran y de los que sufren, es el cumplimiento de la promesa de
bendición, también para el hombre de hoy. ¿Cuál es el sentido de mi existencia
hoy? ¿Creo en la promesa de acompañamiento de Dios? ¿Creo y deseo ser
resucitado por el Señor? ¿Espero y confió siempre en la presencia y ayuda del
Señor que es Camino, Verdad y Vida?
Terminada la lectura
de la reflexión se hace un momento de silencio para que cada uno haga eco
interior de la Palabra proclamada y reflexionada. Pueden después de esto invitar
a los hermanos a compartir que les dice la Palabra a ellos. Después, se hace la
profesión de fe:
Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació́ de Santa Marina Virgen; Padeció́ bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió́ a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió́ a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí́ ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y
la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
El que dirige la celebración dice: Sin lucha no hay triunfo,
y sin muerte no hay vida. Testigos de la vida de Dios recibida en nuestro
bautismo, oremos lleno de fe y amor al autor y dueño de la vida.
Todos: Atiende
nuestras suplicas
• Oremos por la Iglesia, servidora de la humanidad, por los
ministros ordenados, los religiosos y los fieles laicos, para que en estos
momentos particulares den testimonio de entrega generosa y desinteresada de su
propia vida.
• Oremos por los presidentes de todas las naciones, por
cuantos ejercen justicia en el mundo y por los defensores de los derechos
humanos, para que con un trabajo responsable y honesto guíen con justicia y paz
los destinos de los pueblos.
• Oremos por quienes trabajan en las clínicas y en los
hospitales, en los ancianatos y en las cárceles, para que defiendan y promuevan
el don maravilloso de la vida en todas partes.
• Oremos por las personas que habitan en la Arquidiócesis de
Ibagué, para que seamos solidarios, cercanos y amigos de quienes están pasando
mayor necesidad en estos momentos
• Oremos por nosotros para que reconozcamos que es necesario
morir de nuestra condición de pecadores para resucitar con Cristo a una vida
nueva.
• Realicemos en voz alta nuestras intenciones particulares y
familiares
Oración conclusiva: Llegue hasta ti, Dios inmortal, nuestras
humildes peticiones, y puesto que sin ti nada somos ni tenemos, concédenos
vivir siempre en tu amor, para ser testigos tu amor. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Todos responden: Amén.
PADRE NUESTRO
El que dirige la celebración dice: Como Jesucristo nos
ensenó oremos a nuestro Padre diciendo: Padre nuestro...
COMUNIÓN ESPIRITUAL
A continuación, se
manifiesta el deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía de modo espiritual.
Creo, Jesús mío, que estas real y
verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre
todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo
hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y
como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no
permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.
ACCIÓN
DE GRACIAS
Después se recita o se entona un cántico de acción de
gracias
Salmo 137
Todos: Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de
los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario, daré́ gracias a
tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu
fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al
escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria
del Señor es grande. El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos
conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo, y tu derecha me salva. El Señor
completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones
la obra de tus manos.
INVOCACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Todos: Santísima Virgen Marina, que has sido concebida sin
pecado, te elijo hoy por Señora y dueña de esta casa, y te pido por tu
Inmaculada Concepción que te dignes preservarla de la peste, del fuego, del
agua, del rayo, de los terremotos, de los ladrones, de los bombardeos, de los
peligros de virus, epidemias y guerras. Bendice y protege a las personas que la
habitan y vivirán en ella, concédeles la gracia de evitar el pecado y todas las
demás desgracias y accidentes.
¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que
recurrimos a ti!
RITO DE CONCLUSIÓN
El que dirige la celebración,
invoca la bendición de Dios y se santigua, diciendo: El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna
Todos responden: Amén.
Se puede concluir
entonando un canto a la Virgen María