Evangelio jueves 9 de enero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús
volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la
región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan.
“El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena
Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.
Jesús cerró el libro, lo devolvió al
ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces
comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban
de oír”. Todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración
por las palabras de gracia que salían de su boca.” Lucas 4, 14-22ª
Jesucristo
anuncia y enseña su programa que va a cumplir en nombre de su Padre celestial.
La razón fundamental por la que Él vino a este mundo. “Ungido por Dios, para
anunciar la buena noticia a los pobres, la liberación a los cautivos”. La
unción es una sabia y divina costumbre que se fue extendiendo a lo largo de la
historia de la salvación. Por ejemplo, quienes iban a cumplir una misión en
nombre de Dios, eran ungidos con aceite. El
estar ungido ya es un signo de bendición y de fortaleza por Dios.
La
persona elegida para gobernar en nombre de Dios, debe ser esencialmente del
gusto del creador, elegido por el mismo Dios. Así lo enseña la Escritura:
“asegúrate de que el rey que elijas sea el que elija el Señor tu Dios."
(Deuteronomio 17, 14-15).
El profeta
Samuel unge con aceite a Saúl y le dice: “Yahveh es quien te ha ungido como
jefe de Israel” (1 Samuel 10, 1). Dios
no se fija en las apariencias, rechaza a Saúl y elige a David como Rey. Así
comienza una nueva era para el pueblo de Israel. (1 Samuel 16) Dios encuentra
en David la persona indicada para sus planes salvíficos. (Hechos 13, 22-23).
Jesucristo es ungido por Dios,
recibe el Espíritu Santo, recibe el poder, pasó haciendo el bien y cumpliendo
perfectamente su misión. (Hechos 10, 38-39). El secreto está en que todo lo hizo en nombre de Dios.
Los
católicos somos ungidos con el aceite en el Bautismo y somos recibidos por el
amor de Dios. En la confirmación Dios nos convierte en testigos de su amor. En
la unción de los enfermos, Dios nos sana con su amor.
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