Vigilia de Pentecostés. 19 de mayo 2018
Propuesta por el padre, Héctor
Giovanni Sandoval Moreno, rector, Seminario Mayor, Ibagué. Colombia.
Tras la procesión de entrada se venera el altar como de costumbre,
usando el incienso.
El Celebrante: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.
R. Amén.
El Celebrante: La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo, el
amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo que hoy es comunicado a la
Iglesia como en el día de Pentecostés, esté con ustedes.
El Celebrante: Hoy para nosotros esta iglesia es otra vez el
Cenáculo. Vigilar es hacer presente el espíritu de la primera comunidad que
“perseveraba en la oración” (cfr. Hechos 1, 14) aguardando el cumplimiento de
la promesa de Jesús: el Espíritu Santo.
Hacemos esta vigilia en clima de oración, en
plegaria fervorosa, en asamblea orante que aguarda el don del Espíritu Divino
para crecer en la fe y para construir paz y reconciliación, para ser una
iglesia en salida, misionera, activa, llena de gozo para ir al mundo. El
Espíritu Santo nos impulsa para salir, para ir, para empezar a caminar con gozo
misionero y con fuerza reconciliadora.
El Papa Francisco nos decía en su visita a Colombia[1]:
Mucho se ha hablado sobre la Iglesia en estado permanente de misión. Salir con Jesús es la
condición para tal realidad. Salir, sí, pero con Jesús.
El Evangelio habla de Jesús que, habiendo salido
del Padre, recorre con los suyos los campos y los poblados de Galilea.
No se trata de un recorrido inútil del Señor.
Mientras camina, encuentra; cuando encuentra, se acerca; cuando se acerca,
habla; cuando habla, toca con su poder; cuando toca, cura y salva.
Llevar al Padre a cuantos encuentra es la meta de
su permanente salir, sobre el
cual debemos reflexionar continuamente y hacer un examen de conciencia. La
Iglesia debe reapropiarse de los verbos que el Verbo de Dios conjuga en su
divina misión. Salir para encontrar, sin pasar de largo; reclinarse sin
desidia; tocar sin miedo. Se trata de que se metan día a día en el trabajo de campo, allí donde vive el Pueblo de
Dios que les ha sido confiado.
No nos es lícito dejarnos paralizar por el aire
acondicionado de las oficinas, por las estadísticas y las estrategias
abstractas. Es necesario dirigirse al hombre en su situación concreta; de él no
podemos apartar la mirada. La misión se realiza siempre cuerpo a cuerpo.
Unámonos, pues, en alabanza gozosa, en oración
profunda, en la escucha de la Palabra y abramos nuestra vida al don del
Espíritu Santo.
Alabanzas:
Se puede entonar ahora un canto de alabanza que llene de gozo
el corazón de la asamblea.
primer momento
Los signos del Espíritu Santo:
luz, agua.
Luz.
El celebrante pone incienso en el
turíbulo y se acerca al Cirio Pascual, lo inciensa y luego dice:
Te rogamos, Señor, que este cirio, encendido en
honor de tu Nombre, y que llenó de luz nuestro corazón en la Noche Santa de la Pascua,
“continúe
ardiendo para disipar la oscuridad de esta noche, y nos recuerde a Jesucristo, tu Hijo, quien, resucitado
de entre los muertos, brilla sereno para el género humano[2]”,
y quien nos ha prometido el Espíritu
Santo como luz que llena de vida al mundo.
R. Amén.
Se enciende el Cirio Pascual y luego se encienden los cirios del altar.
Luego la asamblea, recibe la luz mientras que se entona un canto
apropiado.
Los fieles permanecen con el cirio encendido hasta después de la
aspersión.
Agua.
Aspersión y acto penitencial.
El Celebrante: En
el principio el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas y de ellas, por la
voz de Dios, brotó la vida. Hoy, al celebrar esta solemne Vigilia en la espera
de un renovado pentecostés, pidamos que el agua que vamos a bendecir, nos renueve en la gracia del Señor y nos
recuerde que, por el Bautismo fuimos purificados y santificados.
Se trae el agua que será bendecida[3] en una vasija digna,
convenientemente adornada, que ojalá pudiera estar ya cerca al presbiterio. El
Celebrante la bendice, diciendo:
Queridos hermanos: Invoquemos con humildad a nuestro
Dios y Señor, para que bendiga esta agua con la cual seremos rociados en
recuerdo de nuestro bautismo. Que él nos renueve a fin de que
permanezcamos fieles al Espíritu Santo que hemos recibido.
Y después de una breve pausa de oración en silencio, con las manos extendidas[4], prosigue:
Señor y Dios
nuestro, acompaña con tu bondad a tu pueblo que en esta santísima noche
permanece en vela.
Al rememorar la obra admirable de la creación y el acontecimiento aún más admirable de la redención, te pedimos que bendigas esta agua.
Ella fue creada por ti para dar fecundidad a la tierra y restaurar nuestros cuerpos con su frescura y pureza.
Hiciste también del agua un instrumento de tu misericordia, cuando en el diluvio, purificaste la tierra y le diste a la humanidad una nueva oportunidad para vivir en tu amor,
Por ella
libraste a tu pueblo de la esclavitud y apagaste su sed en el desierto.
Por ella, los profetas anunciaron la Nueva Alianza que habrías de realizar con los hombres.
Finalmente, por ella renovaste nuestra naturaleza pecadora con el baño de renacimiento espiritual al ser consagrada por Cristo en el río Jordán.
Que ella, que broto del costado del redentor junto con la sangre, nos recuerde ahora nuestro bautismo, y renueve en nosotros la gracia de ser hijos de adopción, nacidos a la fe, por la muerte y resurrección de Cristo. Quien vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Y se asperja la asamblea entonando
un canto Bautismal. Luego se apagan los cirios del pueblo.
II Lucernario.
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO.
Para este momento se disponen en la puerta de la Iglesia siete luces
ya encendidas, luego personas indicadas se acercan al altar
llevando las luces, que se dispondrán
delante del altar, no sobre él.
Los dones del
Espíritu Santo.
Ahora traemos al altar las luces que nos hablan de
los dones del Espíritu Santo:
Don de Sabiduría:
Una pareja de adultos mayores trae la
luz:
El Celebrante
Dios de amor, regálanos la Sabiduría, la que
acompaña con su gracia a quienes nos han enseñado a vivir, haz que aprendamos a
saborear los secretos de tu amor y a vivir en santidad. Que nuestros mayores
nos ayuden a iluminar con la luz del Espíritu Santo el camino de la
Reconciliación y de la Paz.
Don de Consejo
Una pareja de Catequistas trae la luz:
El Celebrante
Danos, Dios de amor, el don del consejo, así
sabremos mostrar el camino del bien a nuestros hermanos, podremos mostrar el
camino de la fe a todos y podremos aprender
a dejarnos conducir por el camino del amor de Dios. Que en nuestros
hogares la luz del Espíritu Santo ponga en el corazón de todos la palabra justa
y el consejo oportuno para que la Reconciliación brille en nuestros hogares y
en nuestra patria.
Don de Ciencia
Unos jóvenes de la Catequesis pre
sacramental de confirmación traen la luz.
El Celebrante
Danos, Dios de amor, el don de la Ciencia, para que
ilustrados en los valores de la fe verdadera, sepamos guardar en el corazón tus
enseñanzas que superan todo saber. Danos tu Espíritu para que la ciencia de la
Paz, la Paciencia, nos permita hallar caminos de encuentro y propiciar espacios
para “conversar” la esperanza, y conquistar la serenidad.
Don de Fortaleza.
Unas personas de la Pastoral de los
Enfermos traen la luz:
El Celebrante
Danos, Dios de amor, la fuerza que de ti procede
para vencer las acechanzas del mal, para caminar por tus senadas, para vivir en
tu amor, fortalecidos por tu gracia, capaces de dar aliento y paz a los que
sufren. Que el Espíritu Santo haga de los que sufren lámparas luminosas que
atraigan sobre el mundo la paz que nace de corazones reconciliados con Dios y
con la vida.
Don de
Entendimiento.
Unos jóvenes traen la luz:
El Celebrante
Danos, Dios de amor, la capacidad de entender el
amor con el que nos regalas paz y esperanza, que nuestra inteligencia,
iluminada por el esplendor de la verdad, construya la vida y transforme el
mundo con tu amor. Que el Espíritu Divino despierte en el corazón de nuestros
jóvenes la vocación[5]
a la entrega gozosa de la vida y a la renuncia a tantos caminos de violencia y
división, buscando el encuentro fraterno y gozoso con los que construyen paz en
la reconciliación.
Don de Piedad.
Unas personas de la Pastoral Litúrgica,
acólitos o lectores, traen la luz
El Celebrante
Danos, Dios de amor, la piedad verdadera, el amor
profundo, y la capacidad de glorificarte con nuestra vida; infunde en el alma
de tu Iglesia el anhelo de santidad y de gracia. Que tu Espíritu Santo ilumine
la Iglesia para que en cada celebración se selle la alianza de amor con la que
hemos sido reconciliados con el Padre mediante el Sacrificio de Cristo en la
Cruz.
Don de Temor de
Dios.
Una pareja de Consagrados, trae la luz
El Celebrante
Danos, Dios de amor, la gracia de tu santo temor,
el propósito de nunca ofenderte, la voluntad de seguir tus mandamientos, el
firme deseo de ser fieles a tu voluntad. Que el Espíritu Divino nos ayude a
vencer el odio, a gustar el gozo de la cercanía, a propiciar espacios de
reconciliación que nos devuelvan la confianza y la esperanza.
El celebrante:
Hermanos: La luz llena ahora nuestra Iglesia. Es la
luz que llevaremos para dar el “primer paso” hacia una comunidad unida,
reconciliada, llena de Dios.
Hagamos nuestras las palabras del Papa Francisco en
su visita a Colombia[6]:
«¡Demos el primer paso!», y que este primer paso
sea en una dirección común. «Dar el primer paso» es, sobre todo, salir al
encuentro de los demás con Cristo, el Señor.
Y Él nos pide siempre dar un paso decidido y seguro
hacia los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar,
de ser amados sin amar.
Si Colombia quiere una paz estable y duradera,
tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que es aquella del bien
común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana y de
sus exigencias.
Sólo si ayudamos a desatar los nudos de la
violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros: se nos pide
dar el paso del encuentro con los hermanos, atrevernos a una corrección que no
quiere expulsar sino integrar; se nos pide ser caritativamente firmes en
aquello que no es negociable; en definitiva, la exigencia es construir la paz,
«hablando no con la lengua sino con manos y obras» (san Pedro Claver), y
levantar juntos los ojos al cielo:
Él es capaz de desatar aquello que para nosotros
parece imposible, Él nos prometió acompañarnos hasta el fin de los tiempos, y
Él no va a dejar estéril tanto esfuerzo”.
Seamos luz de esperanza, luz de encuentro, luz de
consuelo, luz de paz. Que el Espíritu Divino nos haga arder en caridad, en
perdón, en gozo, en reconciliación que nos restaure para construir un mundo
mejor.
Ahora puede entonarse un canto de alabanza.
III LITURGIA DE LA PALABRA
Introducción a la
Liturgia de la Palabra.
El monitor: Vamos
a acoger la Palabra que el Espíritu Divino grabo en el alma de los profetas,
del salmista, del apóstol. Pidamos que abra nuestro corazón a este don
maravilloso y pidamos la capacidad de comprender con el alma lo que Dios nos
quiere revelar.
Entonando un canto apropiado, se trae procesionalmente al altar el
libro de las Lecturas y se entrega al que preside, quien a su vez lo entrega a
los que van a proclamar las lecturas indicadas para la misa de la vigilia y que
son seguidas con las oraciones que se indican a continuación.
Primera Lectura.
Del Libro del Génesis.
Monición:
El Espíritu Divino viene para
permitirnos un mismo lenguaje para expresarnos. Es el lenguaje del amor, el de
la gracia, el de la vida. Dios nos ofrece en esta palabra una invitación a
buscar la unidad, el amor verdadero que supere toda división y nos una en la
verdad y en la esperanza.
Y se proclama la Lectura con su salmo,
Lectura del libro del Génesis 11,1-9.
Toda la tierra hablaba la misma lengua
con las mismas palabras. Al emigrar (el hombre) de oriente,
encontraron una llanura en el país de Sanaar y se establecieron allí. Y se
dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos.»
Emplearon ladrillos en vez de piedras,
y alquitrán en vez de cemento. Y dijeron: «Vamos a construir una ciudad y una
torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por
la superficie de la tierra.» El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que
estaban construyendo los hombres; y se dijo: «Son un solo pueblo con una sola
lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que
decidan hacer les resultará imposible.
Voy a bajar y a confundir su lengua, de
modo que uno no entienda la lengua del prójimo.»
El Señor los dispersó por la superficie
de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque
allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó
por la superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
SALMO 112:
R. Alabado sea el nombre de Dios
¡Alaben siervos del Señor, alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
luego de lo cual el Celebrante dice:
¡Alaben siervos del Señor, alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
luego de lo cual el Celebrante dice:
Oremos.
Dios de amor, que en esta
noche nos concedes acoger tu Espíritu de
amor, haz que la Iglesia extendida de uno a otro confín de la tierra, sea en medio del mundo dividido por odios y discordias, instrumento de tu paz y vínculo de amor para todos los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Segunda Lectura.
Monición: Dejemos que la gracia de Dios renueve la creación y pidamos que el
Espíritu Divino transforme nuestras vidas y llene con su poder el vació que
reina en tantos corazones.
Lectura del Profeta Ezequiel 37, 1-14.
En aquellos días, la mano del Señor
se posó sobre mí, y con su Espíritu el Señor me sacó y me colocó en medio de un
valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos:
eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó:
—Hombre mortal, ¿podrán revivir estos
huesos?
Yo respondí:
—Señor, tú lo sabes.
El me dijo:
—Pronuncia un oráculo sobre estos
huesos y diles: ¡Huesos secos, escuchad la Palabra del Señor! Así dice el Señor
a estos huesos: «Yo mismo traeré sobre ustedes espíritu y vivirán. Pondré sobre
ustedes tendones, haré crecer sobre ustedes carne, extenderé sobre ustedes
piel, les infundiré espíritu y vivirán. Y sabrán que yo soy el Señor.»
Y profeticé como me había ordenado, y
a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con
hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido y la
piel los recubría; pero no tenían espíritu. Entonces me dijo:
—Conjura al espíritu, conjura, hombre
mortal, y di al espíritu: Así dice el Señor: «De los cuatro vientos ven,
espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan.»
Yo profeticé como me había ordenado;
vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se pusieron en pie. Era
una multitud innumerable. Y me dijo:
—Hombre mortal, estos huesos son la
entera casa de Israel, que dice: «Nuestros huesos están secos, nuestra
esperanza ha perecido, estamos destrozados.» Por eso profetiza y diles:
Así dice el Señor: «Yo mismo abriré sus
sepulcros, y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío, y los traeré a la
tierra de Israel. Y cuando abra sus sepulcros y los saque de sus sepulcros,
pueblo mío, sabrán que soy el Señor. Les infundiré mi espíritu y vivirán; los
colocaré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo
del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial:
Sal 95, 1-2a. 2b-3. 9-10a. 11-12 (R.: 3)
R. Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones.
canten al Señor un cántico nuevo, canten
al Señor, toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su nombre. R.
Proclamen día tras día su victoria. Cuenten a los
pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
póstrense ante el Señor en el atrio
sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «El Señor
es rey.» R.
Delante del Señor que ya llega, ya
llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los
pueblos con fidelidad. R.
El Celebrante:
Oremos.
Señor Dios, lleno de poder, que levantas al hombre
caído y lo conservas en tu fidelidad; aumenta el número de los que serán
renovados por tu gracia santificante y haz que tu Espíritu conduzca siempre a
todos los bautizados. Por Jesucristo, nuestro Señor. R.
Amén.
tercera lectura:
Del Profeta Joel
Monición: Toda carne, todo ser humano, fortalecido e iluminado por el Espíritu
será profeta, es decir, podrá iluminar la historia de la humanidad con la luz
de la fe, podrá leer la presencia de Dios en la vida de la humanidad, podrá
mostrar el camino del bien a sus hermanos.
Y se proclama la Lectura con su salmo,
Lectura de la profecía de Joel 3, 1-5.
Así dice el Señor:
«Derramaré mi Espíritu sobre toda
carne: profetizarán sus hijos e hijas, sus ancianos soñarán sueños, sus jóvenes
verán visiones. También sobre mis
siervos y siervas derramaré mi Espíritu aquel día.
Haré prodigios en cielo y tierra:
sangre, fuego, columnas de humo. El sol se entenebrecerá, la luna se pondrá
como sangre, antes de que llegue el día el Señor, grande y terrible. Cuantos
invoquen el nombre del Señor se salvarán. Porque en el monte de Sion y en
Jerusalén quedará un resto; como lo ha prometido el Señor a los supervivientes
que él llamó.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial:
SALMO 146:
R. Alaben al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. R
Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados. R
entonen la acción de gracias al Señor,
toquen la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra; R.
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan. R.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia. R.
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. R
Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados. R
entonen la acción de gracias al Señor,
toquen la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra; R.
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan. R.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia. R.
El Celebrante:
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, tú has querido
prolongar la celebración del misterio
pascual durante cincuenta días; has que
los pueblos dispersos se congreguen y las diversas lenguas se unan en la proclamación de la gloria de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Himno del Gloria.
Ahora, con la Iglesia, proclamemos la gloria de la
Trinidad.
Gloria a Dios en el cielo….
Oremos.
Se proclama la oración colecta de la misa
Oh Dios que por el misterio de Pentecostés santificas
a tu Iglesia extendida por todas las naciones; derrama los dones de tu Espíritu
sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de
tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
y se prosigue con las dos lecturas y el salmo del día de Pentecostés
y los demás elementos de la liturgia.
EPISTOLA
El Espíritu intercede por nosotros con
gemidos inefables
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 22-27.
Hermanos: Sabemos que hasta hoy la creación entera
está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros,
que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior,
aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvados. Y una
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello
que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, esperamos con perseverancia.
Así también el Espíritu viene en ayuda de nuestra
debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
El que escudriña los corazones sabe cuál es el
deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Palabra de Dios
Aleluya
Aleluya, aleluya. Ven, Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu
amor. Aleluya.
EVANGELIO
Manarán torrentes de agua viva
XLectura
del santo Evangelio según San Juan 7, 37-39.
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús
en pie gritaba: —El que tenga sed, que
venga a mí; el que cree en mí que beba. (Como dice la Escritura: de sus
entrañas manarán torrentes de agua viva.)
Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de
recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque
Jesús no había sido glorificado.
Palabra del Señor.
Renovación de la gracia del Bautismo y
de la Confirmación.
Tomando la luz del Cirio Pascual, los
fieles encienden sus cirios.
El Celebrante
En el día gozoso de Pentecostés, anual memoria de
las maravillas que el Espíritu Divino realizó al inicio de la evangelización,
renovemos nuestra fe y reavivemos la gracia recibida en los sacramentos del
Bautismo y la Confirmación.
El Celebrante ¿Renuncian
al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
ASAMBLEA: Sí, renuncio
El celebrante ¿Renuncian a todas las seducciones del mal para que
el pecado no los esclavice?
ASAMBLEA: Sí, renuncio
El Celebrante ¿Renuncian a Satanás, autor y fuente de pecado?
ASAMBLEA: Sí, renuncio
El Celebrante Hagamos ahora nuestra profesión de fe:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza
del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros,
los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
En las palabras que
siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen, y se
hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del
Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y
dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas.
Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Compromisos.
Una vez hemos profesado nuestra fe, Quieren seguir siendo
fieles a la gracia recibida. R. Sí, quiero.
Quieren seguir anunciando con la vida la presencia
renovadora del Espíritu Santo.
R. Sí, quiero.
Quieren vivir la alegría de la fe en comunión con
toda la Iglesia, con el Papa, nuestros Obispos y con cuantos anuncian el Reino
de la paz y de la verdad.
R. Sí, quiero.
Quieren dejarse iluminar y guiar por la luz y la
fuerza del Espíritu Divino que se nos ha dado en la gracia del Bautismo y en la
alegría de la Confirmación?
R- Sí, quiero.
Digamos con fe: Esta es nuestra fe, esta es la fe
de la Iglesia que nos alegramos de profesar en Cristo Jesús. Amén.
Oración de
los Fieles.
Presidente: Reunidos para celebrar la
plenitud de la revelación del amor de Dios, en este día gozoso de Pentecostés
presentamos nuestras necesidades diciendo: Oh, Señor, escucha y ten piedad.
1. Por la Iglesia,
para que unida al Papa Francisco en la caridad,
sea constructora de paz en medio del
mundo, Roguemos al Señor.
2. Por nuestros
pastores, para que imitando la mansedumbre
y la bondad del Pastor de los
pastores, hagan crecer en la esperanza
a cuantos les han sido encomendados, Roguemos al Señor.
3. Por los
sacerdotes y diáconos, para que, enriquecidos con la Prudencia, sigan sirviendo al Pueblo de Dios que se les ha
confiado. Roguemos al Señor.
4. Por los que
gobiernan las naciones para que movidos por la paciencia, sean servidores de la unidad y de la reconciliación. Roguemos al
Señor.
5.
Por los hogares, para que valorando la modestia, la castidad,
trabajen unidos en el gozo de la fe
y alienten a todos a vivir en el amor
de Dios, roguemos al Señor.
6. Por nuestra
comunidad Parroquial, para que enriquecida con los dones del Espíritu dé frutos
de gracia y sea mensajera de esperanza
y de vida, Roguemos al Señor.
Presidente: Acoge, Señor, nuestras súplicas confiadas y
concédenos la alegría de servirte con limpio corazón. Por Cristo, nuestro
Señor.
R. Amén
La misa prosigue con todos los elementos de la misa de la
vigilia de Pentecostés: oraciones, prefacio.
[1]
Papa Francisco. Encuentro con el CELAM.
Bogotá, Septiembre 7 de 2017.
[2]
Misal Romano. Pregón Pascual.
[3]
Misal Romano, Bendición del Agua.
[4]
Misal Romano, Vigilia Pascual, Bendición del Agua Común, adaptación.
[5]
Tema de la Jornada de la Juventud en Panamá 2019.
[6]
Papa Francisco. Homilía en Cartagena, septiembre 10 de 2018.