Evangelio para el domingo 14 de
octubre 2018. °°° «Él replico: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde
pequeño.” Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta:
anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro
en el cielo, y luego sígueme.” A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó
pesaroso, porque era muy rico.” °°° Marcos 10, 17-30. La vida se entiende como
un proceso vocacional de discernimiento de lo que deseamos ser, hacia dónde
queremos marchar, lo que deseamos obtener, la meta que anhelamos conquistar.
Cristo
busca algo más que fidelidad a los mandamientos, algo más que cumplimiento
estricto de la ley de Dios. Se trata de darle una respuesta personal al Señor,
es en otras palabras la verdadera imitación de Cristo. Cuando descubrimos que
se trata de identificarse con Cristo, comprendemos el ser propio de la
vocación: La generosidad de corazón, la generosidad de espíritu, la generosidad
para arriesgarlo todo por la causa del Señor.
Cristo necesita muchas personas
en el mundo que coloquen su granito de arena, que lo hagan convencidos de su
propia vocación, que se dejen inspirar por la Gracia de Dios, que no miren
hacia atrás, que no se detengan ante ninguna perturbación, que asuman los
retos. El Papa Francisco enseña que: Seguir a Jesús implica el desprendimiento
de los bienes. Un cristiano no puede tener el cielo y la tierra. No hay que
apegarse a los bienes de este mundo. “Cuando un cristiano está apegado a los
bienes, hace el papelón de un cristiano que quiere tener las dos cosas: el
cielo y la tierra.” Riqueza, vanidad y orgullo, siempre nos alejarán del
proyecto de Dios. Termina el santo Padre afirmando: “las riquezas son tan
peligrosas, porque te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante.
Y cuando te crees importante te la crees y te pierdes.”
La mundanidad no es la fórmula de
los hijos de Dios. El punto medio es la prudencia y el desprendimiento; así lo
recomienda la sabiduría divina: “Supliqué a Dios y me concedió la prudencia; le
pedí el espíritu de sabiduría y me lo dio. La preferí a los cetros y los
tronos. En su compasión, tuve en nada la riqueza.” (Sabiduría 7, 7). Cuida tu salud: Pídele a Dios que te regale un
corazón sensato (cf. Salmo 89). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué.