30 de octubre 2018. Sin disciplina no hay progreso. Monseñor.
Froilán Tiberio Casas Ortiz - La pereza nunca ha sido rentable; la vida muelle,
cargada de holgazanería, no trae buenos dividendos. La misma naturaleza
evidencia la necesidad que se tiene para cambiar y trasformar el entorno.
Una persona que no
forja el futuro con procesos de disciplina no logrará grandes triunfos; los
padres alcahuetas y las mamás “gallinas” que siempre abren las alas para
“proteger” a sus polluelos, no dejarán volar por sí solos a sus hijos; les
atrofian las alas. No hay personas más enclenques de carácter y más tiranas
cuando tienen poder que aquellos que han tenido un hogar en los que no han
desarrollado sus propias habilidades. Los niños mimados son los seres más
desadaptados socialmente, suelen ser exigentes y malcriados. La disciplina forja hombres y mujeres
batalladores, constructores de la historia y promotores del desarrollo social y
económico. La holgazanería, la pereza, son la madre de todos los vicios. Un
pueblo de la cultura del “pan y circo” nunca saldrá del subdesarrollo.
Una persona acostumbrada al “dolce far niente”, es la
persona más inútil del mundo, las responsabilidades las asume folclóricamente;
exige el máximo con el mínimo de exigencias. Cuando ejercen la autoridad, si
por desgracia la tienen, se rodean de bufones más mediocres que ellos y
tiranizan a sus subalternos generando una empresa paquidérmica, poco y nada
competitiva y que un día saldrá del mercado. Los pueblos que perdieron la
segunda guerra mundial, se levantaron como el ave fénix de sus cenizas y
llegaron a inundar el mercado mundial con la calidad de sus productos
desplazando a marcas otrora recocidas. Claro, camarón que se duerme, se lo
lleva la corriente. Un estudiante vago y
sinvergüenza puede pasar las asignaturas académicas con notas mediocres y
de pronto, conquistándose a los
profesores, pero cuando llegue al mercado laboral será desplazado al último
lugar, a no ser que tenga las asquerosas palancas sociales, políticas o de
cualquier pelambre y es designado por tales intereses, demeritando a la empresa
y dejando desastrosos resultados. Los grandes científicos han logrado aportarle
a la ciencia grandes logros, en el silencio de sus laboratorios, sin ningún
protagonismo y finalmente, sus resultados exitosos son fruto de su dedicación y
disciplina a base de ensayo y error. La ciencia tiene raíces amargas pero sus
frutos son dulces. Mons. Froilán Tiberio Casas Ortiz. Obispo Diócesis de Neiva, en
Colombia. Imagen tomada del Colegio Manantial de la Florida.