Evangelio para el domingo 7 de
octubre 2018. °°° « Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y
serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne”.
°°° Marcos 10, 2-16. El amor es, ha sido y será
el hilo conductor del querer de Dios. Cuando hablamos de amor, estamos
indicando con ello, la regla suprema: “Se trata de hacer siempre el bien”.
No existe la posibilidad de hablar del amor,
mientras nuestras actitudes sean contrarias al modelo divino de la creación:
Desde el inicio, Dios lo pensó así: “No conviene que el hombre esté solo. Voy a
darle a alguien que lo ayude y acompañe” (Génesis 2, 18). Dios crea el
varón y la mujer; iguales en dignidad;
diferentes en cuanto a su manera de actuar y de percibir el mundo, y
complementarios. Hombre y mujer son destinados a formar una sola carne. Eso
significa que el proyecto es común. La clave como funciona la vida en pareja,
es con la madurez y el sentido común. Aprendemos
a madurar en el campo del amor, cuando logramos salir de nuestro egoísmo y
comenzamos a pensar más en la otra persona. Ya no soy yo, somos dos personas. Ya
no soy yo, es nuestra familia, nuestro hogar, nuestros hijos; somos nosotros. Logramos
entender el sentido común del amor, cuando hombre y mujer comparten sus
ideales, sus pensamientos, sus metas, sus retos, su personalidad. Hombre y
mujer caminan en la misma dirección
El amor no funciona en
un ambiente solitario, porque se puede convertir en un empujón que se da en un
tiempo determinado, o en una ilusión que con el pasar de los días se va
opacando y no sigue su curso. Dios le añade a ese sentimiento grande y noble la
–permanencia: “Hasta que la muerte los separe” (cf. Mateo 19,6). El Papa
Francisco afirma que somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor
°°° “La imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer, los dos.
Y ésta es la imagen de Dios: es el amor, la alianza de Dios con nosotros está
allí, está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer.” El
espíritu del amor, corre desde la primera línea de la Sagrada Escritura hasta
la última. No se entiende la obra de Dios sin el amor, no se entiende el
crecimiento y santidad del ser humano sin el amor, no se hace fecunda la
semilla que sembramos sin el amor. No se logra funcionar como pareja, si no
existe el amor. Los hijos serán el fruto del amor de sus padres. Cuida tu salud:
Ama siempre, pensando en hacer todo el tiempo, el bien a los demás. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.