9 de junio 2019. El Papa Francisco contrapuso a quienes
viven ajenos al Espíritu Santo con los que han recibido sus done. “El que vive
según el Espíritu lleva paz donde hay discordia, concordia donde hay
conflicto”. Durante la Misa que presidió este domingo en la Plaza de San Pedro
del Vaticano con motivo de la Solemnidad de Pentecostés, el Santo Padre lamentó
que hoy “está de moda adjetivar, lamentablemente también insultar”, algo que
hace daño “tanto al que es insultado como también al que insulta”. “Devolviendo mal por mal, pasando de
víctimas a verdugos, no se vive bien”, advirtió. Por el contrario, “los
hombres espirituales devuelven bien por mal, responden a la arrogancia con
mansedumbre, a la malicia con bondad, al ruido con el silencio, a las murmuraciones
con la oración, al derrotismo con la sonrisa”.
“El Espíritu plasma a la Iglesia y al mundo como lugares de
hijos y hermanos. Hijos y hermanos: sustantivos que vienen antes de cualquier
otro adjetivo”, subrayó el Papa Francisco.
El Santo Padre explicó que el Espíritu Santo da a quienes lo reciben “una armonía tan profunda que
puede transformar incluso las persecuciones en bienaventuranzas”. En
cambio, “cuántas veces nos quedamos en la superficie. En lugar de buscar el
Espíritu tratamos de mantenernos a flote, pensando que todo irá mejor si se
acaba ese problema, si ya no veo a esa persona, si se mejora esa situación”.
“Una vez que termina un problema, vendrá otro y la inquietud
volverá. El camino para tener tranquilidad no está en alejarnos de los que
piensan distinto a nosotros, no es resolviendo el problema del momento como
tendremos paz. El punto de inflexión es la paz de Jesús, es la armonía del Espíritu”.
Frente a soluciones rápidas “lo que
necesitamos sobre todo es el Espíritu: es Él quien pone orden en el frenesí”.
Porque “sin el Espíritu, la vida cristiana está deshilachada, privada del amor
que todo lo une”. “Sin el Espíritu, Jesús sigue siendo un personaje del pasado,
con el Espíritu es una persona viva hoy; sin
el Espíritu la Escritura es letra muerta, con el Espíritu es Palabra de
vida. Un cristianismo sin el Espíritu es
un moralismo sin alegría; con el Espíritu es vida”, insistió el Papa.
Recordó que los
cristianos necesitan el Espíritu de unidad “que nos regenere como Iglesia,
como Pueblo de Dios y como humanidad fraterna”. “Para ser espirituales, para
gustar la armonía del Espíritu, debemos poner su mirada por encima de la
nuestra. Entonces todo cambia: con el Espíritu, la Iglesia es el Pueblo santo
de Dios; la misión, el contagio de la alegría; los otros hermanos y hermanas,
amados por el mismo Padre. Pero sin el
Espíritu, la Iglesia es una organización; la misión, propaganda; la comunión, un esfuerzo”, concluyó el Papa
Francisco. Fuente: Aciprensa Redacción. Imagen de Aciprensa