Evangelio
para el domingo 23 de junio 2019. « °°° Jesús dijo a sus discípulos: -
«Díganles que se sienten en grupos de unos cincuenta.» Lo hicieron así, y todos
se sentaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los
discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y quedaron
satisfechos. Después recogieron lo que sobró: doce canastos llenos.” (Lucas 9, 11b – 17). La Eucaristía es el sacramento de los
sacramentos. Así lo aprendemos del Catecismo de la Iglesia Católica (cf.
1169).
La experiencia de tres milenos,
nos permite profundizar sobre el valor infinito del cuerpo y la sangre del
Señor. Un pan ázimo y una copa de vino,
han logrado transformar la mentalidad de hombres y mujeres que le han creído a
Jesús Eucaristía, pan de vida eterna, cáliz de eterna salvación. Hagan eso en memoria mía: es el consejo sabio
del máximo presidente de la Eucaristía, nosotros le respondemos: así es Señor,
sólo tú, tienes palabras de vida eterna. No nos agotaremos de celebrar este
sacramento de la vida, de la pascua, de la esperanza, de la eternidad. Somos
plenamente conscientes que necesitamos una alimentación integral, que
fortalezca nuestro espíritu, que purifique nuestro cuerpo, que revitalice
nuestros sentimientos, que oriente nuestra conciencia, que impulse nuestro
apostolado para convertir la Eucaristía en la fuente y la cima de la vida
cristiana. (cf. Lumen Gentium 11).
Necesitamos el Pan de la Palabra, el
Pan de los signos, el Pan de la Eucaristía. La dieta del futuro líder y apóstol
de Dios. Es una dieta perfectamente balanceada: el Pan de la Palabra de Dios se
sirve en la Eucaristía, se proclama, se medita, se instala en el corazón del
creyente, es la sabiduría de ese Dios que ofrece su Reino como principio de
salvación. El Pan de los signos: muy necesario, porque somos seres
eminentemente sensibles, necesitamos la experiencia, saber que con cinco panes
y dos peces, comieron más de cinco mil personas, con la bendición de Dios y la
fe se puede transformar el mundo e incluso con ese mismo signo han recibido gracia
tras gracia, cantidad de generaciones.
La
Eucaristía edifica la Iglesia. La Iglesia vive de la Eucaristía, así lo
entendió san Juan Pablo II. (Ecclesia de Eucharistia, 1). Los apóstoles siendo
fieles a su Maestro, entendieron la Eucaristía como centro de la vida eclesial:
“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la
fracción del pan y a las oraciones.» (Hechos 2, 42). El Papa Francisco
vislumbra en la Eucaristía la fuerza, el perdón, el caminar, para los débiles:
“la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los
débiles, para los pecadores, es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a
caminar” “La Eucaristía nos permite el no disgregarnos, porque es vínculo de
comunión, y cumplimiento de la Alianza”. Coman este vínculo de comunión, para
no disolverse beban el precio de su rescate. Cuida tu salud: Quien vive de la
Eucaristía, ha elegido la parte mejor. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis
de Ibagué.