Evangelio
para el domingo 16 de junio 2019. « °°° Cuando venga el Espíritu de la verdad,
os encaminará hacia la verdad plena. Porque no hablará por cuenta propia, sino
que hablará de lo que oiga, y os dará a conocer lo que está por venir.”
°°° Juan 16, 12-15. Dios es comunión y
participación, es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El mundo católico centra todo
su pensamiento y su fe en ese Misterio inescrutable y con tanto contenido. Cómo
se puede entender desde la mente humana, Que existe un Dios, que a su vez son
tres personas distintas y un solo Dios verdadero.
Un Dios en cuyas tres
personas existen funcionalidades diversas y al mismo tiempo están unidos
perfectamente por la gracia del Espíritu. Un Dios Trino que nunca falta en
nuestras acciones religiosas; toda celebración sacramental se preside, y
culmina en nombre de Dios Trino. Todos guardamos un sagrado respeto por el
nombre de Dios en su trinitaria dimensión.
Hay verdades bíblicas, que
pertenecen exclusivamente a Dios, que pertenecen al orden la fe, que nos educan
en nuestra vida cristiana y nadie las puede negar: “La fe de todos los
cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad. No hay más que un solo Dios, el
Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. El
misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida
cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los
otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más
fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe". Así
lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. 232-234).
Dios
se entiende desde la experiencia del amor, se experimenta en la unidad
universal y se traduce en la hermandad que es el resultado de la fe de todos
aquellos que creemos en Dios. Ahora, si Dios al organizar todo su plan de
salvación logró el objetivo en comunión con el Hijo y con el Espíritu, respetó
las funciones de cada uno de ellos, su mismo Hijo es prueba de que la obra
depende del Padre y su culminación la delega al Espíritu, por qué razón
nosotros pretendemos sembrar la paz y la hermandad internacional aferrándonos a
un concepto en detrimento del Misterio que propiamente es el modelo de la vida
en comunidad. Qué bueno sería si nos propusiéramos ser imagen de
la Trinidad, cómo cambiaría el mundo si logramos purificar nuestros corazones
de toda ambición y deseo de superioridad sobre los demás. El santo Padre
Francisco en su ángelus regina coeli, advertía: “la Trinidad es comunión de
Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra, una en la
otra”. Cuida tu salud: Nuestro camino de vida cristiana, es esencialmente
trinitario. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.