Cardenal, Walter Brandmüller (Alemania). historiador insigne
de la Iglesia, presidente del Comité Pontificio de Ciencias Históricas de 1998
a 2009 y coautor, en 2016, de los célebres “dubia” sobre la recta
interpretación y aplicación de “Amoris laetitia”
Introducción
Realmente causa asombro que, en oposición a las asambleas
anteriores, esta vez el sínodo de los obispos trate exclusivamente de una
región de la tierra cuya población es la mitad de la población de Ciudad de
Méjico, es decir, cuatro millones. Esto también levanta sospechas sobre las
verdaderas intenciones, que se quieren poner en marcha de manera subrepticia.
Pero lo que tenemos que preguntarnos, sobre todo, es cuáles son los conceptos
de religión, de cristianismo y de la Iglesia que son la base del
"Instrumentum Laboris" recientemente publicado. Examinaremos todo
esto con la ayuda de elementos individuales extraídos del texto.
¿Por qué un sínodo
sobre esta región?
Para empezar debemos preguntarnos por qué un sínodo de los
obispos tiene que tratar temas que, como mucho, tienen que ver con los
Evangelios y la Iglesia sólo de manera marginal, como es ahora el caso con las
¾ partes del "Instrumentum Laboris". Obviamente, este sínodo de los
obispos también está llevando a cabo una intrusión agresiva en los asuntos
puramente mundanos del Estado y la sociedad de Brasil. Deberíamos preguntarnos:
¿qué tienen que ver la ecología, la
economía y la política con el mandato y la misión de la Iglesia?
Y sobre todo, ¿qué experiencia profesional autoriza a un
sínodo eclesial de los obispos a hacer declaraciones en estos ámbitos?
Si de verdad el sínodo de los obispos va a dar este paso,
estaría sobrepasando los límites y sería una presunción clerical, que las
autoridades estatales deberían, con motivo, rechazar.
Sobre las religiones naturales y la inculturación
Hay que tener presente otro elemento que se encuentra en
todo el "Instrumentum Laboris", a saber: la valoración muy positiva
que se hace de las religiones naturales, incluyendo las prácticas de sanación
indígenas y similares; sí, incluso las prácticas y formas de culto
mítico-religiosas. Se habla incluso del diálogo con los espíritus en el
contexto de una llamada a la armonía con la naturaleza (n. 75).
No es sólo el ideal del "buen salvaje" tal como lo
presentaron Rousseau y la Ilustración el que se está comparando con el
decadente hombre europeo. Esta línea de pensamiento va más allá, hasta llegar
al siglo XX, cuando culmina en una idolatría panteísta de la naturaleza.
Hermann Claudius (1913) creó el himno del movimiento obrero socialista:
"Cuando caminamos uno al lado del otro", una estrofa del cual dice lo
siguiente: "El verde de los abedules y el verde de las semillas, que la
anciana Madre Tierra siembra a manos llenas, con un gesto de súplica para que
el hombre sea suyo…". Es llamativo que este texto fuera incluido más tarde
en el libro de cantos de la juventud hitleriana, probablemente porque
correspondía al mito de "la sangre y la tierra" del
nacionalsocialismo. La proximidad ideológica es asombrosa. Este rechazo
anti-racional a la cultura "occidental" que resalta la importancia de
la razón es típico del "Instrumentum Laboris", que habla,
respectivamente, de la "Madre Tierra" en el n. 44 y del "grito
de dolor de la tierra y de los pobres" en el n. 101.
En consecuencia, el territorio -es decir, la junglas de la
región amazónica- es incluso declarado “locus theologicus”, una fuente especial
de la Divina Revelación. En él habría lugares epifánicos en los que se
manifiestan las reservas de vida y de sabiduría para el planeta, que hablan de
Dios (n. 19). Además, la consiguiente regresión del Logos al Mythos es elevada
a criterio de lo que el "Instrumentum Laboris" llama la inculturación
de la Iglesia. El resultado es una
religión natural disfrazada de cristianismo.
La noción de inculturación es, aquí, literalmente
pervertida, puesto que significa lo contrario de lo que la Comisión Teológica
Internacional presentó en 1988, y de lo que había enseñado anteriormente el
decreto “Ad Gentes” del Concilio Vaticano II sobre la actividad misionera de la
Iglesia.
Sobre la abolición del celibato y la introducción del
sacerdocio femenino
Es imposible esconder que este "sínodo" quiere
implementar sobre todo los dos proyectos más deseados y que hasta ahora no han
sido nunca puestos en marcha, a saber: la abolición del celibato y la
introducción del sacerdocio femenino, empezando por las diaconisas. En
cualquier caso, se trata de tener "en cuenta el papel central que hoy
desempeñan las mujeres en la Iglesia amazónica" (n. 129a3). Y se trata
también de "abrir nuevos espacios para recrear ministerios adecuados a
este momento histórico. Es el momento de escuchar la voz de la Amazonía…"
(n. 43).
Pero aquí se omite el
hecho de que no está en poder de la Iglesia administrar el sacramento del orden
a las mujeres, tal como también declaró san Juan Pablo II con la mayor
autoridad magisterial. De hecho, en dos mil años la Iglesia nunca ha
administrado el sacramento del orden a una mujer. La petición, que se opone de
manera directa a este hecho, demuestra que la palabra "Iglesia" es utilizada
exclusivamente como término sociológico por los autores del "Instrumentum
Laboris", negando implícitamente el carácter sacramental-jerárquico de la
Iglesia.
Sobre la negación del carácter sacramental-jerárquico de la
Iglesia
De manera similar -aunque expresado de pasada-, el n. 127
contiene un ataque directo a la constitución jerárquico-sacramental de la
Iglesia cuando se pregunta si no sería oportuno "reconsiderar la idea de
que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado
en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera
permanente al sacramento del orden". Desde una visión tan equivocada
deriva, en el n. 129, la llamada a la creación de nuevos ministerios que
correspondan a las necesidades de los pueblos amazónicos.
Sin embargo, es en el ámbito de la liturgia, del culto, en
el que la ideología de una inculturación
falsamente comprendida encuentra su expresión de una manera especialmente
llamativa. Aquí, algunas formas de las religiones naturales son asumidas
positivamente. El "Instrumentum Laboris" no se echa atrás a la hora
de pedir que "el pueblo pobre y sencillo" pueda expresar "su (!)
fe a través de imágenes, símbolos, tradiciones, ritos y demás sacramentales"
(!!) (n. 126e).
Esto, ciertamente, no corresponde a los preceptos de la
Constitución “Sacrosanctum Concilium”, como tampoco a los del Decreto “Ad
Gentes” sobre la actividad misionera de la Iglesia, y demuestra una comprensión meramente horizontal de la
liturgia.
Conclusión
Summa summarum: el "Instrumentum Laboris" carga al
Sínodo de los Obispos y, en última instancia, al Papa, con una seria violación
del “Depositum fidei”, lo que significa, en consecuencia, la autodestrucción de la Iglesia o el cambio del “Corpus Christi mysticum”,
convertido en una ONG secular con una tarea ecológica-social-psicológica.
Obviamente, después de estas observaciones se plantean
preguntas: ¿se puede deducir, sobre todo en lo que respecta a la estructura
sacramental-jerárquica de la Iglesia, una ruptura decisiva con la Tradición
Apostólica en cuanto constitutiva para la Iglesia? ¿O los autores tienen, más
bien, una idea del desarrollo de la doctrina que es sostenida teológicamente
con el fin de justificar susodicha ruptura?
Este parece ser claramente el caso. Estamos asistiendo a una nueva forma del Modernismo clásico de
principios del siglo XX. En esa época se empezaba con un enfoque
decididamente evolutivo y después se defendía la idea que, en el curso del
continuo desarrollo del hombre a grados más altos, deben encontrarse en
consecuencia también niveles más elevados de conciencia y de cultura, por lo
que puede resultar que lo que era falso ayer puede ser verdadero hoy. Esta
dinámica evolutiva se aplica también a la religión, es decir, a la conciencia
religiosa con sus manifestaciones en la doctrina, el culto y, obviamente,
también en la moral.
Aquí, por lo tanto, se presupone una comprensión del
desarrollo del dogma que está en clara oposición a la comprensión católica
genuina, que comprende el desarrollo del dogma y de la Iglesia no como un
cambio, sino más bien como un desarrollo orgánico de un tema que permanece fiel
a su propia identidad.
Esto es lo que los Concilios Vaticanos I y II nos enseñan
con sus Constituciones “Dei Filius”, “Lumen Gentium” y “Dei Verbum”.
Hay que afirmar con determinación que el "Instrumentum
Laboris" contradice la enseñanza vinculante de la Iglesia en puntos
decisivos y que, por consiguiente, debe ser considerado herético. En la medida en que incluso la Divina
Revelación es puesta en duda, o malinterpretada, se debe también hablar de
apostasía.
Esto está aún más justificado a la luz del hecho de que el
"Instrumentum Laboris" utiliza una noción meramente inmanentista de
la religión, y considera la religión
como el resultado y la forma de expresión de la experiencia espiritual personal
del hombre. El uso de palabras y nociones cristianas no puede ocultar que
estas son utilizadas sólo como palabras vacías, a pesar de su significado
original.
El "Instrumentum Laboris" para el Sínodo de la Amazonia constituye un
ataque a los fundamentos de la fe de una manera impensable hasta ahora, por
lo que debe ser rechazado con la máxima firmeza. Fuente: Aciprensa.