Evangelio
para el domingo 30 de junio 2019. « °°° Mientras iban de camino, alguien le
dijo a Jesús: «Te seguiré a donde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras
tienen sus cuevas y los pájaros tienen dónde dormir, pero el Hijo del hombre no
tiene dónde recostar la cabeza.» y a otro fue él quien le dijo: «Sígueme.» Pero
el otro respondió: «Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.» Jesús
le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos.” °°° Lucas 9, 51-62. Seguir
a Jesús no es entrar a gozar de una serie de privilegios y comodidades en la
vida. No es sentirse diferente o superior a los demás.
No es desconocer mi
propia realidad de pecador. No es evitar el sacrificio, el dolor, el sufrimiento.
No es sentarse a esperar a que muchos me admiren, porque soy uno de los que le
dio la palabra a Dios en su vida. El
discípulo no puede salir a contradecir la doctrina de su Maestro con un
comportamiento contrario a lo que anuncia.
El
discípulo es una prolongación del Maestro, es la forma como el Maestro
transmite tantas verdades; sana tantas personas; comprende tantas realidades
dolorosas; extiende su mano a quienes lo necesitan. Jesús
inicia su ministerio con unos objetivos muy definidos: Primero anuncia el Reino
de su Padre; Segundo, visita los pueblos proclamando este anuncio; Tercero,
llama a muchos discípulos para que precisamente entiendan la razón de su
llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y organicen su obra, que es el
Reino de Dios.
Vocación cristiana y misión se
convierten en sinónimo de desprendimiento en la Buena Nueva de Jesús de
Nazaret. El apostolado se hace fecundo cuando hacemos la voluntad de Aquel que
lo instituyó. Dice el Maestro “Ven y sígueme”. Al contrario, el apostolado se convierte en un serio
problema para la evangelización, cuando quienes creyendo que son apóstoles
hacen su propia voluntad. “Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo y
acabe con ellos? Reprende el Maestro: “Jesús se volvió a ellos y los reprendió”
(Lucas 9, 54-56).
La
fe de cada uno de nosotros debe producir unos comportamientos coherentes. Quien
pretenda seguir a Jesucristo, debe entender, que existen unas prioridades
divinas que no son negociables. Se renuncia en orden al Reino de Dios. El Papa
Francisco advierte que la vocación no es quedarse con las manos vacías: “la
vida no debe quedar atrapada en las redes de lo absurdo y de lo que anestesia
el corazón. En definitiva, la vocación es una invitación a no quedarnos en la
orilla con las redes en la mano, sino a seguir a Jesús”. Cuida tu salud: Dios
no se entromete en nuestras vidas. Solo quiere que lo sigamos. Padre, Jairo
Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.