3 de junio de 2019

NADA PODEMOS HACER SIN LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO.


3 de junio 2019. Jesús promete a los apóstoles el Espíritu Santo cuando se dispone a dejarlos diciendo: “Si me amáis, guardareis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará el Paráclito para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14,15).  La obra del Maestro de Nazareth, continúa su rumbo gracias al Espíritu del Padre celestial. Lo que no entendemos, lo que no podemos, aquello que causa desacierto, encontrará su solución gracias a la asistencia del Espíritu Santo.  Será el que consolará, asistirá, defenderá, protegerá a los Apóstoles, a la Iglesia y a nosotros mismos. Es el culmen de la obra de Cristo y el inicio de la misión de nosotros como Iglesia.

            He organizado algunos apuntes para dar paso a la reflexión sobre la perfecta obra del Espíritu Santo de Dios. Quienes se han dejado guiar por el Espíritu de Dios, han alcanzado la gloria de la santidad, del martirio, del gigante apóstol de la fe. Razón tenía san Pablo cuando afirmaba, “nada podemos hacer, si no es con el auxilio del Espíritu Santo.”  Padre, Jairo Yate Ramírez.  Arquidiócesis de Ibagué. 
LA PALABRA DE DIOS
NOS PERMITE VER LA VIDA SEGÚN LA GRACIA DEL ESPÍRITU
            “Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.  Hay diversidad de dones, pero un mismo espíritu; hay diversidad de ministerios pero un mismo Señor; hay diversidad de funciones pero un mismo Dios que obra todo en todos. “1 Corintios 12, b-7.12-13
            “°°° Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto: exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados: a quienes los retengáis, les quedarán retenidos. °°°” Juan 20, 19-23.

NUESTRO ROSARIO AL ESPÍRITU SANTO
Seréis testigos de Cristo en virtud de la Gracia recibida del Espíritu Santo. Parte fundamental de la identidad cristiana. Quien conoce a Jesús, no aguanta las ganas de hacerlo conocer al mundo. La Palabra de Dios quema por dentro y sólo se descansa cuando se da a conocer a otros.

Meditar los dones en el santo rosario al Espíritu de Dios, constituye una valiosa ayuda para contemplar las manifestaciones del Espíritu, como se dieron en la vida de Jesús y de la Iglesia naciente.

Ø    PRIMER MISTERIO:          Encarnación de Jesús.
                        Llegó hasta María del Ángel la voz, serás tu le dices la madre de Dios. Ave, Ave, ave María…  “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc. 1,35) Palabra de Dios. 
(Padre Nuestro. Ave María, Gloria)
Oremos: Ven Espíritu Santo por la poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén.
Ø    SEGUNDO MISTERIO:      Bautismo de Jesús en el Jordán
                        Desciende del cielo al hijo de Dios. Espíritu Santo, la fuente de amor.  Ave, Ave, Ave María…  “Y bajó sobre El, el Espíritu Santo y vino: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy” Palabra de Dios.
(Padre Nuestro. Ave María, Gloria)
Oremos: Ven Espíritu Santo por la poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén
Ø    TERCER MISTERIO:          Jesús Muere en la Cruz.
                        En la Cruz clavado murió el Salvador, dejando a María por Madre de amor. Ave, Ave, Ave María…. “Cuando tomó Jesús el vinagre dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza entregó el espíritu. (Juan 19,30) Palabra de Dios.
Oremos: Ven Espíritu Santo por la poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén
Ø    CUARTO MISTERIO: JESUS RESUCITADO SE APARECE A SUS DISCIPULOS
                        Después de tres días revive el Señor, de muerte y pecado feliz vencedor. Ave, Ave, Ave María,…   “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo.” (Juan 20,22) Palabra de Dios.
Oremos: Ven Espíritu Santo por la poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén.
Ø    QUINTO MISTERIO:         LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO
                        En lengua de fuego, cual dones de amor, llegó hasta los doce el consolador. Ave, Ave, Ave María…   “Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron llenos del Espíritu Santo” Palabra de Dios.
(Padre Nuestro. Ave María, Gloria)
Oremos: Haz de nosotros Señor, un punto de contacto por donde el Espíritu Santo pueda entrar en aquellos a los que alcanzamos, ya sea con nuestras palabras, con nuestra oración o con nuestras vidas.

ð      MEDITACIÓN PERSONAL
                        Tres eran las principales fiestas judías antiguas que perduraban en el tiempo de Cristo: Estaban codificadas en la ley dada a Moisés... Tres veces al año me celebrarás fiesta. Guardarás la fiesta de los ázimos en el mes de Abib, pues en él saliste de Egipto. Guardarás la fiesta de la siega de las primicias de lo que hayas sembrado en el campo. Y la fiesta de la recolección al término del año. (Éxodo 23, 14-17)
            La segunda fiesta judía debía celebrase siete semanas después de la pascua (Levítico 23,15-16) el Espacio de cincuenta días dio origen al nombre de Pentecostés, “Quincuagésimo”. Pentecostés fue el día en que fue dada la Torah (la ley)
            Hoy, Pentecostés, conmemora la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles en formas de lenguas de fuego, porque este hecho fundacional de la Iglesia coincidió con ese día, (Hechos 2,1-4). Descubramos una de las obras maravillosas del Espíritu: El perdón de los pecados... El pecado es una ofensa del hombre a Dios. Si el pecado es mortal destruye el amor en el corazón del hombre, hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. El Espíritu Santo opera en nosotros frutos maravillosos, imposibles para las solas fuerzas humanas. El fruto del Espíritu es, amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gálatas 5,25)
           
MISTAGOGIA
Los Atributos del Espíritu Santo.
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            Espíritu de Verdad.  El Espíritu Santo es quien, luego de la partida de Jesús conservará para los discípulos la misma verdad por El revelada y anunciada.  La misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo se encuentran, está enlazadas la una con la otra, se complementan, en el afirmar la verdad y la victoria del amor.  El Espíritu Santo guía a la Iglesia hacia un constante progreso en la comprensión de la verdad revelada.  El vela sobre la enseñanza de dicha verdad, sobre su conservación y sobre su aplicación a las mutables situaciones históricas.

            Señor y dador de vida.  En la celebración de la Eucaristía decimos “creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida”.  El Papa Juan Pablo II usó estas palabras como título de su encíclica sobre el Espíritu Santo. El Espíritu Santo, que con el Padre y el Hijo es “soplo creador”, tiene como propiedad específica el verificar y gobernar todo. Esta específica presencia resalta en los momentos más significativos y determinantes de la vida del mundo, de la Iglesia y de cada cristiano.

            Fuerza de lo alto. Jesús dijo de sí que era luz que ilumina a cada hombre (Cfr. Juan 8,12). Y prometió el Espíritu Santo como el Espíritu de la verdad que os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14,26).  Pero Jesús no promete sólo la luz, sino también la fuerza, para acogerla y dar testimonio de ella.  Dice Jesús a los apóstoles: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo... Y seréis mis testigos” (Hechos. 1,8).  Y Pablo dice a Timoteo que Dios nos ha dado un Espíritu de fortaleza que nos capacita para defender el buen depósito de la fe con la ayuda del Espíritu Santo recibido.

            Pentecostés.   El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (Cfr. Hechos. 2,36) derrama profusamente el Espíritu.  En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto por todos los que creen en El: En la humanidad de la carne y en la fe, participan ya en la comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los “últimos tiempos”, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado: Hemos visto la verdadera luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado.

            El símbolo del Agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el bautismo, ya que después de la invocación del Espíritu Santo esta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento
            La Unción, con el óleo es también significativa del Espíritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en el sinónimo suyo. En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la confirmación llamada justamente en las Iglesias de oriente, -crismación-
            El Fuego, mientras que el agua significaba el nacimiento de la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que surgió como el fuego y cuyas palabras abrazaban como antorcha, con su oración atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo.
            La Nube y la Luz, estos dos símbolos son inseparables en la manifestación del Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo testamento, la nube, unas veces oscura y otras luminosas, revelan al Dios vivo y salvador, teniendo así un velo sobre la trascendencia de su gloria. Con Moisés en la montaña del Sinaì en las tiendas de reunión y durante la marcha por el desierto, con Salomón con la dedicación del templo.
            El Sello, es un símbolo cercano al de la unción, en efecto, es Cristo quien “Dios ha marcado con su sello” y el Padre nos marca también con El, con su sello.
            La Mano, imponiendo las manos Jesús cura los enfermos y bendice a los niños. En su nombre, los apóstoles harán lo mismo. Más aún, mediante la imposición de manos de los apóstoles el Espíritu Santo nos es dado.
            El Dedo, Por el dedo de Dios, expulsó Jesús los demonios. Si la ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra por el dedo de Dios, la carta de Cristo entregada a los apóstoles está escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra sino en las tablas de carne del corazón.
            La Paloma, al final del diluvio (cuyo símbolo se refiere al bautismo), la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo. Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo en forma de paloma baja y se posa sobre Él. El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados.

QUIÉN ES EL ESPÍRITU
           
El Espíritu es principio de fe “nadie puede decir que Jesús es el Señor, sino iluminado por el Espíritu Santo.”  1 Corintios 12,3b-7
            El Espíritu es principio de conocimiento sobrenatural: El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo.
            El Espíritu es principio de santificación: “Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”.
            El Espíritu es principio de Amor. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
            El Espíritu es principio de conducta moral. Que es el proceder de los hijos de Dios, regenerados por la sangre de Cristo, liberados del pecado y de la muerte, por la fuerza del Espíritu que da vida en Cristo Jesús.
            El Espíritu, es principio de valor. “porque no nos dio el Señor un Espíritu de timidez, sino de fortaleza para dar testimonio del Evangelio”.
            El Espíritu es principio de la esperanza. “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebozar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
            El Espíritu es principio de oración.
            Espíritu de unidad.  Porque une a todos en el único e indivisible cuerpo de Cristo. El principio y prenda de vida eterna. 

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

San Pablo enumera los doce principales frutos del Espíritu Santo de la siguiente manera: Tres se refieren a Dios (caridad, gozo y paz) Tres a la persona (modestia, continencia y castidad) Seis se refieren al prójimo (paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre y fidelidad).
            Dice la Escritura: “Por el contrario, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia; contra estas cosas no hay ley. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. No busquemos la vanagloria, provocándonos mutuamente y teniendo envidia unos a otros." (Gálatas 5, 22-26)

            El catecismo de la Iglesia Católica afirma: “Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Numeral 1832).

CARIDAD, GOZO Y PAZ
            La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. (Catecismo 1822)
1823    Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Juan 13,34). Amando a los suyos "hasta el fin" (Juan 13,1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor" (Juan 15,9). Y también: "Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado" (Juan 15,12).
El gozo nace de la posesión de Dios, que no es otra cosa que el reposo y el contento que se encuentra en el goce del bien poseído.
-La paz que, según San Agustín; es la tranquilidad en el orden. Mantiene al alma en la posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto. Excluye toda clase de turbación y de temor.
El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf.  2 Timoteo 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas (Catecismo 2015).

MODESTIA, CONTINENCIA Y CASTIDAD
            El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia, inspira la elección del vestido. Mantiene el silencio o la reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción. (Catecismo 2522).  La pureza del corazón requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreción. El pudor preserva la intimidad de la persona. (Catecismo 2533).
            La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o celibatarias" (CDF, decl. "Persona humana" 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia. (Catecismo 2349) Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad. (Catecismo 2350)
            Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mateo 5,28). El noveno mandamiento pone en guardia contra la codicia o concupiscencia de la carne. La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón y la práctica de la templanza.

PACIENCIA, BENIGNIDAD, BONDAD, LONGANIMIDAD, MANSEDUMBRE Y FIDELIDAD
            Mediante un vivir según Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios, "Reino de justicia, de verdad y de paz" (MR, Prefacio de Jesucristo Rey). Sin embargo, no abandonan sus tareas terrenas; fieles al Maestro, las cumplen con rectitud, paciencia y amor. (Catecismo 2046). El respeto a los padres irradia en todo el ambiente familiar. "Corona de los ancianos son los hijos de los hijos" (Proverbios 17,6). "Soportaos unos a otros en la caridad, en toda humildad, dulzura y paciencia" (Efesios 4,2).
            Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las múltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfección infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, "pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sabiduría 13,5). (Catecismo 41). Si el mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿De dónde viene? ¿Quién es responsable de él? ¿Dónde está la posibilidad de liberarse del mal? (Catecismo 284).
            Así pues, el "Amén" final del Credo recoge y confirma su primera palabra: "Creo". Creer es decir "Amén" a las palabras, a las promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de El que es el Amén de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada día será también el "Amén" al "Creo" de la Profesión de fe de nuestro Bautismo (Catecismo 1064). La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. (Catecismo 2044). Las promesas hechas a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divinas. Deben ser respetadas en justicia. Ser infiel a ellas es usar mal el nombre de Dios y, en cierta manera, hacer de Dios un mentiroso (cf 1 Juan 1,10).
            La benignidad se manifiesta en generosidad y en un deseo de hacer bien a otras personas y de ponerlas en un mejor plano. Jamás usa las faltas de otros para ponerlos en aprietos. Una persona benigna muestra simpatía a los que sufren y se empeña en ayudar a resolver los problemas de los demás, atendiendo a que no se note ese servicio. Ese es el individuo que da siempre la blanda respuesta que quita la ira y se aleja de los choques y explosiones temperamentales (cf. Proverbios 15,1). San Pablo pone a Cristo como ejemplo de benignidad: "Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo" (2 Corintios 10,1).
            La longanimidad es semejante a la paciencia: Es una disposición estable por la que esperamos con ecuanimidad, sin quejas ni amarguras, y todo el tiempo que Dios quiera, las dilaciones queridas o permitidas por Él, antes de alcanzar las metas ascéticas o apostólicas que nos proponemos. Este fruto del Espíritu Santo da al alma la certeza plena de que -si pone los medios, si hay lucha ascética, si recomienza siempre- se realizarán esos propósitos. “¿Desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión? (Romanos 2,4).
            La mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento injusto de otro. Jesús enseña: "Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra (Mateo 5,4). Él mismo es modelo: Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo (2 Corintios 10,1). Y lo reitera en su carta a los colosenses: Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia (Colosenses 3, 12).



DONES DEL ESPIRITU SANTO
El profeta Isaías, anunció que el Espíritu Santo de Dios, traerá a quien le es fiel, siete preciosos regalos o dones (Isaías 11,2). Estos dones son:
            Dice la Sagrada Escritura: "Un brote saldrá del tronco de Jesé, un vástago surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fuerza, espíritu de conocimiento y de temor del Señor. En el temor del Señor se inspirará; no juzgará por lo que sus ojos vean, ni fallará por lo que oigan sus oídos" (Isaías 11, 1-3).

El Apóstol san Pablo, recomienda, dejarse guiar por el Espíritu Santo: "Así pues, hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para tener que vivir de acuerdo con ellos. Porque si vivís según los bajos instintos, moriréis; pero si, conforme al Espíritu, dais muerte a las acciones carnales, viviréis. Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre!" (Romanos 8, 12-15). 

1.         SABIDURÍA: Perfecciona la virtud misma de la caridad, haciendo dócil la mente del hombre para juzgar, bajo el impulso del Espíritu Santo. “"Por eso supliqué, y me fue concedida la prudencia; oré, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza. Ni la comparé a piedra inestimable, pues todo el oro en su presencia es un poco de arena, como lodo es reputada la plata ante ella. La amé más que a la salud y la belleza y preferí su posesión a la misma luz, porque su resplandor es inextinguible. Me vinieron con ella todos los bienes, pues ella tenía en sus manos una riqueza incalculable." (Sabiduría 7, 8-11).

Gusto  especial por  todo lo  que es  espiritual por  todo  lo  que se refiere  a Dios o  al  bien  de  las  almas. Este  don  nos  fue regalado  desde  el  día  del BAUTISMO, y  se  nos  va  aumentando  si  se  lo  pedimos  rezando.  Nos  hace  llamar  desgracia  al  pecado, al  no  cumplir  con  el  deber,  a  la  infidelidad  a  Dios. Da  una  experiencia sabrosa  sobrenatural, quita los  motivos  humanos al  obrar,  hace  que  no  obremos  solo  para  que  las  personas  nos  agradezcan o  nos estimen,  sino  para  solo  agradar  a  Dios. Esta sabiduría  es  a  la  que  se refiere  la  Santa  Biblia, la  Sabiduría  vale  más  que todos  los  objetos  preciosos y no  hay  nada  que  se  le  pueda  comparar( Prov. 8-11) el don  de  la  Sabiduría hace que sea  muy  agradable  rezar,  hace  que la  persona  goce  en  la  oración,  y  encuentre verdadero gusto en  la  lectura  de  buenos libros. Hace  que  nos  alejemos  de  todo  lo  que  pueda  ofender  a  Dios, por  eso  los  santos  decían: prefiero morir  antes  que  pecar.

2.         DON DE  FORTALEZA: Es  una  fuerza  especial para realizar  lo  que  Dios  quiere  para  nosotros y  para  resistir con  paciencia y  valorar  las  contrariedades de  la  vida. Seréis  revestidos  de  la  fuerza de lo  alto, prometió  Jesús( Lucas 24) la  gente admira el  valor  de  los  mártires  de  la  paciencia de  tantas  personas  santas,  de la  constancia  de  los  héroes católicos que se  imaginaron  que  esa  fuerza  era  de  ellos  mismos, pero  en  realidad toda  la  fortaleza  de  tenían  del  E.S.  A  ejemplo  de  Pedro,   que  después  de  negar  tres  veces  a  Jesús  por  miedo y  cobardía,  luego  lo predicó  ante  los  tribunales, en  plazas  fue  a  la  cárcel,  y  hasta  dio  su  vida  por  Él,  Pedro recibió  el  Don  de  Fortaleza.  Este don  convirtió  al  Joven  de 15  años, SANTO DOMINGO SAVIO, en un muchacho  llenos  de  virtudes,  en  grado  que practicara  su  lema  valeroso,  antes  morir  que  pecar.

3.         DON DE  CONSEJO: Este don  hace  que  al  momento  de  escoger,  escojamos  lo  que  más  nos  conviene, nos  inspira  que  debemos  hacer  y  cómo  debemos  hacerlo,  lo  que s e  debe  decir y  como  debemos decirlo,  lo  que  Se  debe  evitar  y  lo  que  se  debe callar. Nos  llena  de  inspiraciones,  a veces  por  medio  de  una  buena  lectura el don  de  consejo nos  ilumina que  es  lo  que  Dios está  esperando  de  nosotros. Es lo que admiraba de ciertos santos, Ej. SAN JUAN  BOSCO,  no  había  hecho  estudios  de  ninguna  clase,  pero  daba  consejos   que ni  siquiera  un  doctor era capaz  de  darlos,  a sus  discípulos  el  Espíritu Santo   les  enseñará  todo.

4.         DON  DE  PIEDAD:   Es  una  especie   de afecto filial  hacia Dios, es  lo  que  nos hace  sentir  un  gusto  especial  por  todas  las  cosas  de  Dios,  a  su  culto,  a  su  palabra,  a  sus  sacramentos etc. Para poder tener un gusto especial por la oración y la meditación. Este  don  fue  el  que  concedió a  San  francisco  Javier, san francisco  de  Asís, y san  pablo, tanto  deseo  de  conocer a  Dios  a  través  de  muchas  personas y  hacerlo  amar  por  el  mayor  número  de  personas.

            El don de piedad, consejo y fortaleza perfeccionan las virtudes humanas de la justicia, prudencia y fortaleza. La piedad nos da la conciencia sobrenatural de ser hijos de Dios. El don de consejo hace dócil la persona para apreciar lo que es grato a Dios. El don de la fortaleza confiere firmeza en la Fe y constancia en la lucha interior.

5.         DON  DE  ENTENDIMIENTO:  Es  una  facilidad  para  comprender lo  que  Dios  nos  dice  por  medio  de  su  palabra  en  la  Santa Biblia  o por  otros  medios. Podemos pasar  años  leyendo  partes  de  la  santa  Biblia, y  no  entender  nada,  pero  si  pedimos  al  Espíritu Santo, sus  dones,  comprenderemos  lo  que  antes  no   entendíamos. Esto les  sucedió  a  los  apóstoles después  de  la  resurrección  de  Jesús, el Espíritu Santo les  hizo  comprender  todo  lo  que  Jesús  les  había  enseñado y  que  antes  no  comprendían. San   AGUSTIN  Y  SAN  ANTONIO,  le  parecían  cortas  las  largas  noches en  que  pasaban  leyendo  la  Santa  Biblia, porque  descubrían  cosas  maravillosas,  que  antes  no  habían  descubierto  aunque  leían y  leía.

6.         DON DE CIENCIA: Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso.  Muchas personas  creen como  verdadero  lo  que es  falso,  y  no  aceptan  lo  que  es  verdad,  solo  cuando el  ESPIRITU  SANTO, les    el  Don  de la  ciencia,  sabrán  distinguir que  es  verdad  y  que e s  mentira,  este   don  hace ver  el  verdadero  valor de  las  riquezas y  de  los  honores que  se  acaban fácilmente, este don  ha  llenado  de religiosos los  conventos porque  convence que  lo  que  más  vale  no e s  lo  material sino  lo  espiritual.

7.         DON  DE  TEMOR  A  DIOS: 
                        Es el hábito que nos lleva a referenciar  la majestad de Dios y a temer apartarse de él. Perfecciona la esperanza y está íntimamente unido a la caridad, porque solo el que ama algo teme perderlo.
Es un  temor  cariñoso   que  nos  inspira miedo a  ofender a  Dios ,  por  ser  un  Padre tan  generoso y  lleno  de  Bondad hacia  nosotros, y  también porque  sabemos que  Dios  no dejarás el  pecado sin castigo, es un  temor  de  disgustar al  ser  que  más  amamos. Este  don  era  el  que  hacía  estallar  e  lágrimas  a los  santos  cuando cometían  alguna  falta, este  don  hizo que  el  Rey  David odiara tanto  la  falta  que  había  cometido. Este fue el don que obtuvo magdalena se apartara para siempre del pecado. San Juan  Bosco por  este  don, le  tenía  miedo  al  pecado que  a veces  con  solo oír  nombrar ciertos  pecados sentía  nauseas.

EL PAPA FRANCISCO
 “La esperanza cristiana y el Espíritu Santo”

El Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”. La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cf. Hebreos 6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.

El Apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (Romanos 15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.

La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Romanos 12,12): alegres de esperar, y no solo esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría. Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar. (Catequesis Papa Francisco 31 de mayo 2017).

            El Papa Francisco da recomendaciones, con base en los dones del Espíritu Santo  °°°°
SABIDURÍA: El Papa pide “¡No más guerra, no más destrucción!” en Siria
ENTENDIMIENTO: El Papa invita a “rasgar el velo de oscuridad” que ciega nuestra mente
CONSEJO: El Papa pide a los jóvenes decir “no a cualquier tipo de droga”
FORTALEZA: El Papa invoca el don de la fortaleza para “levantar nuestros corazones”
CIENCIA: El Papa defiende “custodiar y no apropiarnos de la Creación” en su Audiencia General
PIEDAD: Papa Francisco: “Tener piedad no es poner cara de estampita”
TEMOR DE DIOS: El don del temor a Dios para evitar “políticos corruptos y traficantes de armas” Fuente: Vida Nueva. Álvaro Espinosa.

El Papa Francisco animó a confiar en el Espíritu Santo a aquellos que sienten sus corazones cerrados por el miedo.
“el Espíritu libera los corazones cerrados por el miedo. Vence las resistencias. A quien se conforma con medias tintas, le ofrece ímpetus de entrega. Ensancha los corazones estrechos. Anima a servir a quien se apoltrona en la comodidad. Hace caminar al que se cree que ya ha llegado. Hace soñar al que cae en tibieza. He aquí el cambio del corazón”.
Frente a aquellos que “prometen períodos de cambio, nuevos comienzos, renovaciones portentosas”, la experiencia enseña que “ningún esfuerzo terreno por cambiar las cosas satisface plenamente el corazón del hombre”. Por el contrario, “el cambio del Espíritu es diferente: no revoluciona la vida a nuestro alrededor, pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los problemas, pero nos hace libres por dentro para afrontarlos; no nos da todo inmediatamente, sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos cansemos jamás de la vida”.
“El Espíritu mantiene joven el corazón –esa renovada juventud. La juventud, a pesar de todos los esfuerzos para alargarla, antes o después pasa; el Espíritu, en cambio, es el que previene el único envejecimiento malsano, el interior”. “¿Cómo lo hace?”: “Renovando el corazón, transformándolo de pecador en perdonado. Este es el gran cambio: de culpables nos hace justos y, así, todo cambia, porque de esclavos del pecado pasamos a ser libres, de siervos a hijos, de descartados a valiosos, de decepcionados a esperanzados. De este modo, el Espíritu Santo hace que renazca la alegría, que florezca la paz en el corazón”. (Homilía 20 de mayo 2018. Fuente: Aciprensa.