3 de junio 2019. Jesús promete a
los apóstoles el Espíritu Santo cuando se dispone a dejarlos diciendo: “Si me amáis,
guardareis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará el Paráclito para
que esté con vosotros para siempre” (Juan 14,15). La obra del Maestro de Nazareth, continúa su
rumbo gracias al Espíritu del Padre celestial. Lo que no entendemos, lo que no
podemos, aquello que causa desacierto, encontrará su solución gracias a la
asistencia del Espíritu Santo. Será el
que consolará, asistirá, defenderá, protegerá a los Apóstoles, a la Iglesia y a
nosotros mismos. Es el culmen de la obra de Cristo y el inicio de la misión de
nosotros como Iglesia.
He
organizado algunos apuntes para dar paso a la reflexión sobre la perfecta obra
del Espíritu Santo de Dios. Quienes se han dejado guiar por el Espíritu de
Dios, han alcanzado la gloria de la santidad, del martirio, del gigante apóstol
de la fe. Razón tenía san Pablo cuando afirmaba, “nada podemos hacer, si no es
con el auxilio del Espíritu Santo.”
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué.
LA PALABRA DE DIOS
NOS PERMITE VER LA VIDA SEGÚN LA
GRACIA DEL ESPÍRITU
“Nadie
puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo
espíritu; hay diversidad de ministerios pero un mismo Señor; hay diversidad de
funciones pero un mismo Dios que obra todo en todos. “1 Corintios 12, b-7.12-13
“°°°
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto: exhaló su
aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados: a quienes los retengáis, les
quedarán retenidos. °°°” Juan 20, 19-23.
NUESTRO ROSARIO AL ESPÍRITU SANTO
Seréis
testigos de Cristo en virtud de la Gracia recibida del Espíritu Santo. Parte
fundamental de la identidad cristiana. Quien conoce a Jesús, no aguanta las
ganas de hacerlo conocer al mundo. La Palabra de Dios quema por dentro y sólo
se descansa cuando se da a conocer a otros.
Meditar
los dones en el santo rosario al Espíritu de Dios, constituye una valiosa ayuda
para contemplar las manifestaciones del Espíritu, como se dieron en la vida de
Jesús y de la Iglesia naciente.
Ø PRIMER MISTERIO: Encarnación de Jesús.
Llegó
hasta María del Ángel la voz, serás tu le dices la madre de Dios. Ave, Ave, ave
María… “El Espíritu Santo vendrá sobre
ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc. 1,35) Palabra de
Dios.
(Padre Nuestro. Ave María,
Gloria)
Oremos: Ven Espíritu Santo por la
poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa.
Amén.
Ø SEGUNDO MISTERIO: Bautismo de Jesús en el Jordán
Desciende
del cielo al hijo de Dios. Espíritu Santo, la fuente de amor. Ave, Ave, Ave María… “Y bajó sobre El, el Espíritu Santo y vino:
Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy” Palabra de Dios.
(Padre Nuestro. Ave María,
Gloria)
Oremos: Ven Espíritu Santo por la
poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén
Ø TERCER MISTERIO: Jesús Muere en la Cruz.
En
la Cruz clavado murió el Salvador, dejando a María por Madre de amor. Ave, Ave,
Ave María…. “Cuando tomó Jesús el vinagre dijo: Todo está cumplido. E
inclinando la cabeza entregó el espíritu. (Juan 19,30) Palabra de Dios.
Oremos: Ven Espíritu Santo por la
poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa. Amén
Ø CUARTO MISTERIO: JESUS
RESUCITADO SE APARECE A SUS DISCIPULOS
Después
de tres días revive el Señor, de muerte y pecado feliz vencedor. Ave, Ave, Ave
María,… “Dicho esto, sopló sobre ellos
y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo.” (Juan 20,22) Palabra de Dios.
Oremos: Ven Espíritu Santo por la
poderosa intercesión del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa.
Amén.
Ø QUINTO MISTERIO: LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO
En
lengua de fuego, cual dones de amor, llegó hasta los doce el consolador. Ave,
Ave, Ave María… “Se les aparecieron
unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de
ellos; quedaron llenos del Espíritu Santo” Palabra de Dios.
(Padre Nuestro. Ave María,
Gloria)
Oremos: Haz de nosotros Señor, un
punto de contacto por donde el Espíritu Santo pueda entrar en aquellos a los
que alcanzamos, ya sea con nuestras palabras, con nuestra oración o con nuestras
vidas.
ð MEDITACIÓN PERSONAL
Tres
eran las principales fiestas judías antiguas que perduraban en el tiempo de
Cristo: Estaban codificadas en la ley dada a Moisés... Tres veces al año me
celebrarás fiesta. Guardarás la fiesta de los ázimos en el mes de Abib, pues en
él saliste de Egipto. Guardarás la fiesta de la siega de las primicias de lo
que hayas sembrado en el campo. Y la fiesta de la recolección al término del
año. (Éxodo 23, 14-17)
La
segunda fiesta judía debía celebrase siete semanas después de la pascua
(Levítico 23,15-16) el Espacio de cincuenta días dio origen al nombre de
Pentecostés, “Quincuagésimo”. Pentecostés fue el día en que fue dada la Torah
(la ley)
Hoy,
Pentecostés, conmemora la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles en
formas de lenguas de fuego, porque este hecho fundacional de la Iglesia
coincidió con ese día, (Hechos 2,1-4). Descubramos una de las obras
maravillosas del Espíritu: El perdón de los pecados... El pecado es una ofensa
del hombre a Dios. Si el pecado es mortal destruye el amor en el corazón del
hombre, hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.
El Espíritu Santo opera en nosotros frutos maravillosos, imposibles para las
solas fuerzas humanas. El fruto del Espíritu es, amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gálatas 5,25)
MISTAGOGIA
Los Atributos del Espíritu Santo.
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Espíritu de Verdad. El Espíritu Santo es quien, luego de la
partida de Jesús conservará para los discípulos la misma verdad por El revelada
y anunciada. La misión del Hijo y la misión
del Espíritu Santo se encuentran, está enlazadas la una con la otra, se
complementan, en el afirmar la verdad y la victoria del amor. El Espíritu Santo guía a la Iglesia hacia un constante
progreso en la comprensión de la verdad revelada. El vela sobre la enseñanza de dicha verdad,
sobre su conservación y sobre su aplicación a las mutables situaciones históricas.
Señor y dador de vida. En la celebración de la Eucaristía decimos
“creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida”. El Papa Juan Pablo II usó estas palabras como
título de su encíclica sobre el Espíritu Santo. El Espíritu Santo, que con el
Padre y el Hijo es “soplo creador”, tiene como propiedad específica el
verificar y gobernar todo. Esta específica presencia resalta en los momentos más
significativos y determinantes de la vida del mundo, de la Iglesia y de cada
cristiano.
Fuerza de lo alto. Jesús dijo de sí que
era luz que ilumina a cada hombre (Cfr. Juan 8,12). Y prometió el Espíritu
Santo como el Espíritu de la verdad que os lo enseñará todo y os recordará todo
lo que yo os he dicho” (Juan 14,26).
Pero Jesús no promete sólo la luz, sino también la fuerza, para acogerla
y dar testimonio de ella. Dice Jesús a
los apóstoles: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo... Y seréis mis
testigos” (Hechos. 1,8). Y Pablo dice a
Timoteo que Dios nos ha dado un Espíritu de fortaleza que nos capacita para
defender el buen depósito de la fe con la ayuda del Espíritu Santo recibido.
Pentecostés. El día de Pentecostés (al término de las
siete semanas pascuales), la pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu
Santo que se manifiesta, da y comunica como persona divina: desde su plenitud,
Cristo, el Señor (Cfr. Hechos. 2,36) derrama profusamente el Espíritu. En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad.
Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto por todos los que
creen en El: En la humanidad de la carne y en la fe, participan ya en la comunión
de la Santísima
Trinidad. Con su venida que no cesa, el Espíritu Santo hace
entrar al mundo en los “últimos tiempos”, el tiempo de la Iglesia , el Reino ya
heredado, pero todavía no consumado: Hemos visto la verdadera luz, hemos
recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible
porque ella nos ha salvado.
El
símbolo del Agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el
bautismo, ya que después de la invocación del Espíritu Santo esta se convierte
en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento
El
Fuego, mientras que el agua significaba el nacimiento de la fecundidad de la
vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de
los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que surgió como el fuego y cuyas
palabras abrazaban como antorcha, con su oración atrajo el fuego del cielo
sobre el sacrificio del monte Carmelo.
El
Sello, es un símbolo cercano al de la unción, en efecto, es Cristo quien “Dios
ha marcado con su sello” y el Padre nos marca también con El, con su sello.
La
Mano, imponiendo las manos Jesús cura los enfermos y bendice a los niños. En su
nombre, los apóstoles harán lo mismo. Más aún, mediante la imposición de manos
de los apóstoles el Espíritu Santo nos es dado.
El
Dedo, Por el dedo de Dios, expulsó Jesús los demonios. Si la ley de Dios ha
sido escrita en tablas de piedra por el dedo de Dios, la carta de Cristo
entregada a los apóstoles está escrita no con tinta, sino con el Espíritu de
Dios vivo; no en tablas de piedra sino en las tablas de carne del corazón.
QUIÉN ES EL ESPÍRITU
El
Espíritu es principio de conocimiento sobrenatural: El Espíritu Santo que el
Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo.
El
Espíritu es principio de santificación: “Habéis sido lavados, habéis sido
santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en
el Espíritu de nuestro Dios”.
El
Espíritu es principio de Amor. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
El
Espíritu es principio de conducta moral. Que es el proceder de los hijos de
Dios, regenerados por la sangre de Cristo, liberados del pecado y de la muerte,
por la fuerza del Espíritu que da vida en Cristo Jesús.
El
Espíritu, es principio de valor. “porque no nos dio el Señor un Espíritu de
timidez, sino de fortaleza para dar testimonio del Evangelio”.
El
Espíritu es principio de la esperanza. “El Dios de la esperanza os colme de
todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebozar de esperanza por la fuerza del Espíritu
Santo.
El
Espíritu es principio de oración.
Espíritu
de unidad. Porque une a todos en el único
e indivisible cuerpo de Cristo. El principio y prenda de vida eterna.
LOS FRUTOS DEL
ESPÍRITU SANTO
San Pablo enumera los doce
principales frutos del Espíritu Santo de la siguiente manera: Tres se refieren
a Dios (caridad, gozo y paz) Tres a la persona (modestia, continencia y
castidad) Seis se refieren al prójimo (paciencia, benignidad, bondad,
longanimidad, mansedumbre y fidelidad).
Dice
la Escritura: “Por el contrario, los frutos del Espíritu son: amor, alegría,
paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia; contra
estas cosas no hay ley. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne
con sus pasiones y concupiscencias. Si vivimos por el Espíritu, dejémonos
conducir por el Espíritu. No busquemos la vanagloria, provocándonos mutuamente
y teniendo envidia unos a otros." (Gálatas 5, 22-26)
El
catecismo de la Iglesia Católica afirma: “Los frutos del Espíritu son
perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la
gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo,
paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad,
modestia, continencia, castidad" (Numeral 1832).
CARIDAD,
GOZO Y PAZ
La
caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas
por él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
(Catecismo 1822)
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento
nuevo (cf Juan 13,34). Amando a los suyos "hasta el fin" (Juan 13,1),
manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los
discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús
dice: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced
en mi amor" (Juan 15,9). Y también: "Este es el mandamiento mío: que
os améis unos a otros como yo os he amado" (Juan 15,12).
El gozo nace de la
posesión de Dios, que no es otra cosa que el reposo y el contento que se
encuentra en el goce del bien poseído.
-La paz que, según
San Agustín; es la tranquilidad en el orden. Mantiene al alma en la posesión de
la alegría contra todo lo que es opuesto. Excluye toda clase de turbación y de
temor.
El camino de la
perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate
espiritual (cf. 2 Timoteo 4). El
progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen
gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas (Catecismo
2015).
MODESTIA,
CONTINENCIA Y CASTIDAD
El
pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y
a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones
del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor
es modestia, inspira la elección del vestido. Mantiene el silencio o la reserva
donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en
discreción. (Catecismo 2522). La pureza
del corazón requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreción. El
pudor preserva la intimidad de la persona. (Catecismo 2533).
La
castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de
vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de
dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la
manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o
celibatarias" (CDF, decl. "Persona humana" 11). Las personas
casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la
castidad en la continencia. (Catecismo 2349) Los novios están llamados a vivir
la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del
mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el
uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las
manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse
mutuamente a crecer en la castidad. (Catecismo 2350)
Todo
el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón" (Mateo 5,28). El noveno mandamiento pone en guardia contra la
codicia o concupiscencia de la carne. La lucha contra la concupiscencia de la
carne pasa por la purificación del corazón y la práctica de la templanza.
PACIENCIA,
BENIGNIDAD, BONDAD, LONGANIMIDAD, MANSEDUMBRE Y FIDELIDAD
Mediante
un vivir según Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios,
"Reino de justicia, de verdad y de paz" (MR, Prefacio de Jesucristo
Rey). Sin embargo, no abandonan sus tareas terrenas; fieles al Maestro, las
cumplen con rectitud, paciencia y amor. (Catecismo 2046). El respeto a los
padres irradia en todo el ambiente familiar. "Corona de los ancianos son
los hijos de los hijos" (Proverbios 17,6). "Soportaos unos a otros en
la caridad, en toda humildad, dulzura y paciencia" (Efesios 4,2).
Todas
las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre
creado a imagen y semejanza de Dios. Las múltiples perfecciones de las
criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfección
infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones
de sus criaturas, "pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se
llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sabiduría 13,5). (Catecismo
41). Si el mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué
existe el mal? ¿De dónde viene? ¿Quién es responsable de él? ¿Dónde está la
posibilidad de liberarse del mal? (Catecismo 284).
Así
pues, el "Amén" final del Credo recoge y confirma su primera palabra:
"Creo". Creer es decir "Amén" a las palabras, a las
promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de El que es el Amén
de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada día será
también el "Amén" al "Creo" de la Profesión de fe de
nuestro Bautismo (Catecismo 1064). La fidelidad de los bautizados es una
condición primordial para el anuncio del evangelio y para la misión de la
Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de
irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el
testimonio de vida de los cristianos. (Catecismo 2044). Las promesas hechas a
otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la
autoridad divinas. Deben ser respetadas en justicia. Ser infiel a ellas es usar
mal el nombre de Dios y, en cierta manera, hacer de Dios un mentiroso (cf 1 Juan
1,10).
La
benignidad se manifiesta en generosidad y en un deseo de hacer bien a otras
personas y de ponerlas en un mejor plano. Jamás usa las faltas de otros para
ponerlos en aprietos. Una persona benigna muestra simpatía a los que sufren y
se empeña en ayudar a resolver los problemas de los demás, atendiendo a que no
se note ese servicio. Ese es el individuo que da siempre la blanda respuesta
que quita la ira y se aleja de los choques y explosiones temperamentales (cf. Proverbios
15,1). San Pablo pone a Cristo como ejemplo de benignidad: "Soy yo, Pablo
en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo"
(2 Corintios 10,1).
La
longanimidad es semejante a la paciencia: Es una disposición estable por la que
esperamos con ecuanimidad, sin quejas ni amarguras, y todo el tiempo que Dios
quiera, las dilaciones queridas o permitidas por Él, antes de alcanzar las
metas ascéticas o apostólicas que nos proponemos. Este fruto del Espíritu Santo
da al alma la certeza plena de que -si pone los medios, si hay lucha ascética,
si recomienza siempre- se realizarán esos propósitos. “¿Desprecias, tal vez,
sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa
bondad de Dios te impulsa a la conversión? (Romanos 2,4).
La
mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una
forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por
el comportamiento injusto de otro. Jesús enseña: "Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra” (Mateo 5,4). Él
mismo es modelo: “Soy yo, Pablo en persona, quien
os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo”
(2 Corintios 10,1). Y lo reitera en su carta a los colosenses: “Revestíos,
pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas
de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia”
(Colosenses 3, 12).
DONES DEL ESPIRITU
SANTO
El profeta Isaías, anunció que el
Espíritu Santo de Dios, traerá a quien le es fiel, siete preciosos regalos o dones
(Isaías 11,2). Estos dones son:
Dice
la Sagrada Escritura: "Un brote saldrá del tronco de Jesé, un vástago
surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de
sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fuerza, espíritu de conocimiento
y de temor del Señor. En el temor del Señor se inspirará; no juzgará por lo que
sus ojos vean, ni fallará por lo que oigan sus oídos" (Isaías 11, 1-3).
El Apóstol san
Pablo, recomienda, dejarse guiar por el Espíritu Santo: "Así pues,
hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para tener que vivir de
acuerdo con ellos. Porque si vivís según los bajos instintos, moriréis; pero
si, conforme al Espíritu, dais muerte a las acciones carnales, viviréis. Los
que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no
recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino
que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba!
¡Padre!" (Romanos 8, 12-15).
1. SABIDURÍA: Perfecciona la virtud misma de la caridad,
haciendo dócil la mente del hombre para juzgar, bajo el impulso del Espíritu
Santo. “"Por eso supliqué, y me fue concedida la prudencia; oré, y vino a
mí el espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y en su
comparación tuve en nada la riqueza. Ni la comparé a piedra inestimable, pues
todo el oro en su presencia es un poco de arena, como lodo es reputada la plata
ante ella. La amé más que a la salud y la belleza y preferí su posesión a la
misma luz, porque su resplandor es inextinguible. Me vinieron con ella todos
los bienes, pues ella tenía en sus manos una riqueza incalculable." (Sabiduría
7, 8-11).
Gusto especial por
todo lo que es espiritual por todo
lo que se refiere a Dios o
al bien de las
almas. Este don nos
fue regalado desde el
día del BAUTISMO, y se
nos va aumentando
si se lo
pedimos rezando. Nos
hace llamar desgracia
al pecado, al no
cumplir con el
deber, a la infidelidad a
Dios. Da una experiencia sabrosa sobrenatural, quita los motivos
humanos al obrar, hace
que no obremos
solo para que
las personas nos
agradezcan o nos estimen, sino
para solo agradar
a Dios. Esta sabiduría es
a la que se
refiere la Santa
Biblia, la Sabiduría vale
más que todos los
objetos preciosos y no hay
nada que se
le pueda comparar( Prov. 8-11) el don de
la Sabiduría hace que sea muy
agradable rezar, hace
que la persona goce
en la oración,
y encuentre verdadero gusto
en la
lectura de buenos libros. Hace que
nos alejemos de
todo lo que
pueda ofender a
Dios, por eso los
santos decían: prefiero
morir antes que
pecar.
2. DON DE FORTALEZA:
Es una
fuerza especial para
realizar lo que
Dios quiere para
nosotros y para resistir con
paciencia y valorar las
contrariedades de la vida. Seréis
revestidos de la
fuerza de lo alto, prometió Jesús( Lucas 24) la gente admira el valor
de los mártires
de la paciencia de
tantas personas santas,
de la constancia de
los héroes católicos que se imaginaron
que esa fuerza
era de ellos
mismos, pero en realidad toda
la fortaleza de
tenían del E.S.
A ejemplo de
Pedro, que después
de negar tres
veces a Jesús por miedo y
cobardía, luego lo predicó
ante los tribunales, en plazas
fue a la
cárcel, y hasta
dio su vida por Él,
Pedro recibió el Don
de Fortaleza. Este don
convirtió al Joven
de 15 años, SANTO DOMINGO SAVIO,
en un muchacho llenos de
virtudes, en grado
que practicara su lema
valeroso, antes morir
que pecar.
3. DON DE CONSEJO: Este
don hace
que al momento
de escoger, escojamos
lo que más
nos conviene, nos inspira
que debemos hacer
y cómo debemos
hacerlo, lo que s e
debe decir y como
debemos decirlo, lo que Se debe
evitar y lo
que se debe callar. Nos llena
de inspiraciones, a veces
por medio de
una buena lectura el don de
consejo nos ilumina que es lo que
Dios está esperando de
nosotros. Es lo que admiraba de ciertos santos, Ej. SAN JUAN BOSCO,
no había hecho
estudios de ninguna
clase, pero daba
consejos que ni siquiera
un doctor era capaz de
darlos, a sus discípulos
el Espíritu Santo les
enseñará todo.
4. DON DE PIEDAD:
Es una especie
de afecto filial hacia Dios,
es lo
que nos hace sentir
un gusto especial
por todas las
cosas de Dios,
a su culto,
a su palabra,
a sus sacramentos etc. Para poder tener un gusto
especial por la oración y la meditación. Este
don fue el
que concedió a San
francisco Javier, san
francisco de Asís, y san
pablo, tanto deseo de
conocer a Dios a
través de muchas
personas y hacerlo amar
por el mayor
número de personas.
El
don de piedad, consejo y fortaleza perfeccionan las virtudes humanas de la
justicia, prudencia y fortaleza. La piedad nos da la conciencia sobrenatural de
ser hijos de Dios. El don de consejo hace dócil la persona para apreciar lo que
es grato a Dios. El don de la fortaleza confiere firmeza en la Fe y constancia
en la lucha interior.
5. DON DE ENTENDIMIENTO: Es
una facilidad para
comprender lo que Dios
nos dice por
medio de su
palabra en la
Santa Biblia o por otros medios. Podemos pasar años
leyendo partes de
la santa Biblia, y
no entender nada,
pero si pedimos
al Espíritu Santo, sus dones,
comprenderemos lo que
antes no entendíamos. Esto les sucedió
a los apóstoles después de
la resurrección de
Jesús, el Espíritu Santo les
hizo comprender todo
lo que Jesús
les había enseñado y
que antes no
comprendían. San AGUSTIN Y
SAN ANTONIO, le
parecían cortas las
largas noches en que
pasaban leyendo la
Santa Biblia, porque descubrían
cosas maravillosas, que
antes no habían
descubierto aunque leían y
leía.
6. DON DE CIENCIA: Es una facilidad para distinguir entre lo
verdadero y lo falso. Muchas
personas creen como verdadero
lo que es falso,
y no aceptan
lo que es
verdad, solo cuando el
ESPIRITU SANTO, les dé el Don de
la ciencia, sabrán
distinguir que es verdad
y que e s mentira,
este don hace ver
el verdadero valor de
las riquezas y de los honores que
se acaban fácilmente, este
don ha
llenado de religiosos los conventos porque convence que
lo que más
vale no e s lo
material sino lo espiritual.
7. DON DE TEMOR
A DIOS:
Es
el hábito que nos lleva a referenciar la
majestad de Dios y a temer apartarse de él. Perfecciona la esperanza y está
íntimamente unido a la caridad, porque solo el que ama algo teme perderlo.
Es un temor
cariñoso que nos
inspira miedo a ofender a Dios ,
por ser un
Padre tan generoso y lleno
de Bondad hacia nosotros, y
también porque sabemos que Dios
no dejarás el pecado sin castigo,
es un temor de
disgustar al ser que
más amamos. Este don
era el que
hacía estallar e
lágrimas a los santos
cuando cometían alguna falta, este
don hizo que el
Rey David odiara tanto la
falta que había
cometido. Este fue el don que obtuvo magdalena se apartara para siempre
del pecado. San Juan Bosco por este
don, le tenía miedo
al pecado que a veces
con solo oír nombrar ciertos pecados sentía nauseas.
EL PAPA FRANCISCO
“La
esperanza cristiana y el Espíritu Santo”
El Espíritu es el viento que nos
impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y
forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo
“sedentario”. La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cf. Hebreos
6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo
que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la
vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La
esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y
la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o
a la orilla.
El Apóstol Pablo concluye su
Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito
deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe,
para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (Romanos
15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.
La expresión “Dios de la
esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra
esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna;
quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos
hace «alegres en la esperanza» (Romanos 12,12): alegres de esperar, y no solo
esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría.
Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad
también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen
necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para
esperar. (Catequesis Papa Francisco 31 de mayo 2017).
El
Papa Francisco da recomendaciones, con base en los dones del Espíritu
Santo °°°°
SABIDURÍA: El Papa pide “¡No más
guerra, no más destrucción!” en Siria
ENTENDIMIENTO: El Papa invita a
“rasgar el velo de oscuridad” que ciega nuestra mente
CONSEJO: El Papa pide a los
jóvenes decir “no a cualquier tipo de droga”
FORTALEZA: El Papa invoca el don
de la fortaleza para “levantar nuestros corazones”
CIENCIA: El Papa defiende
“custodiar y no apropiarnos de la Creación” en su Audiencia General
PIEDAD: Papa Francisco: “Tener
piedad no es poner cara de estampita”
TEMOR DE DIOS: El don del temor a
Dios para evitar “políticos corruptos y traficantes de armas” Fuente: Vida
Nueva. Álvaro Espinosa.
El Papa Francisco
animó a confiar en el Espíritu Santo a aquellos que sienten sus corazones
cerrados por el miedo.
“el Espíritu libera los corazones
cerrados por el miedo. Vence las resistencias. A quien se conforma con medias
tintas, le ofrece ímpetus de entrega. Ensancha los corazones estrechos. Anima a
servir a quien se apoltrona en la comodidad. Hace caminar al que se cree que ya
ha llegado. Hace soñar al que cae en tibieza. He aquí el cambio del corazón”.
Frente a aquellos que “prometen
períodos de cambio, nuevos comienzos, renovaciones portentosas”, la experiencia
enseña que “ningún esfuerzo terreno por cambiar las cosas satisface plenamente
el corazón del hombre”. Por el contrario, “el
cambio del Espíritu es diferente: no revoluciona la vida a nuestro alrededor,
pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los problemas, pero
nos hace libres por dentro para afrontarlos; no nos da todo inmediatamente,
sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos cansemos jamás de
la vida”.
“El Espíritu mantiene joven el
corazón –esa renovada juventud. La juventud, a pesar de todos los esfuerzos
para alargarla, antes o después pasa; el Espíritu, en cambio, es el que previene
el único envejecimiento malsano, el interior”. “¿Cómo lo hace?”: “Renovando el
corazón, transformándolo de pecador en perdonado. Este es el gran cambio: de culpables nos hace justos y, así, todo
cambia, porque de esclavos del pecado pasamos a ser libres, de siervos a hijos,
de descartados a valiosos, de decepcionados a esperanzados. De este modo,
el Espíritu Santo hace que renazca la alegría, que florezca la paz en el
corazón”. (Homilía 20 de mayo 2018. Fuente: Aciprensa.