10
de junio 2019. Un fallo inexplicable. Autor: Padre, Mario García Isaza.
Formador, seminario mayor, Arquidiócesis de Ibagué. He leído, y escuchado en la
voz de Monseñor Elkin Álvarez, el comunicado de la Conferencia Episcopal, en el
que nuestros pastores rechazan el fallo de la Corte Constitucional que autoriza
el consumo de alcohol y alucinógenos en los espacios públicos de nuestras
ciudades y pueblos. Por desgracia, a mi parecer, estos importantísimos actos
del magisterio episcopal, por múltiples razones, no llegan al grueso de
nuestros conciudadanos; su alcance queda reducido a un estrecho círculo; ya no
se leen en los púlpitos, y sistemáticamente los grandes medios de comunicación,
prensa escrita, radio y televisión, les hacen el vacío. Pienso que quienes de
algún modo podemos hacerlo tenemos el deber de difundirlos.
Continúa
la Corte, implacable y siniestra, la tarea con que, extralimitándose muchas
veces en sus funciones y obedeciendo sabe Dios a qué sórdidos intereses, tanto
mal le ha hecho a Colombia. No sé por qué se me han venido a la mente, al
pensar en la labor deletérea del esa corte, los epítetos que Anarkos, en inmortal descripción, le
aplica a la cantera de mina que al derrumbarse, sepulta a los hombres:”frenética,
ciega, bruta y sorda”… Ahora,
esgrimiendo como manido argumento dizque el libre desarrollo de la personalidad,
le dan patente de corso no sólo a los adictos y consumidores; por contera
también a los que, criminalmente, regalan y venden las sustancias malditas;
porque si es lícito e incoercible el consumo en cualquier parte, también lo es
su compra, y por consiguiente su venta…
Libre
desarrollo de la personalidad: lo estampan, y a lo mejor creen estar sentando un sabio principio antropológico y
ético. ¡Insensatos! ¿Qué entenderán por desarrollo
y por personalidad los aturdidos – o maliciosos…- magistrados? ¿Cómo pueden
insinuar siquiera que un mozalbete que se está drogando, alguien que con el alcohol o con un narcótico
cualquiera, arruina su salud física y síquica, está, con eso, desarrollando su
personalidad? No, por cierto; y muy al contrario, la está frenando, la está degradando,
la está encaminando por una vía que conduce a la autodestrucción.
Los
estupefacientes son un veneno, que mata lentamente; con irrefutable lógica,
aplicando la de la corte, insensata y absurda, ninguna autoridad podría impedir que un ciudadano que
intenta envenenarse o suicidarse, lo hiciera.
Con
toda la razón los señores Obispos protestan contra este fallo criminal, y
afirman que él va “en contravía de los esfuerzos de muchas personas e instituciones para
romper el círculo de corrupción, violencia y muerte que el consumo de
estupefacientes ha generado en nuestro país”.
Ya,
gracias a lo establecido en los artículos del Código de policía que ahora la
corte ha tumbado, nuestros parques habían recobrado un poco de su naturaleza de
escenarios para el sano descanso y el esparcimiento familiar; y la autoridad contaba
con las herramientas legales para sanear nuestros andenes, nuestros
establecimientos comerciales, nuestros espacios públicos, el entorno de
nuestras escuelas, colegios y universidades. Ahora vamos a ver todos esos
ámbitos nuevamente convertidos en sitios en que campea sin miedo alguno el
vicio que enferma, y en el bazar en que llenan sus faltriqueras los truhanes
que manejan desde la oscuridad el negocio mil veces maldito del narcotráfico.
Hagámosle
eco al comunicado de los señores Obispos de Colombia. Yo me pregunto si no
sería del caso promover una gigantesca manifestación de protesta contra la
canallesca decisión de la corte; el rechazo casi unánime que ha provocado en
todos los estratos de la sociedad, creo que le aseguraría un éxito inmenso a
tal manifestación. Correo del
autor: magarisaz@hotmail.com