13 de junio 2019. El Papa Francisco advirtió a aquellos que
participan en la exclusión de los más desfavorecidos, construyendo muros y
bloqueando puertas, que Dios está del lado de los pobres y que Él hará justicio.
Dios “no olvida”, aseguró. En el Mensaje del Santo Padre con motivo de la III
Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 17 de noviembre, y
que se difundió este jueves 13 de junio, el Pontífice señaló que “el pobre sabe que Dios no puede abandonarlo;
por eso vive siempre en la presencia de ese Dios que lo recuerda. Su ayuda va
más allá de la condición actual de sufrimiento para trazar un camino de
liberación que transforma el corazón, porque lo sostiene en lo más profundo”.
Así, frente a aquellos que desean alzar muros y bloquear
puertas a los más desfavorecidos, el Papa recordó que el pobre tendrá a Dios de
su lado, “el pobre nunca encontrará a
Dios indiferente o silencioso ante su oración.
Dios es aquel que hace
justicia y no olvida”. “La condición de marginación en la que se ven inmersos
millones de personas no podrá durar mucho tiempo. Su grito aumenta y alcanza a
toda la tierra”, insistió el Papa.
La esperanza de los pobres
Sobre el título del mensaje del Pontífice, “La esperanza de los pobres nunca se
frustrará”, ya indica su intencionalidad, pues expresa “una verdad profunda
que la fe logra imprimir sobre todo en el corazón de los más pobres: devolver
la esperanza perdida a causa de la injusticia, el sufrimiento y la precariedad
de la vida”. Son palabras del Salmo 9 en el que “el salmista describe la
condición del pobre y la arrogancia del
que lo oprime; invoca el juicio de Dios para que se restablezca la justicia
y se supere la iniquidad”.
“Es como si en sus palabras volviese de nuevo la pregunta
que se ha repetido a lo largo de los siglos hasta nuestros días: ¿cómo puede
Dios tolerar esta disparidad? ¿Cómo puede permitir que el pobre sea humillado,
sin intervenir para ayudarlo? ¿Por qué permite que quien oprime tenga una vida
feliz mientras su comportamiento debería ser condenado precisamente ante el
sufrimiento del pobre?”.
Explicó que el salmo se compuso “en un momento de gran
desarrollo económico que, como suele suceder, también produjo fuertes
desequilibrios sociales. La inequidad generó un numeroso grupo de indigentes,
cuya condición parecía aún más dramática cuando se comparaba con la riqueza
alcanzada por unos pocos privilegiados”. “Era una época en la que la gente arrogante y sin ningún sentido de
Dios perseguía a los pobres para apoderarse incluso de lo poco que tenían y
reducirlos a la esclavitud. Hoy no es muy diferente”, lamentó el Papa
Francisco.
Denunció que “la crisis económica no ha impedido a muchos
grupos de personas un enriquecimiento que con frecuencia aparece aún más
anómalo si vemos en las calles de nuestras ciudades el ingente número de pobres
que carecen de lo necesario y que en ocasiones son además maltratados y
explotados”. Esa situación generó nuevas formas de esclavitud, familias
obligadas a abandonar su tierra, huérfanos, jóvenes sin empleo, víctimas de
violencia, de prostitución, de las drogas. “Con frecuencia vemos a los pobres en
los vertederos recogiendo el producto del descarte y de lo superfluo, para
encontrar algo que comer o con qué vestirse. Convertidos ellos mismos en parte
de un vertedero humano son tratados como
desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por parte de
aquellos que son cómplices en este escándalo”.
A los pobres,
“considerados generalmente como parásitos de la sociedad no se les perdona ni
siquiera su pobreza. Se está siempre alerta para juzgarlos. No pueden
permitirse ser tímidos o desanimarse; son vistos como una amenaza o gente
incapaz, sólo porque son pobres”.
Deshacerse de los pobres
Incluso, el Papa denunció el diseño de una arquitectura
hostil “para deshacerse de su presencia, incluso en las calles, últimos lugares
de acogida. Deambulan de una parte a otra de la ciudad, esperando conseguir un
trabajo, una casa, un poco de afecto...”. “Cualquier posibilidad que se les
ofrezca se convierte en un rayo de luz; sin embargo, incluso donde debería
existir al menos la justicia, a menudo se comprueba el ensañamiento en su
contra mediante la violencia de la arbitrariedad”.
“Se ven obligados a trabajar horas interminables bajo el sol
abrasador para cosechar los frutos de la estación, pero se les recompensa con una paga irrisoria; no tienen seguridad en el
trabajo ni condiciones humanas que les permitan sentirse iguales a los demás.
Para ellos no existe el subsidio de desempleo, indemnizaciones, ni siquiera la
posibilidad de enfermarse”. Por otro lado, en la frase del Salmo que da título
al mensaje, el Santo Padre destaca que “se ofrece una hermosa definición del
pobre. Él es aquel que ‘confía en el
Señor’, porque tiene la certeza de que nunca será abandonado”. “El pobre en
la Escritura”, subrayó Francisco, “es el hombre de la confianza”. “Estamos ante
una descripción realmente impresionante que nunca nos hubiéramos imaginado. Sin
embargo, esto no hace sino manifestar la grandeza de Dios cuando se encuentra
con un pobre”.
La misión de la Iglesia
El Papa también explicó en su mensaje cuál es la misión de
la Iglesia con los pobres. Señaló que su vocación “es la de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque
implica a todos en un camino común de salvación”. “Estamos llamados a tocar su
carne para comprometernos en primera persona en un servicio que constituye
auténtica evangelización. La promoción de los pobres, también en lo social, no
es un compromiso externo al anuncio del Evangelio, por el contrario, pone de
manifiesto el realismo de la fe cristiana y su validez histórica”.
La opción por lo pobres, por los últimos y descartados, a
los que la sociedad desecha, “es una opción prioritaria que los discípulos de
Cristo están llamados a realizar para no traicionar la credibilidad de la
Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas indefensas”. En ellas, la
“caridad cristiana encuentra su verificación, porque quien se compadece de sus
sufrimientos con el amor de Cristo recibe fuerza y confiere vigor al anuncio
del Evangelio”.
“Antes que nada, los pobres tienen necesidad de Dios, de su
amor hecho visible gracias a personas santas que viven junto a ellos, las que
en la sencillez de su vida expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor
cristiano”. “Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros
corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para
superar la soledad. Sencillamente, ellos
necesitan amor”, afirmó. El Papa Francisco finalizó su mensaje recordando
que la condición de pobre no le quita la
dignidad a la persona, dignidad “que ha recibido del Creador”. Fuente:
Aciprensa. Redacción.