27 de junio 2019. Con la ayuda de todos” se pueda trabajar y
“así erradicar con mayor rapidez y con fuerza los complejos, graves e
inaceptables flagelos del hambre y de la inseguridad alimentaria”. Discurso del
Papa Francisco a los miembros de la Federación Europea de Bancos de Alimentos. Saludo
al Presidente, el señor Enzo Benech, a los honorables delegados de las diversas
naciones y entidades, y a todos los presentes en esta cuadragésima primera
sesión de la Conferencia de la FAO. De manera particular, quisiera dirigir mi
saludo y mi reconocimiento al Director General, profesor José Graziano da
Silva, que dentro de pocas semanas terminará su servicio al frente de esta
Organización. Gracias de corazón por su trabajo. Y expreso mi felicitación por
la elección del Director General de la FAO, Su Excelencia el señor Qu Dongyu.
Espero que con la ayuda de todos podamos seguir trabajando conjuntamente para
profundizar e incrementar, con responsabilidad y determinación, los esfuerzos
dirigidos a alcanzar los objetivos 1 y 2 de la Agenda 2030 y así erradicar con
mayor rapidez y con fuerza los complejos, graves e inaceptables flagelos del
hambre y de la inseguridad alimentaria.
El objetivo “Hambre
Cero” en el mundo es todavía un gran desafío, aun cuando se debe reconocer
que en los últimos decenios se ha visto un gran avance. Para combatir la falta
de alimento y de acceso al agua potable, es
necesario actuar sobre las causas que las provocan. En el origen de este
drama se halla sobre todo la falta de compasión, el desinterés de muchos y una
escasa voluntad social y política a la hora de responder a las obligaciones
internacionales.
La falta de alimento y de agua no es un asunto interno y
exclusivo de los países más pobres y frágiles, sino que concierne a cada uno de
nosotros, porque todos con nuestra
actitud participamos de una u otra forma favoreciendo o frenando el sufrimiento
de muchos hermanos nuestros (cf. Discurso a los miembros de la Federación
Europea de Bancos de Alimentos, 18 mayo 2019). Todos estamos llamados a
escuchar el grito desesperado de nuestros hermanos y a poner los medios para
que puedan vivir, viendo respetados sus derechos más básicos.
Uno de los medios que está a nuestro alcance es la reducción del derroche de alimentos y de
agua; para ello la educación y la sensibilización social es una inversión
tanto a corto como a largo plazo; pues las nuevas generaciones pasarán este
testigo a las futuras, sabiendo que este drama social no puede ser tolerado por
más tiempo (cf. Carta enc. Laudato si’, 50).
Es evidente la conexión entre fragilidad ambiental, la
inseguridad alimentaria y los movimientos migratorios. El aumento del número de
refugiados en el mundo durante los últimos años ―es impresionante la última
estadística de las Naciones Unidas― nos ha demostrado que el problema de un país es el problema de toda la familia humana.
Para ello se necesita promover un desarrollo agrícola en las regiones más
vulnerables, fortaleciendo la resiliencia y la sostenibilidad del territorio. Y
esto solo se logrará, por una parte, invirtiendo y desarrollando tecnologías, y
por otra, ideando políticas innovadoras y solidarias para el desarrollo.
La FAO, como también otras organizaciones internacionales,
son actores idóneos para coordinar medidas perentorias e incisivas que aseguren
a todos, particularmente a los más pobres, el acceso a los bienes básicos.
Estas entidades multilaterales deben estar acompañadas por el compromiso de los
gobiernos, las empresas, el mundo académico, las instituciones de la sociedad
civil y las personas individuales. El
esfuerzo conjunto de todos logrará hacer realidad las metas y compromisos
asumidos a través de programas y políticas que ayuden a la población local a
adquirir responsabilidades con su propio país, con sus comunidades y, por
último, con sus propias vidas.
Quiero concluir reafirmando el compromiso de la Santa Sede a
cooperar con la FAO, apoyando el esfuerzo internacional hacia la eliminación
del hambre en el mundo y garantizando un
futuro mejor para nuestro planeta y para la humanidad entera. Que Dios los
bendiga en sus trabajos, en sus desvelos en favor de un auténtico progreso de
nuestra gran familia humana. Muchas gracias. Fuente: Zenit. Org.