6 de marzo 2018. El Papa Francisco recordó, en la homilía de
la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este martes, que Dios siempre perdona
los pecados cuando se acude al sacramento de la penitencia, sin embargo, señaló
esta condición para que ese perdón sea efectivo: “Para ser perdonado debes
perdonar a los demás”.
En la homilía, el Santo Padre reflexionó sobre el
perdón. Para ello, recurrió a la primera lectura del día, del Libro de Daniel,
en la que se narra cómo Azarías, en medio de las llamas a las que fue arrojado
por no haber renegado de Dios, profesa la grandeza del Señor: “No nos abandones
para siempre (…), hoy estamos humillados en toda la tierra por causa de
nuestros pecados”.
Francisco destacó que Azarías acusa a su propio pueblo de
los males que padece: “Acusarnos a nosotros mismos es el primer paso hacia el
perdón”. “Acusarse a sí mismos es parte de la sabiduría cristiana; no acusar a
los demás, no… A uno mismo. Yo he pecado. Y cuando nosotros nos acercamos al
sacramento de la penitencia debemos tener esto en mente: Dios es grande y nos
ha dado muchas cosas, pero lamentablemente he pecado, he ofendido al Señor y
pido la salvación”. En este punto, el Pontífice contó la anécdota de una mujer
que en el confesionario contaba los pecados de la suegra, tratando de
justificarse, hasta que el sacerdote le dijo: ‘Muy bien, y ahora confiesa tus
pecados’.
Confesar los pecados “agrada al Señor, porque el Señor
recibe el corazón contrito, porque, como Azarías, ‘no hay confusión para los
que en ti confían’, el corazón contrito que dice la verdad al Señor: ‘He hecho
esto, Señor. He pecado contra ti’. El Señor les tapa la boca, como el padre al
hijo pródigo, no lo deja hablar. Su amor lo cubre. Lo perdona todo”. Por ello,
el Papa Francisco invitó a no avergonzarse en el confesionario a la hora de
decir los pecados, porque el Señor nos perdona siempre, aunque hay una
condición: “El perdón de Dios es fuerte en nosotros siempre que nosotros
perdonemos a los demás”. “Esto no es fácil –subrayó–, porque el rencor anida en
nuestro corazón, y siempre queda esa amargura. En muchas ocasiones llevamos en
nosotros un elenco de cosas que me han hecho: ‘Y este me ha hecho aquello, me
ha hecho aquello y me ha hecho esto…’”.
Por ello, en conclusión, advirtió contra la esclavitud del
odio: “Estas son las dos cosas que nos ayudarán a comprender el camino del
perdón: ‘Tú eres grande Señor, pero por desgracia, he pecado’, y ‘sí, te
perdono setenta veces siete, a condición de que tú perdones a los demás’”. Lectura
comentada por el Papa Francisco: Daniel 3:25, 34-43 Fuente: Aciprensa.