Evangelio para el 25 de marzo, 2018,
Domingo de ramos. -«°°° “Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y,
doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la
púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota y los
crucificaron. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el
padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz”. °°° Marcos 15,
1-39. Iniciamos la Semana Santa 2018.
Acompañamos al Hijo de Dios en la ciudad santa de Jerusalén. Disponemos nuestro
espíritu y corazón para vivir el acontecimiento cumbre de nuestra fe
católica-cristiana. La Pasión, la muerte, y la resurrección, de Aquel que tuvo
la osadía de conquistar el mundo con la gloria de su propio sufrimiento. Narra
la historia bíblica que Jesús dispuso todo para este gran acontecimiento
salvífico. Subió a Jerusalén para cumplir con la misión que el mismo Padre le
había encomendado; al llegar se encuentra con la gran sorpresa: “Es aclamado
como Mesías, como el salvador del mundo”, los niños hebreos, los pobres, los
sencillos, los humildes, batiendo ramos de olivo, le abren calle de honor, al
gran rey que viene montado en un pollino. (Marcos 11, 10-11).
Misión impredecible
para la mente de otros estratos sociales judíos, para el mismo gobierno, para
el sanedrín, para el senado, para la clase social privilegiada. El que quita el
pecado del mundo pone en marcha el Reino de su Padre, es un mundo nuevo que se
abre al horizonte jerosolimitano, es el Reino de la paz, de la justicia, del
amor, el Reino de aquellos que han aprendido en su experiencia de fe, a hacer
la voluntad de Dios. No es fácil entrar a romper con las estructuras sociales,
con la mentalidad milenaria de un pueblo, con la concepción teísta de hombres y
mujeres que no logran asimilar entre el Dios de ellos y el Dios encarnado según
la persona de Cristo Jesús. El Hijo de Dios rompe los esquemas de una sociedad
acostumbrada a descartar las personas, a clasificar las familias, a definir
quién es más importante o quién no lo es °°° Él siendo de condición divina,
toma la condición de esclavo, se hace igual a todos, se humilla, se hace
obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz. °°° (Filipenses 2, 6-11). Se abre un nuevo concepto de la historia, un
sistema social cuyos valores y principios deberían ser: la justicia, el perdón,
la caridad, la misericordia. Hombres y mujeres se han encargado de llevar dicha
noticia a lo largo de la historia, de patentarla con sus propias vidas: santos,
santas, mártires, vírgenes, beatos, etc.
Hoy el mundo sigue viviendo en el presente la realidad de Jesús, vivo,
presente en la Eucaristía; vivo, presente en su Palabra; vivo, presente en su
Iglesia; vivo, manifestado a través de sus sacerdotes; vivo, en medio de su
gente, el pueblo de Dios. Cuida tu salud: Abrámosle el corazón a quien viene en
nombre del Señor. Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué.