4 de marzo 2018. El Papa Francisco presidió desde el Palacio
Pontificio, el rezo del Ángelus antes unas 20 mil personas en la Plaza de San
Pedro. Pero antes, el Pontífice explicó el Evangelio del día que narra cómo
Jesús expulsa a los mercaderes del templo de Jerusalén y alertó contra la
tentación de buscar constantemente el propio beneficio o los propios intereses.
“Es común, en efecto, la tentación de aprovecharse de actividades buenas, a
veces obedientes, para cultivar intereses privados, incluso que a veces son
ilícitos.
Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentalizan a Dios
mismo y el culto a Él, o también el servicio al hombre, su imagen. Por eso
Jesús una vez ha usado ‘las maneras fuertes’, para sacudirnos de este peligro
mortal”.
El Obispo de Roma aseguró que la actitud de Jesús en el
Evangelio, “nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras
ventajas e intereses sino por la gloria de Dios que está en el amor”. Hablando
sobre lo que hizo Jesús en la explanada del templo, afirmó que “esta acción
decidida y realizada en la proximidad a la Pascua, suscitó una gran impresión
en la muchedumbre y la hostilidad de las autoridades religiosas y en los que se
sintieron amenazados en sus intereses económicos”. “Ciertamente no era una acción violenta –dijo
Francisco–, porque no provocó la intervención de los responsables del orden
público. Fue entendida como un acto típico de profetas, los cuales a menudo
denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos”.
El Papa explicó que, para interpretar el gesto de Jesús, los
discípulos utilizaron un texto bíblico tomado del salmo 69: “El celo por su
casa me devora”. “Este salmo es una invocación de ayuda en una situación de
extremo peligro a causa del odio de los enemigos: la situación que Jesús vivirá
en su pasión. El celo por el Padre y por su casa lo llevará hasta la cruz”. “El
‘signo’ que Jesús dará como prueba de su autoridad será su muerte y
resurrección”, recordó. De esta manera, “con la Pascua de Jesús inicio un nuevo
culto, el culto del amor, y un nuevo templo que es Él mismo”. “Estamos llamados
a tener siempre presente esas palabras de Jesús: ‘no convirtáis la casa de mi
Padre en un mercado’”, porque “nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de
nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la
continua búsqueda de nuestro beneficio en lugar de en el amor generoso y solidario”.
Francisco subrayó además que esta actitud es actual “no solo para las
comunidades eclesiales, sino también para los individuos, las comunidades
civiles y para la sociedad”. Fuente: Aciprensa.