17 de marzo 2018. El Papa Francisco finalizó su visita
apostólica a Pietrelcina y a San Giovanni Rotondo con una Misa celebrada en la
iglesia de San Pío de Pietrelcina en la que puso al Padre Pío, “apóstol del
confesionario”, como referencia de oración, pequeñez y sabiduría. En su
homilía, el Santo Padre reflexionó sobre estos tres conceptos a partir de las
lecturas del día.
Oración
Francisco llamó la atención sobre la naturalidad y la
espontaneidad con la que Jesús rezaba. Para Él, la oración no era algo
opcional, “acostumbraba a retirarse a lugares desérticos a rezar. El diálogo
con el Padre se encontraba en el
primer lugar”. “Si queremos imitar a Jesús,
comencemos también por donde Él comenzaba, es decir, con la oración”, señaló.
A continuación, preguntó: “Nosotros cristianos, ¿rezamos
bastante? Con frecuencia, en el momento de rezar, nos vienen a la mente muchas
escusas, muchas cosas urgentes que debemos hacer… Entonces dejamos de lado la
oración”.
En este sentido, afirmó que “San Pío, cincuenta años después
de su subida al Cielo, nos ayuda porque ha querido dejarnos en herencia la
oración. Recomendaba: ‘Rezad mucho, hijos míos, rezad siempre, sin cansaros’”. Francisco
insistió en la importancia de la oración: “No se conoce al Padre sin abrirse a
la alabanza, sin dedicarle tiempo a Él sólo, sin adorar. Es el contacto
personal de tú a tú. Estar en silencio delante del Señor es el secreto para
entrar cada vez más en comunión con Él”.
También preguntó: “¿Nuestra oración se parece a la de Jesús
o se reduce a ocasionales llamadas de emergencia? ¿O recurrimos a ella como
tranquilizantes que deben tomarse en dosis regulares para aliviar un poco el
estrés?”. “No, la oración es un gesto de amor, es estar con Dios y llevarlo a
la vida del mundo. Es una indispensable obra de misericordia espiritual. Y si
nosotros con confiamos nuestros hermanos, las situaciones al Señor, ¿quién lo
hará? ¿Quién intercederá, quién se preocupará de llamar al corazón de Dios para
abrir la puerta de la misericordia a la humanidad necesitada?”. Por este
motivo, aseguró, “el Padre Pío nos ha dejado los Grupos de Oración”, que él
mismo fundó tras la Segunda Guerra Mundial.
Pequeñez
Sobre este segundo concepto, el Papa Francisco recuerda la
alabanza de Jesús a Dios porque ha revelado los misterios de su Reino a los
pequeños. “¿Quiénes son estos pequeños que saben acoger los secretos de Dios?”,
se preguntó.
“Los pequeños son
aquellos que tienen necesidad de los grandes, que no son autosuficientes, que
no creen que se puedan bastar por sí mismos. Los pequeños son aquellos que
tienen el corazón humilde y abierto, pobre y necesitado, que perciben la
necesidad de rezar, de confiar y de dejarse acompañar”.
De forma gráfica, explicó que “el corazón de estos pequeños
es como una antena que capta la señal de Dios. Porque Dios busca el contacto
con todos, mientras que el que se hace grande crea una enrome interferencia:
cuando se está lleno de uno mismo, ya no queda lugar para Dios”. Por ese
motivo, “Él se dirige a los pequeños, se revela a ellos, y la vía para
encontrarlo es la de abajarse, de encogerse dentro, de reconocerse necesitado.
El misterio de Jesús, como vemos en la Hostia en cada Misa, es el misterio de
la pequeñez, del amor humilde, y sólo se puede captar haciéndose pequeño y
frecuentando a los pequeños”. “Quien cuida a los pequeños está de parte de Dios
y vence a la cultura del descarte que, por el contrario, prefiere a los
poderosos y considera inútiles a los pobres. Quien prefiere a los pequeños,
proclama una profecía de vida contra los profetas de la muerte de todos los
tiempos”.
Sabiduría
“La verdadera sabiduría no reside en tener grandes
habilidades y la verdadera fuerza no está en el poder”, aseguró el Papa Francisco
en la homilía. “No es sabio el que se muestra fuerte, y no es fuerte el que
responde al mal con el mal”. Afirmó que “la única arma sabia e invencible es la
caridad animada por la fe, porque tiene el poder de desarmar las fuerzas del
mal”. Recordó que “San Pío combatió el mal durante toda su vida, y lo combatió
sabiamente, como el Señor: con humidad, con obediencia, con la cruz, ofreciendo
el dolor por amor”.
“Y todo ello es admirado, pero pocos hacen lo mismo”,
lamentó. Por el contrario, la verdadera vía de la sabiduría consiste en buscar
al Señor, “y el medio decisivo para encontrarlo es la Confesión, el sacramento
de la Reconciliación. Allí comienza y recomienza una vida sabia, amada y
perdonada, allí inicia la sanación del corazón”. Por ese motivo, el Padre Pío
es llamado “un apóstol del confesionario”, y como tal, “también hoy nos invita
al confesionario: ‘Ven, el Señor te espera. Con valentía, no hay ningún motivo
tan grave que te excluya de su misericordia’”.
Fuente: Redacción Aciprensa.