16 de enero de 2019

PASTORAL DE LA SALUD: AMOR Y MISERICORDIA


16 de enero 2019.  “La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cfr. Lucas 9, 2-6).  Comparto los siguientes apuntes, con el ánimo de servir a los hermanos y hermanas de la pastoral de la salud y ministros extra ordinarios para la sagrada comunión; como un plan de formación para esa gran misión. Padre, Jairo Yate Ramírez, Arquidiócesis de Ibagué. 

Al apóstol de la salud, al apóstol de los enfermos, le compete promover, cuidar, defender y celebrar la vida, haciendo presente el don liberador y salvífico de Jesús.
Ese es el sentimiento permanente, no puede ser otro, pues es el mismo sentimiento de Dios quien entregó su vida por la salud nuestra: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.”  (Juan 10,10).  Quién más que Dios, para indicarnos lo que debemos hacer, sólo Dios tiene palabras de vida eterna y sus palabras se convierten para nosotros en misión.

De acuerdo a la Quinta conferencia general del episcopado latinoamericano y del caribe, celebrada en Aparecida (Brasil) año 2007: “La Pastoral de la Salud es la acción de todo el pueblo de Dios, comprometido en promover, cuidar, defender celebrar la vida, haciendo presente la Misión Salvífica y Sanadora de Cristo en el mundo de la salud. “Es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor" (numeral, 418).

CRITERIOS
            Jesús «hace sitio» en su propia vida al dolor, la soledad e impotencia de los que sufren porque no tienen sitio en el corazón de los hombres ni en la sociedad.

Jesús, «defiende al débil», ofrece cobijo a los que están agobiados por la enfermedad, la culpabilidad o la marginación, los «pequeños» que no pueden valerse a sí mismos.

Jesús se entrega a «salvar lo perdido», la vida que se está echando a perder, la salud deteriorada. Él es de «los perdidos». Ha venido «a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 10).

La actuación de Jesús se caracteriza por los «signos de bondad»: cura a los enfermos, perdona a los pecadores, expulsa demonios.

Jesús anuncia y ofrece la salvación de Dios bajo forma de curación. Este es el dato fundamental que determina en gran parte su acción evangelizadora. Toda su actuación quedó resumida así en la memoria de la primera comunidad: «Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hechos 10, 38)

Jesús no separa nunca su actividad curadora y la proclamación del Reino. Al contrario, «proclamación del Reino» y «curación de los enfermos» son dos componentes que integran el acto evangelizador de Jesús: «Recorría toda Galilea... proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y dolencia en el pueblo» (Mateo 4, 23; 9, 35; Lucas 6, 18, etc.).

ORDEN TEMÁTICO

1.  Reflexión en torno a los mensajes del santo Padre Francisco: Jornada mundial de los enfermos, años 2014 – 2019 

AÑO 2014. Con motivo del Día Mundial de la XXII del Enfermo, que este año tiene como tema la fe y de la caridad: "También nosotros debemos dar la vida por los hermanos" ( 1 Juan 3,16), me dirijo especialmente a los enfermos ya todos aquellos personas responsables de su cuidado y tratamiento .
            Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad nuestra mirada. Es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos. María, animada por la divina misericordia, que en ella se hace carne, se olvida de sí misma y se encamina rápidamente de Galilea a Judá para encontrar y ayudar a su prima Isabel.

AÑO 2015.  Queridos hermanos y hermanas: Con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.
El tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la sapientia cordis, la sabiduría del corazón.

AÑO 2016. Mensaje del santo padre Francisco.  Para la XXIV Jornada mundial del enfermo, Confiar en Jesús misericordioso como María: “Haced lo que Él os diga” (Juan 2,5). La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…
            En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo.

AÑO 2017. Mensaje del santo padre Francisco para la XXV Jornada mundial del enfermo 2017
El asombro ante las obras que Dios realiza: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí…» (Lucas 1,49). En la Jornada Mundial del Enfermo podemos encontrar una nueva motivación para colaborar en la difusión de una cultura respetuosa de la vida, la salud y el medio ambiente; un nuevo impulso para luchar en favor del respeto de la integridad y dignidad de las personas, incluso a través de un enfoque correcto de las cuestiones de bioética, la protección de los más débiles y el cuidado del medio ambiente. 

AÑO 2018. Mensaje del santo padre Francisco para la XXVI Jornada mundial del enfermo 2018 Mater Ecclesiae: «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa»  (Juan 19, 26-27)
            La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cf. Lucas 9,2-6; Mateo 10,1-8; Marcos 6,7-13), siguiendo el ejemplo muy elocuente de su fundador y Maestro. La inteligencia organizacional y la caridad requieren más bien que se respete a la persona enferma en su dignidad y se la ponga siempre en el centro del proceso de la curación. Estas deben ser las orientaciones también de los cristianos que trabajan en las estructuras públicas y que, por su servicio, están llamados a dar un buen testimonio del Evangelio. 

Año 2019. 
               Mensaje del santo Padre Francisco con motivo de la XXVII Jornada mundial del enfermo. 11 de febrero año 2019. La Iglesia, como Madre de todos sus hijos, sobre todo los enfermos, recuerda que los gestos gratuitos de donación, como los del Buen Samaritano, son la vida más creíble para la evangelización.
               El cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se sienta “querida”.
              Santa Madre Teresa nos ayuda a comprender que el único criterio de acción debe ser el amor gratuito a todos, sin distinción de lengua, cultura, etnia o religión. Su ejemplo sigue guiándonos para que abramos horizontes de alegría y de esperanza a la humanidad necesitada de comprensión y de ternura, sobre todo a quienes sufren. La gratuidad humana es la levadura de la acción de los voluntarios, que son tan importantes en el sector socio-sanitario y que viven de manera elocuente la espiritualidad del Buen Samaritano. 
               Os exhorto a todos, en los diversos ámbitos, a que promováis la cultura de la gratuidad y del don, indispensable para superar la cultura del beneficio y del descarte. Las instituciones de salud católicas no deberían caer en la trampa de anteponer los intereses de empresa, sino más bien en proteger el cuidado de la persona en lugar del beneficio.

2 .  Estudio sucinto de la carta encíclica, Ecclesia de Eucharistia, san Juan Pablo II, año 2003.
Ø  Eucaristía misterio de la Fe.
Ø  Eucaristía misterio de la Iglesia.
Ø  Apostolicidad de la eucaristía.
Ø  Eucaristía y comunión eclesial. 
Ø  En la escuela de María, mujer eucarística.





3.  Profundización sobre algunos temas: los sacramentos del Bautismo, la Penitencia,
Eucaristía y Unción en los enfermos. 
Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Lo sacramentos dan nacimiento, curación y misión a la vida de Fe de los cristianos. Con la recepción de los sacramentos, recibimos con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzamos en la perfección hacia la caridad cristiana.  (Pablo VI).

El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos.  (Catecismo.1213-1274)

Las gracias que recibimos en el Bautismo son: Somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de la Iglesia y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.  Precisamente el bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la Palabra.

Este sacramento conlleva otros nombres por su propia significación: Inmersión, introducir dentro del agua, simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale al bautismo para cumplir toda justicia (Mateo 3,15). En la Pascua, Cristo abrió las fuentes del bautismo (Marcos 10, 38por la resurrección con El (Romanos.6, 3-4).  Baño de regeneración, porque realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu (Juan 3,5).  Iluminación, porque quienes reciben esta enseñanza su espíritu es iluminado (Juan 1, 9).

El bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios, lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración y todo lo más precioso que hay.

El Bautismo está contenido en la Sagrada Escritura y en la Salvación que ofrece Dios a los hombres.  El agua es la fuente de la vida y de la fecundidad (Génesis 1,2).  Es la comunión con la muerte de Cristo. Jesucristo comienza su vida pública después de hacerse bautizar por Juan el Bautista en el río Jordán (Mateo 3,13).

Nuestra Iglesia católica, administra el sacramento del Bautismo. Por ejemplo, San Pedro declara a la multitud “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos.2,38)

El bautismo aparece siempre ligado a la Fe: Ten Fe en el Señor Jesús y te salvarás (Hechos 16,31-33).  Los bautizados son revestidos de Cristo (Gálatas 3,27) por el Espíritu Santo.

Sólo puede recibir el bautismo, todo ser humano que aún no haya sido bautizado (Derecho 864).  Los niños deben ser bautizados para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios  (Colosenses 1, 12-14)
Pueden bautizar los ministros ordinarios de este sacramento: El Obispo, El sacerdote, el diácono. (Canon 861).  En caso de necesidad cualquier persona, incluso no bautizada, si tiene la intención requerida puede bautizar. El bautismo es necesario para la salvación (Marcos 16,16)

Por el bautismo participamos del sacerdocio de Cristo de su misión profética y real. Constituye el fundamento de la comunión entre todos los cristianos; imprime un sello espiritual indeleble (carácter). El bautismo es el Sello del Señor según san Agustín: es el sello con que el Espíritu Santo nos ha marcado, para el día de la redención.  (Efesios 4,30)

EL BAUTIZADO DEBE SER EJEMPLO DE VIDA CRISTIANA.
°°° “«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». °°° Lucas 3, 15-16.21-22.  El bautismo es el sacramento y el acto cariñoso por el cual Dios nos convierte en  hijos suyos, para amarnos y cuidarnos como Padre amoroso hasta llevarnos al cielo. Comenzamos una vida nueva bajo la gracia del Espíritu Santo.
Lo primero que debemos reconocer es que el bautismo es un sacramento, está a la base de los sacramentos que el Hijo de Dios propone para la llevar una vida excelentemente cristiana.  El mismo Concilio Vaticano II recuerda que los sacramentos están ordenados, para la santidad de vida de cada persona. La razón es porque suponen la fe, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de acciones.

Lo segundo; los sacramentos están instituidos por Jesucristo y son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Lo sacramentos dan nacimiento, curación y misión a la vida de Fe de los cristianos. Cada uno de ellos está contenidos en la Sagrada Escritura. El agua es fuente de la vida y de la fecundidad (Génesis 1,2).  Es la comunión con la muerte de Cristo. Jesucristo comienza su vida pública después de hacerse bautizar por Juan el Bautista en el río Jordán (Mateo 3,13); Jesucristo se sometió al bautismo para cumplir toda justicia (Mateo 3,15). En la Pascua, Cristo abrió las fuentes del bautismo (Marcos 10,38).

Lo tercero; Nuestra Iglesia católica, administra el sacramento del Bautismo: Por ejemplo, San Pedro declara a la multitud “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2, 38). El bautismo aparece siempre ligado a la Fe: “Ten Fe en el Señor Jesús y te salvarás” (Hechos 16, 31-33).  Los bautizados son revestidos de Cristo (Gálatas 3, 27) por el Espíritu Santo.   El bautismo se hace necesario para la misma salvación: “El que no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3, 5). Quienes hemos sido bautizados, quedamos comprometidos a llevar una vida santa, agradable a Dios, útil para una sociedad, buen ejemplo para los demás, modelo de una persona virtuosa. San Juan Pablo II, afirmaba que la vocación a la santidad hunde sus raíces en el bautismo °°° es un elemento constitutivo de la dignidad de cada persona. (Christifideles laici, 16). San Pablo reitera a cada uno de nosotros a que vivamos como conviene a los santos. (cf. Efesios 5,3).  Cuida tu salud: Todo bautizado debe vivir de acuerdo a su dignidad. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.


SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN °°°°                              
El sacramento de la penitencia es el sacramento de la reconciliación y del perdón.  Es instituido  por Cristo el mismo día de su  resurrección: “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: A  quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos....” (Juan 20, 22-37)  Es un hecho muy significativo para los que creemos en Cristo y en su Santa Palabra: la resurrección se  convierte en el símbolo y la   Gracia de nuestra resurrección  espiritual.

            Para recibir válida y fructuosamente el sacramento de la Penitencia, se necesita desear el sacramento y cumplir unos pasos fundamentales: Examen de Conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios (Cfr.Rom.12-15. 1Cor. 12-13. Ga.5. Ef. 4-6). 
            La contrición y conversión: es un dolor del alma y una   detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar.  

La confesión de los pecados, la cual nos libera y nos facilita la reconciliación con los demás. El penitente debe enumerar todos sus pecados e incluso aquellos que son muy secretos (Cfr. Éxodo. 20,17. Mateo. 5,28).
            Toda persona llegada a la edad del uso de razón debe  confesar sus pecados al menos una vez al año (Canon 989)

Para que te puedas reconciliar correctamente con Dios, con los demás y contigo.  Debes responder sinceramente las  siguientes preguntas:

1) Me acerco al sacramento de la reconciliación con deseo sincero de purificarme, convertirme y renovarme en mi vida espiritual?  ___________________________

2)  He olvidado o callado deliberadamente algún pecado  grave en mis anteriores confesiones? __________________

3) He cumplido la penitencia recibida? He reparado las injusticias cometidas?  ________________________

REALIZA  TU  PROPIO EXAMEN  DE CONCIENCIA

Está mi corazón siempre dirigido a Dios. Cumplo sus  mandamientos.......
Me he preocupado por recibir instrucción cristiana?
Realizo mi oración personal en la mañana y en la noche?
Soy reverente ante el nombre de Dios? Soy respetuoso con la  Virgen y los santos?
Honro el día del Señor? Observo los preceptos de la confesión anual y la comunión pascual?
Soy una persona dada a la superstición, el espiritismo, la magia, las riquezas?

Respeto a las demás personas? He abusado de alguna persona? He sido escándalo     grave para los demás?
Mi forma de ser contribuye al bien de los demás? Si soy una persona comprometida, he sido fiel?
Practico la caridad? He despreciado a alguien por ser pobre,  anciano o de otra raza?
Soy una persona justa y honesta? Cumplo con mis deberes   cívicos?
Soy una persona responsable y honesta, en mi trabajo, en mis relaciones con los demás?
Soy obediente a las autoridades y les guardo el debido respeto
He perjudicado a los demás, con mis palabras, juicios, detracciones, violaciones del secreto?
He causado daño a la vida de  alguien, su integridad física, su fama, su honra, sus bienes?
He odiado, aconsejado mal a alguien, me rehúso a dar  testimonio de la inocencia de alguien?
No tengo la capacidad de ofrecer la paz cuando me injurian?, perdono?, guardo odio?, olvido?, deseo venganza?

            Me dejo guiar por la esperanza cristiana?
Me he preocupado por crecer espiritualmente, con lecturas bíblicas, oración, mortificación, vivencia de los sacramentos?
            Estoy dispuesto a reprimir los vicios, las inclinaciones y pasiones. Respeto mi cuerpo?
            Por soberbia y jactancia me he sobrestimado delante de Dios y he  menospreciado a los demás?
Aprovecho bien el tiempo?  Hago buen uso de las fuerzas y de los dones que Dios me regaló?
Aprovecho las gracias que Dios me da, para mi perfección? He sido ocioso - perezoso?
Soporto con paciencia los dolores y contrariedades de la vida?
He guardado la abstinencia y el ayuno?
He manchado mi vida o mi cuerpo, con la fornicación,  impurezas, palabras, pensamientos deshonestos, deseos  indignos?
Soy amigo de lecturas, conversaciones y espectáculos, contrarios a la dignidad de un verdadero cristiano?
He actuado contra mi conciencia por temor o hipocresía?
Me comporto como Dios manda?

PIENSA EN LAS FALTAS DE OMISION
            Dejar de hacer lo que tenías que hacer. Actuar como deberías actuar. Si hubieras sido prudente, no hubiera sucedido... Si hubiera hablado a tiempo las cosas no estarían así....  Si me hubiera confesado bien..... Si hubiese reconocido mi falta,     sería diferente

ACTO DE CONTRICION

Jesús mi Señor y Redentor,
            Yo............  me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón, porque con ellos he       ofendido a un Dios tan bueno, propongo firmemente no volver a pecar, confío que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis         culpas y me has de llevar a la vida eterna.   Amén

SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Quienes han sido bautizados y configurados con Cristo participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor. (Catecismo 1322-1405)


Cristo instituyó en la última Cena, el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la Cruz y confió a la Iglesia el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual (Sacrosantum Concilium 47) 

La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida eclesial. Contiene todo el bien espiritual de la Iglesia. Significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del pueblo de Dios por la que la Iglesia es ella misma

            CUÁLES NOMBRES, RECIBE LA EUCARISTÍA ?
            Este sacramento recibe varios nombres, expresando así su riqueza teológica:  Eucaristía, porque es acción de gracias a Dios (Eucharistein) Lucas 22,19, 1 Cor.11,24). Es el banquete del Señor (1 Corintios 11,20) porque se trata de la Cena del Señor que celebró con sus discípulos y anticipo del banquete de bodas del Cordero (Apocalipsis 19,9).  Es la fracción del Pan, rito propio del banquete judío, utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el Pan como cabeza de familia (Mateo 14,19). Los discípulos lo reconocieron después de su resurrección (Lucas 24,13-35)

            Es Asamblea Eucarística, porque es celebrada en la asamblea de los fieles (1 Corintios 11,17-34).  Es memorial de la pasión y de la resurrección del Señor  °°°

            Es Santo sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador (Hechos 13,15).

            Es santa y divina liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más densa en la celebración de este sacramento, por eso puede denominarse, celebración de los santos misterios o del Santísimo Sacramento. 

            Es comunión porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre (1 Corintios 10,16-17). 

            Es Santa Misa, porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación, se termina con el envío de los fieles “missio”
La Eucaristía pertenece al plan de Salvación de Dios, está en los escritos bíblicos, en la misma Palabra en que la creemos. En el corazón de la Eucaristía están los signos del Pan y del Vino, que por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo. 

            Fiel a Cristo, la Iglesia continúa haciendo esto en memoria de Él, los signos siguen significando la bondad de la creación (Salmo 104) La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, una prefiguración de su propia ofrenda (Génesis 14,18)

            En la Antigua Alianza el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de la tierra en señal de reconocimiento al creador. Los panes ácimos conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto; el recuerdo del maná sugiere siempre a Israel que vive del pan de la Palabra de Dios (Deuteronomio 8,3) El Pan es fruto de la tierra y el Cáliz de bendición (1 Corintios 10,16)

            Los milagros de la multiplicación de los panes prefiguran la sobreabundancia de este único Pan de la Eucaristía, (Mateo 14,13-21). El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos (Juan 6,60)

¿QUIÉN INSTITUYE LA EUCARISTÍA?
            Jesús mismo instituye la Eucaristía: lavó los pies y les dio el mandamiento del amor (Juan 13,1-17).
            La instituye como memorial de su muerte y su resurrección y ordena a los apóstoles celebrarla hasta su retorno.  Escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su cuerpo y su sangre. (Juan 6) (Lucas 22, 7-220). 

El mandamiento de celebrarla es “Hasta que Venga” (1 Corintios 11,26). El domingo era el día en que los cristianos se reunían para “partir el pan” primer día de la semana (Hechos 20,7)

            La Mistagogia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental: comprende dos grandes momentos: Liturgia de la Palabra (Lectura, homilía, Credo y oración universal)  Liturgia Eucarística. Palabra y Eucaristía constituyen un solo acto de culto.  En la Eucaristía todos se reúnen en un mismo lugar, escuchan la Palabra, presentan las ofrendas y reciben el pan del cielo y el cáliz de la Salvación (Cfr. Juan 6,51).

            Los frutos de la Eucaristía son: acrecienta nuestra unión con Cristo (Juan 6,57); la comunión nos separa del pecado; nos preserva de futuros pecados mortales; la Eucaristía edifica la Iglesia, La Iglesia vive de la Eucaristía; la Eucaristía entraña un compromiso con los pobres  (Mateo 25,40)

ORACIÓN PARA DAR GRACIAS A DIOS
POR LA EUCARISTÍA

            Alma de Cristo santifícame, cuerpo de Cristo sálvame, sangre de Cristo embriágame, pasión de Cristo confórtame, oh buen Jesús óyeme, dentro de sus llagas escóndeme, no permitas que me aleje de ti, del enemigo malo defiéndeme, a la hora de mi muerte llámame, mándame ir a ti para que con tus santos te alabe y te bendiga. Amén. 

SACRAMENTO UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

La Unción de los enfermos es un sacramento instituido por Jesucristo, insinuado como tal en el Evangelio de san Marcos (cfr. Marcos 6,13), y recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago: «Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (Santiago 5,14-15).

            La Tradición viva de la Iglesia, reflejada en los textos del Magisterio eclesiástico, ha reconocido en este sacramento, especialmente destinado a reconfortar a los enfermos y a purificarlos del pecado y de sus secuelas, uno de los siete  sacramentos de la Nueva Ley

            Para un cristiano la enfermedad y la muerte pueden y deben ser medios para santificarse y redimir con Cristo. La Unción de los enfermos ayuda a vivir estas realidades dolorosas de la vida humana con sentido cristiano

QUÉ NOS ENSEÑA LA SAGRADA BIBLIA, EN CUANTO A LA COMPASIÓN DE DIOS CON LOS ENFERMOS?

            La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (cf Mateo 4,24) son un signo maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo" (Lucas 7,16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados (cf Marcos 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan (Marcos 2,17).

            Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me  visitasteis" (Mateo 25,36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que      sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren. (Catecismo 1503)
            Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias: "Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mateo 8,17; cf Isaías 53,4). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios (Catecismo 1505)

            Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz (cf Mateo 10,38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión y de curación: "Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" (Marcos 6,12-13).

"¡Sanad a los enfermos!" (Mateo 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
            Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Juan 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Corintios 11,30). (Catecismo 1509).

            La Unción de los enfermos "no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por eso, se considera  tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (SC 73; cf CIC, can. 1004, §1; 1005; 1007; CCEO, can. 738).

            Si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo      este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el  sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan.  (Catecismo 1514).

¿QUIÉN PUEDE ADMINISTRAR ESTE  SACRAMENTO?
            Solo los sacerdotes (obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este sacramento. Y que los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la ayuda de su pastor  (Catecismo 1516).  

¿CUÁLES EFECTOS PRODUCE EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?

La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (cf. Hebreos 2,15).  (Catecismo 1520).

            Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. (Catecismo 1521).

            Si el sacramento de la unción de los enfermos es concedido a todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor razón "a los que están a punto de salir de esta vida". La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo.  (Catecismo 1523). 

            A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía como viático. Recibida en este momento del paso hacia el Padre, la Comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene una significación y una importancia particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrección, según las palabras del Señor: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" (Jn 6,54). Puesto que es sacramento de Cristo muerto y resucitado, la Eucaristía es aquí sacramento del paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre (Jn 13,1).  (Catecismo 1524).


4.  Me parece oportuno estudiar algunos fundamentos teológicos del magisterio de la Iglesia.

A.,   Instrucción: Inmensae Caritatis,  sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes 15 de agosto de 1997. Sacerdocio y ministerio laical.

B.  Instrucción:  Redemptionis Sacramentum. San Juan Pablo II. 25 de marzo 2004. Congregación para el culto divino. Algunas cosas que se deben observar o evitar, acerca de la Sagrada Eucaristía. 

C.  Carta encíclica:  Ecclesia de Eucharistia, san Juan Pablo II la Eucaristía en su relación con la Iglesia. 17 de abril del 2003. 

D.  Exhortación apostólica Post sinodal: Christifideles Laici. San Juan Pablo II. 30 de diciembre de 1988. Sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia.  El Capítulo II.  °°°

E.    Exhortación Apostólica Postsinodal "Sacramentum Caritatis" del Santo Padre Benedicto XVI Martes 13 de marzo de 2007 sobre la eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la iglesia

F.  Instrucción Memoriale Domini, para los ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. Sagrada congregación para el culto divino. 28 de mayo 1969. El modo de administrar la comunión.  

            5.   El ministro extraordinario de la comunión, según el código de derecho canónico

                        De acuerdo con el canon 910 § 1, son ministros ordinarios de la comunión el obispo, el presbítero y el diácono. Además, en la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II se incorpora al derecho de la Iglesia un concepto, novedoso respecto al derecho anterior, y es el de ministro extraordinario.  Esta figura fue introducida en 1973, mediante la Instrucción Immensae caritatis de la Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, de 29 de enero de 1973.