8 de marzo 2018. Siguiendo
con nuestras catequesis mistagógicas, hoy explicaremos el sentido de la
procesión de entrada y los elementos que la componen. Padre Héctor Giovanny Sandoval Moreno. Delegado
episcopal para la liturgia. Arquidiócesis de Ibagué.
Sentido de la procesión:
Caminar es una característica
esencial del cristiano, quien al formar la comunidad de convocados (Iglesia),
expresa la actitud de un pueblo que se dirige a la tierra prometida; es decir,
el caminar de la Iglesia hacia la perfección del Reino de Dios (Marcos 15,20).
En la procesión de entrada se expresa
la diversidad de dones en el pueblo y en los ministros dados por Dios en la
única dimensión del amor que nos congrega, santifica y edifica en un solo
Señor, en una sola fe y en un solo Bautismo.
Además, con este gesto se pretende
subrayar que el sacerdote (quien preside) es el signo visible
de Cristo y al que se recibe con honor, constituyendo así una comunidad que se
reúne en torno a Cristo Cabeza, Pastor y Esposo.
Elementos esenciales de la procesión:
La procesión de entrada nos recuerda
que la celebración de la eucaristía tiene un origen
divino. El pueblo se ha reunido porque Alguien lo ha llamado y lo ha
constituido como un solo pueblo. Esta indicación nos habla muy sutilmente de la
iniciativa divina en la historia de fe del pueblo de Dios.
En segundo lugar, esta procesión nos enseña que la
Misa no es un asunto individual del sacerdote celebrante, sino que es de todo
el pueblo de Dios. La eucaristía no es por lo tanto un acto de devoción
privada, sino un acto eclesial.
La Misa se pone en acción con este movimiento
procesional. Nosotros también nos sentimos caminantes, que pasamos por la vida
en dirección a un destino final; sentimos que nada nos pertenece, y que nada
aquí es verdaderamente nuestra patria. Romano Guardini apunta que el sencillo
pero noble andar por un motivo piadoso puede convertirse en un verdadero acto
de culto.
Mientras se va al altar, “se entona el canto de
entrada”. En la celebración de la eucaristía el canto cumple un papel
fundamental. La finalidad de este canto es abrir la celebración, fomentar la
unión de los que se han congregado e introducir los espíritus en el misterio
del tiempo litúrgico o de la fiesta, y acompañar la procesión del sacerdote y
los ministros (IGMR 47).
El canto va a ser el primer acto que manifiesta de
un modo sensible que a pesar de que quienes allí están son distintos (edad,
sexo, origen, condición, etc.) todos ellos forman parte de un mismo cuerpo, el
cuerpo de Cristo. El canto en común es la única realidad sensible capaz de
constituir una entidad (la melodía) a partir de varios recursos individuales
(las voces de cada uno), es el elemento humano más significativo de la realidad
mística. En sentido estricto es «simbólico», pues reúne, integra.
Seguiremos
profundizando en la riqueza de nuestra liturgia y los elementos que hacen de
ella una verdadera alabanza al Señor.