16 de mayo de 2024

EL AMOR DISTINGUE AL BUEN DISCÍPULO Evangelio viernes 17 de mayo 2024


EL AMOR DISTINGUE A UN BUEN DISCÍPULO                       
Evangelio viernes 17 de mayo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Habiéndose aparecido Jesús resucitado a sus discípulos, después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.
             Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”
 
            Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. Juan 21, 1ª 15-19.
 
            Dios siempre ofrece oportunidades y alternativas. El amor, los sentimientos y los pensamientos de Dios son contrarios a la lógica del pensamiento humano. A Dios se le ocurre que se debe ofrecer posibilidades a las personas, poner a pensar a las personas, que las personas maduren sus ideas, que las personas reflexionen ante el o los errores que hayan cometido en sus vidas. En pocas palabras. En el corazón de Dios siempre hay una posibilidad.
 
            La propuesta eterna de Dios siempre ha sido el amor. Santo Tomás de Aquino enseñaba que amar es “hacer siempre el bien”. A Dios se le ocurre que la vida de una comunidad, de una familia, de dos personas, de una Iglesia, debe tener como centro el amor. El apóstol san Juan nos recuerda que todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios, pero el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor. (1 de Juan 4, 7).
 
            En el amor se define el ser, el quehacer y la misión de todos aquellos que creemos en Dios. Quien se acostumbra a amar, difícilmente condena o destruye a los demás. El Hijo de Dios le enseñó a san Pedro que, a pesar de su infidelidad, él estaba dispuesto a invitarlo a que se dedicara a amar y a servir a la Iglesia.  El apóstol lo logró, Dios le ofreció una segunda oportunidad. Si las personas logran dejarse guiar por el amor de Dios, podrán cumplir con la misión que el mismo Salvador les encomiende.
 
            El amor se convierte en una serie de alternativas para todos aquellos que le quieran servir a Dios. Por ejemplo, el amor se convierte en servicio. El apóstol san Pablo nos indica cómo convertir el amor en servicio: “Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que trabajan para el Señor y no para los hombres”. (Colosenses 3, 23). 

Quien ama siempre está disponible para perdonar, para entender, para proponer caminos de salvación. “perdonar es tener caridad y misericordia con quien nos ha ofendido.”
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