Evangelio viernes 17 de mayo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Le volvió a decir por segunda vez: “Simón,
hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”.
Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón,
hijo de Juan, ¿me quieres?”
Pedro se entristeció de que por
tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo;
sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que
cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas
viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.
Juan 21, 1ª 15-19.
Dios
siempre ofrece oportunidades y alternativas. El amor, los sentimientos y los
pensamientos de Dios son contrarios a la lógica del pensamiento humano. A
Dios se le ocurre que se debe ofrecer posibilidades a las personas, poner a
pensar a las personas, que las personas maduren sus ideas, que las personas
reflexionen ante el o los errores que hayan cometido en sus vidas. En pocas
palabras. En el corazón de Dios siempre hay una posibilidad.
La
propuesta eterna de Dios siempre ha sido el amor. Santo Tomás de Aquino
enseñaba que amar es “hacer siempre el bien”. A Dios se le ocurre que la
vida de una comunidad, de una familia, de dos personas, de una Iglesia, debe
tener como centro el amor. El apóstol san Juan nos recuerda que todo el que ama
es hijo de Dios y conoce a Dios, pero el que no ama no ha conocido a Dios
porque Dios es amor. (1 de Juan 4, 7).
En
el amor se define el ser, el quehacer y la misión de todos aquellos que creemos
en Dios. Quien se acostumbra a amar, difícilmente condena o destruye a los
demás. El Hijo de Dios le enseñó a san Pedro que, a pesar de su infidelidad, él
estaba dispuesto a invitarlo a que se dedicara a amar y a servir a la
Iglesia. El apóstol lo logró, Dios le
ofreció una segunda oportunidad. Si las personas logran dejarse guiar por el
amor de Dios, podrán cumplir con la misión que el mismo Salvador les
encomiende.
El amor se convierte en una serie de
alternativas para todos aquellos que le quieran servir a Dios. Por ejemplo, el amor se convierte en
servicio. El apóstol san Pablo nos indica cómo convertir el amor en
servicio: “Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que
trabajan para el Señor y no para los hombres”. (Colosenses 3, 23).
Quien ama siempre está disponible para
perdonar, para entender, para proponer caminos de salvación. “perdonar es
tener caridad y misericordia con quien nos ha ofendido.”
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