26 de abril 2019. Retomando
nuestras catequesis mistagógicas, este segundo domingo de Pascua vamos a
profundizar en las características y otros aspectos de la oración colecta en
nuestra celebración eucarística.
Características de la oración Colecta
En primer lugar hay que indicar su principal función, unida a los
demás elementos que constituyen los Ritos Iniciales, tal como la recoge la OGMR
46: hacer que los fieles reunidos en la unidad construyan la comunión y
se dispongan debidamente a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar dignamente
la Eucaristía. Padre Héctor Giovanny
Sandoval Moreno. Delegado episcopal para la liturgia. Arquidiócesis de Ibagué.
El número 54 de dicha ordenación vuelve sobre la
oración para referirse a su modo de realización y a su dinamismo litúrgico, en
el que se parte de un silencio orante para que todos los fieles tomen
conciencia de estar en la presencia de Dios con sus sentimientos y súplicas
particulares, para dar paso, así, a la oración “de todos”, cuya finalidad es
señalada de forma muy somera: por la cual se expresa el carácter de la
celebración.
Las actúales oraciones colectas proceden de la riquísima tradición
romana, recogidas en sus sacramentarios, algunas son composiciones
resultantes de la fusión de otros textos oracionales, de la modificación de
algunas fórmulas, o son composiciones totalmente nuevas.
Apunte estructural
Las oraciones colectas son esencialmente oraciones de petición. En
mayor o menor medida, serán doxológicas, anamnética y epiclética: la alabanza
divina que da paso siempre a la confesión de las Mirabilia Dei y
a lo que sigue la súplica confiada.
Apunte teológico
La oración Colecta es la primera oración presidencial-sacerdotal.
Junto con el saludo inicial: El Señor esté con ustedes, evidencia
desde el primer momento la Presencia de Cristo a su Iglesia por el Espíritu
Santo, sobre todo, en cada asamblea eucarística (cfr. SC 7). El
mencionado carácter de la celebración debe interpretarse más
allá de su particularidad temporal o festiva.
En primer lugar, señala la acción orante-sacerdotal de Cristo (cfr. Hb
9,24) actuante, por el Espíritu, en la persona del sacerdote. En segundo lugar,
es un reflejo de la Iglesia que es congregada: los fieles son integrados en la
totalidad del Cuerpo eclesial de Cristo mediante la oración.
En este sentido, nunca mejor denominación para esta plegaria que la
de oración colecta. En tercer lugar, la oración constata cómo desde
el comienzo de la Misa se está operando la Obra de la Redención expresada
en la súplica (cfr. SC 2). Estas oraciones son sobre todo deprecativas:
imploran los efectos y frutos de la Salvación, de forma, generalmente, bastante
genérica. Y en cuarto lugar la singularidad anamnética de dicha celebración,
especialmente en los tiempos litúrgicos, llamados fuertes, y en las fiestas.
Decimos “singularidad anamnética” porque en la acción litúrgica “operan” los
Misterios del Señor, y las oraciones se hacen eco de ello de forma más o menos
explícita.
También es importante la llamada conclusión doxológica de la oración
colecta. El n. 54 de la OGMR se ocupa de ello. Cómo para señalar, de pasada,
que seguimos en la Tradición, pero también, la esencia de su identidad
teológica el misterio Divino Tripersonal y sus operaciones, en particular la
Mediación de Cristo. Por una antigua tradición de la Iglesia, la
oración colecta ordinariamente se dirige a Dios Padre, por Cristo en el
Espíritu Santo (OGMR 54).
Sigamos profundizando en los aspectos de la celebración eucarística
para seguir creciendo en el amor a este sacramento que el Señor Resucitado nos
dejó como presencia permanente en medio de nosotros.