3 de
abril 2019. Siguiendo con nuestras catequesis mistagógicas hoy profundizaremos
en el canto del Gloria en la celebración eucarística. Padre, Héctor Giovanny Sandoval. Delegado episcopal para la liturgia.
Arquidiócesis de Ibagué.
El
Gloria, conocido como Himno angélico (por las palabras con las
que comienza, las que el evangelista Lucas pone en boca de los ángeles que
anuncian el nacimiento de Jesús) o Gran doxología (en
comparación con la pequeña doxología, antiquísima también, del “Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…”). Se ha dicho que el Gloria es «el más
bello, el más popular, el más antiguo canto cristiano llegado hasta nosotros.».
Al
igual que el Kyrie, el Gloria tampoco nació como un canto para la
Misa. Era un canto que se utilizaba en la oración de la mañana, en las laudes. La
liturgia romana empezó a utilizarlo dentro de la Eucaristía a principios del
siglo IV, en la Misa de Navidad, pero sólo cuando era presidida por el obispo.
En el siglo X-XI entró a formar parte ordinaria de la Misa de domingos y
fiestas, excepto en las de Cuaresma, tanto si estaba presidida por obispos,
como por presbíteros.
En la
Misa actual, el Gloria es una pieza unida al rito de entrada para los domingos
y días festivos, excepto en los tiempos de Adviento y de Cuaresma. Como parte
de los ritos iniciales, prolonga la invocación
del Kyrie a través de una oración de alabanza. Entre el
Canto de entrada y la Oración colecta, completa la unidad esencial de la
oración cristiana: petición-acción de gracias. En el Gloria se cumple, de forma
muy especial, lo que se dice de los ritos iniciales: que preludian y anticipan
lo que va a ser la celebración en su parte más central, la Liturgia
eucarística.
En el
himno del Gloria pueden distinguirse tres partes: el comienzo bíblico con el
canto de los ángeles la noche de Belén, las alabanzas a Dios Padre y,
finalmente, las aclamaciones y súplicas a Cristo. Todo esto termina con una
recapitulación en la que se nombra al Espíritu Santo dando así un carácter
trinitario al himno.
Por
último, se invoca a Jesucristo con variedad de títulos: Señor, Hijo único,
Unigénito, Señor Dios, Cordero de Dios y le suplicamos y aclamamos como aquél
en quien Dios se nos ha dado, en quien la
Gloria de Dios se revela y se hace paz y salvación de los hombres.
Con el
canto del Gloria culminamos las partes cantadas de los ritos iniciales. A
partir de aquí, bien dispuestos y conscientes de lo que vamos a celebrar, nos
introduciremos en las dos partes esenciales de la celebración eucarística, la
Liturgia de la Palabra y la Liturgia eucarística.
Sigamos
profundizando en las partes de la Eucaristía y descubramos la riqueza de este
misterio que el Señor le dejó a la Iglesia.