11 de mayo 2019. La estructura de la liturgia de la palabra
y los signos de respeto a la palabra.
Continuando con nuestras catequesis mistagógicas, este
domingo profundizaremos en la estructura y los signos de respeto a la liturgia
de la Palabra. Padre Héctor Giovanny Sandoval
Delegado episcopal para la liturgia. Arquidiócesis de Ibagué
(Colombia).
Estructura de la liturgia de la Palabra
• La primera
lectura: es normalmente del Antiguo Testamento, la historia del pueblo de
Israel nos prepara para comprender la plenitud de Cristo.
• El salmo
responsorial: nos ayuda a meditar en lo que se ha proclamado en la primera
lectura, se llama “salmo responsorial”, porque la asamblea va respondiendo a
cada una de las estrofas con la antífona, que debiera ser cantada.
• La segunda
lectura: es tomada de los Hechos de los Apóstoles o de las Cartas que los
Apóstoles escribieron a sus comunidades cristianas, invitándoles a vivir según
el espíritu del Evangelio.
• El Evangelio:
precedido por la aclamación del Aleluya, se proclama la tercera lectura: el
Evangelio, es el punto central de la liturgia de la Palabra, es la misma
palabra de Cristo.
• La Homilía:
dirigida por el sacerdote que preside la Eucaristía, tiene como gran tarea,
explicar y aplicar a nuestra vida lo que han dicho las lecturas bíblicas.
• Profesión de
fe: la asamblea proclama el Credo, la Profesión de fe, como respuesta a la
Palabra.
• Oración
Universal: toda la asamblea eleva al Padre Dios, las peticiones que se acercan
a las realidades concretas de la Iglesia y de la humanidad, de manera especial
de los que más sufren.
Signos de respeto a la
Palabra.
Cuando apreciamos algo o alguien, se nota en los signos
exteriores de nuestro trato. Si nos damos cuenta de la importancia de la
Palabra de Dios que se nos proclama, tendría que notarse claramente por los
signos de respeto y aprecio:
• La dignidad
de Libro, del Leccionario: no es conveniente leer desde las “hojas dominicales” u otros folletos. Tener los Leccionarios
actualizados y bien cuidados.
• El ambón
desde el que se proclaman las lecturas bíblicas, bien adornado, noble, hacia el
que se dirigen en la primera parte de la Misa las miradas de todos; y reservado
para la proclamación de las lecturas: desde el ambón nos habla Dios (lecturas,
salmo), mientras que nuestras oraciones, avisos moniciones, explicaciones, se
hacen de otra parte.
• La
preparación de los lectores o proclamadores: la lectura de la Palabra de Dios
es demasiado importante como para improvisarla, se deben preparar personas en
nuestras comunidades que asuman este ministerio siendo conscientes de la gran
responsabilidad frente a la Palabra de Dios y a la asamblea reunida.
Nuestra actitud ante la
Palabra.
• Ante todo, la
puntualidad a la Misa, porque ya desde el principio tenemos que poder escuchar
bien lo que Dios nos dice; si no somos puntuales, perdemos esta Palabra y,
además, al llegar tarde, incomodamos a los demás.
• La atención
llena de fe y de interés: es la palabra más importante que escucharemos a lo
largo de la semana; toda la asamblea debería estar atenta a las lecturas, sin
otros movimientos o quehaceres.
• Actitud de
acogida y de obediencia, porque cuando Dios comunica su Palabra, espera siempre
una respuesta, siguiendo el consejo del Apóstol Santiago: “poned por obra la
Palabra y no os contentéis con oírla”. Entonces es cuando en verdad edificamos
sobre la roca el edificio de nuestra vida.
Sigamos profundizando en la riqueza de nuestra liturgia,
para que apreciemos cada día más este sacramento que el Señor nos dejó como
presencia permanente en medio de nosotros.