8 de agosto 2019. RELATO DE LA INSTITUCION DE LA EUCARISTÍA Continuando
con el análisis de la Plegaria Eucarística, en este domingo profundizaremos en
el relato de la Institución de la Eucaristía. Padre Héctor Giovanny Sandoval
Moreno. Delegado para la pastoral litúrgica. Arquidiócesis de Ibagué.
Mediante las palabras y acciones de Cristo se lleva a cabo
el sacrificio que Cristo mismo instituyó en la Última Cena, cuando bajo las
especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre y se lo dio a los
Apóstoles en forma de alimento y bebida, y les dejó el mandato de perpetuar
este mismo misterio (Misal Romano N. 79d).
El relato de la institución de la Eucaristía dentro de la
Plegaria, tiene la función de explicitar las palabras del Señor y su relación
con el mandato por Él dejado. Expresa el paso del memorial de la salvación
pretérita a la realidad de la salvación presente, que realiza la Iglesia
sacramentalmente: se repite el gesto, y con él el misterio de la muerte y
resurrección, centro del Misterio Pascual y garantía de nuestra futura
participación en él.
La estructura de esta
parte de la Plegaria eucarística tiene dos momentos:
• Introducción:
Se trata de la expresión que sirve para introducir el relato y que lo enlaza
con el contexto anterior. Siempre contiene una referencia a la inminente pasión
de Cristo: “Porque él mismo, la noche en
que iba a ser entregado” (Plegaria Eucarística
III); pero no es un elemento de naturaleza cronológica solamente, sino
que nos quiere dar a entender que lo sucedido en la Última Cena tiene una
referencia directa con la cruz de Cristo: es su memorial sacramental, y además
refiere la reunión de Cristo con sus discípulos en la cena pascual.
• Palabras y
acciones rituales: Los textos presentan con intensidad los gestos de Jesús:
tomar el pan (o el cáliz); dar gracias; pronunciar la bendición y dar a los
discípulos. El sacerdote repite las palabras que describen las acciones del
Señor con pequeñas variantes según los esquemas de las Plegarias. En cambio,
las palabras de la Institución (“Tomad y
comed”, “Tomad y bebed”) son las mismas en todas las Plegarias eucarísticas.
El relato de la Institución es el corazón de la plegaria eucarística. Siguiendo
el mandato que Jesús le dijo a sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, el
sacerdote, actuando en la persona misma de Cristo, pronuncia las palabras de la
institución de la Eucaristía, las mismas que Jesús pronunció en la Última Cena.
Y esas palabras tienen el poder de transformar la realidad.
Así como cuando Dios dijo: “que se haga la tierra”, y la tierra se hizo. Cuando
Jesús le dijo al paralítico: “toma tu camilla, levántate y anda” y el
paralítico que nunca había podido caminar, se puso de pie y empezó a caminar. O
cuando le dijo a su amigo Lázaro que llevaba 3 días en la tumba: “¡Lázaro sal
fuera!” y Lázaro volvió a la vida y salió de la tumba.
Así como Dios, cuando pronuncia su Palabra, la Creación le
obedece, en la misa, cuando Dios pronuncia su Palabra a través del sacerdote:
“tomen y coman esto es mi cuerpo…”, “tomen y beban está es mi sangre…”, su
Palabra, que es eficaz, transforma la realidad y las ofrendas de pan y vino
dejan de serlo y se convierten realmente, en el cuerpo y la sangre del Señor
Jesús. Verdaderamente Cristo, en su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Nunca como en este instante podemos hacer nuestras las
palabras de san Pablo: «Me amó y se entregó por mí». Y por eso ¡cuánto nos
ayuda a entrar en el misterio que la Iglesia nos indique que debemos estar
arrodillados! Ante tanto amor, ante un misterio tan inmenso, nos damos cuenta
de nuestra pobreza y pequeñez. Nos damos cuenta de lo orgullosos que solemos
ser, y de cómo el Señor se hace pequeño para llegar a nuestro corazón.
Sigamos descubriendo el valor de cada momento celebrativo de
la Eucaristía para participar más plenamente en este gran misterio de amor y de
entrega del Señor por todos nosotros. Correo del Autor: hectorgeovannys@gmail.com