3 de octubre de 2025

ENVEJECER FORMA PARTE DE LA MARAVILLA QUE SOMOS Papa León XIV


3 de octubre 2025 “Envejecer forma parte de la maravilla que somos” Discurso Papa León XIV, a los participantes en el congreso internacional de la pastoral de las personas mayores.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡La paz sea con ustedes!
¡Buenos días y bienvenidos!
Eminencia, Excelencias, queridos sacerdotes, hermanos y hermanas.
 
Les doy la bienvenida y me complace encontrarme con ustedes con motivo del Segundo Congreso Internacional sobre la Pastoral de las Personas Mayores, promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
 
El tema del Congreso —«¡Tus ancianos soñarán sueños!» (Joel 3,1)— evoca las palabras del profeta Joel, tan querido por el Papa Francisco, quien a menudo ha hablado de la necesidad de una alianza entre jóvenes y mayores, inspirada en los «sueños» de quienes han vivido una larga vida y enriquecida por las «visiones» de quienes comienzan la gran aventura de la vida.  En el pasaje citado, el profeta anuncia la efusión universal del Espíritu Santo, que crea unidad entre las generaciones y distribuye dones diferentes a cada una.
 
Lamentablemente, en nuestra época, las relaciones intergeneracionales suelen estar marcadas por fracturas y conflictos, que las enfrentan. Por ejemplo, se acusa a las personas mayores de no dar cabida a los jóvenes en el mercado laboral o de absorber demasiados recursos económicos y sociales a expensas de otras generaciones, como si la longevidad fuera un pecado.
 
Estas formas de pensar revelan visiones muy pesimistas y contradictorias de la existencia. Las personas mayores son un don, una bendición que hay que acoger, y la prolongación de la vida es un hecho positivo; de hecho, es uno de los signos de esperanza de nuestro tiempo, en todo el mundo. Sin duda, también es un desafío, porque el creciente número de personas mayores es un fenómeno histórico sin precedentes que nos llama a un nuevo ejercicio de discernimiento y comprensión.
 
La vejez es, ante todo, un recordatorio beneficioso de la dinámica universal de la vida. La mentalidad imperante hoy tiende a valorar la existencia si produce riqueza o éxito, si ejerce poder o autoridad, olvidando que los seres humanos son siempre criaturas limitadas y necesitadas. La fragilidad que se manifiesta en los ancianos nos recuerda esta evidencia común: por lo tanto, quienes cultivan ilusiones mundanas la ocultan o la rehúyen para no tener ante sus ojos la imagen de lo que inevitablemente seremos.
 
En cambio, es saludable comprender que envejecer «forma parte de la maravilla que somos».  Esta fragilidad, «si tenemos el coraje de reconocerla», de abrazarla y cuidarla, «es un puente hacia el cielo».  En lugar de avergonzarnos de la debilidad humana, nos veremos impulsados ​​a pedir ayuda a nuestros hermanos y hermanas y a Dios, que vela por todas las criaturas como un Padre. Los ancianos nos enseñan que «la salvación no está en la autonomía, sino en reconocer humildemente las propias necesidades y saber expresarlas libremente», de modo que «la medida de nuestra humanidad no está dada por lo que podemos conquistar, sino por la capacidad de dejarnos amar y, cuando es necesario, incluso ayudar».
 
Por extraño que parezca, la vejez se está convirtiendo cada vez más en algo que experimentamos de forma inesperada y sin preparación. Inspirándose en las Escrituras, la sabiduría de los Padres y la experiencia de los santos, la Iglesia está llamada a ofrecer el tiempo y las herramientas para descifrarla, para vivirla como cristianos, sin pretender permanecer eternamente jóvenes y libres de desesperación. En este sentido, las catequesis que el Papa Francisco dedicó a este tema en 2022 son valiosas, ya que desarrollan una verdadera espiritualidad para las personas mayores: pueden utilizarse para desarrollar una labor pastoral eficaz.
 
Hoy en día, muchas personas, al llegar al final de su vida laboral, tienen la oportunidad de disfrutar de un período cada vez más prolongado de buena salud, bienestar económico y mayor tiempo libre. Se les llama "jóvenes ancianos": a menudo son quienes demuestran una asistencia litúrgica asidua y dirigen las actividades parroquiales, como la catequesis y diversas formas de servicio pastoral. Es importante identificar un lenguaje y propuestas adecuadas para ellos, implicándolos no como destinatarios pasivos de la evangelización, sino como sujetos activos, y responder con ellos, y no en su lugar, a las preguntas que la vida y el Evangelio nos plantean.
 
Se pueden encontrar diferentes situaciones: algunas personas reciben su primer anuncio de fe en la vejez; otras experimentaron a Dios y a la Iglesia en su juventud, pero luego se distanciaron; otras han perseverado en su vida cristiana. Para todos, la pastoral de las personas mayores debe ser evangelizadora y misionera, porque la Iglesia está siempre llamada a anunciar a Jesús, Cristo Salvador, a todo hombre y mujer, a cualquier edad y en cualquier etapa de la vida.
 
Cuando las personas mayores se sienten solas y rechazadas, esto significará llevarles el mensaje gozoso de la ternura del Señor, para superar, junto con ellas, la oscuridad de la soledad, el gran enemigo de la vida de las personas mayores. ¡Que nadie sea abandonado! ¡Que nadie se sienta inútil! Incluso una sencilla oración, recitada con fe en casa, contribuye al bien del Pueblo de Dios y nos une en la comunión espiritual. Esta tarea misionera nos interpela a todos, a nuestras parroquias y, especialmente, a los jóvenes, quienes pueden convertirse en testigos de cercanía y escucha, de escucha mutua con quienes están más adelantados en la vida.
 
En otros casos, la evangelización misionera ayudará a las personas mayores a encontrar al Señor y su Palabra. De hecho, a medida que envejecen, la pregunta por el sentido de la vida resurge en muchos, creando la oportunidad de buscar una relación auténtica con Dios y profundizar su vocación a la santidad.
 
Queridos amigos, tengamos siempre presente que anunciar el Evangelio es el compromiso principal de nuestra pastoral: al involucrar a las personas mayores en esta dinámica misionera, ellas también serán testigos de esperanza, especialmente con su sabiduría, devoción y experiencia. Por esto rezo, invocando la maternal intercesión de la Virgen María, y los acompaño con mi bendición. ¡Gracias! Fuente e Imagen de Vatican. Va.