LA ORACIÓN PERFECCIONA Evangelio miércoles 8 de octubre 2025
LA ORACIÓN PERFECCIONA AL BUEN
CREYENTE
Evangelio miércoles 8 de octubre
2025
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Un día, Jesús
estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
“Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo
entonces: “Cuando oren, digan:Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día
nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.
Lucas 11, 1-4
La oración es la capacidad que
adquiere una persona para comunicarse con Dios. Existen una multiplicidad
de formas para orar y estar con Dios. Debemos tener en cuenta la cultura, la
formación de cada persona, el sistema de vida de cada cual. Para que la oración
sea un verdadero medio de comunicación con Dios, para que produzca la salud
espiritual y corporal en la persona, para que permita la santidad personal, es
necesario que la oración cuente con la humildad de cada persona, la confianza
en Dios y la perseverancia.
Jesucristo enseñó la oración que
perfecciona a una persona creyente: La pone en comunión con Dios, permite
perdonar y hacerle tanto bien a los demás, se anticipa para que la persona no
lastime su vida permitiendo que las tentaciones dañen su oración y su vida
cristiana. El Padre Nuestro es la oración perfecta de lo que crees con lo
que haces.
Una oración debe ser humilde.
bien enseña el Salmista: “Un corazón contrito y humillado, Dios no lo
desprecia” (Salmo 51). Una oración que tiene toda su confianza en Dios.
Así lo expone el Salmista: “En ti pongo mi confianza, no me pongas en
vergüenza, tú eres mi Dios, ponme a salvo” (Salmo 71).
Una oración que persevera
hasta el final. Así nos lo enseña la Escritura: “No pierdan la confianza en
Dios. Ustedes necesitan perseverar después de haber cumplido la voluntad en
Dios. Recibirán lo que Él les ha prometido”. Hebreos 10, 35-39).
San Agustín de Hipona enseñaba: “La
oración es el encuentro de la sed de Dios”. San Juan XXIII recomendaba a las
religiosas la enseñanza de Kempis: “Serenata conscientia puram offerre
orationem: ofrecer con conciencia serena, una oración pura. Una conciencia
serena” San Pablo VI proponía: La oración es el "respiro de la fe",
un grito silencioso del corazón que se confía en Dios, y una expresión esencial
de la vida cristiana”.
San Juan Pablo II enseñaba: “La oración es el
reconocimiento de nuestros límites”. El Papa Benedicto XVI afirmaba: “La
oración es la respiración del alma y de la vida”. El Papa Francisco advertía:
“La oración nace en el secreto de nosotros mismos, en ese lugar que llamamos
corazón”.
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https://youtu.be/BFv4RoYOWDo