30 de julio de 2023

NO PERDAMOS TIEMPO Y LIBERTAD EN COSAS TRIVIALES Papa Francisco


30 de julio 2023.
No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales” Ángelus Regina Coeli. Papa Francisco. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy el Evangelio nos cuenta la parábola de un mercader en busca de piedras preciosas, que -dice Jesús- «al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró» (Mateo 13, 46). Detengámonos un poco en las acciones de este mercader, que primero busca, luego encuentra y finalmente compra.
 
La primera acción de este hombre: buscar. Es un mercader emprendedor, que no se queda quieto, sino que sale de su casa y se pone en camino en busca de perlas preciosas. No dice: «Estoy satisfecho con las que tengo»; busca otras más bellas. Y esto es una invitación para que no nos encerremos en la costumbre, en la mediocridad de los que se conforman, sino que reavivemos el deseo: reavivar el deseo, para que no se apague el deseo de buscar, de seguir adelante; cultivar los sueños de bien, buscar la novedad del Señor, porque el Señor no es repetitivo, trae siempre la novedad, la novedad del Espíritu; hace siempre nuevas las realidades de la vida (cfr. Apocalipsis 21,5). Y debemos tener esta actitud: buscar.
 
La segunda acción del mercader es encontrar. Es una persona astuta que «tiene buen ojo» y sabe reconocer una perla de gran valor. Esto no es fácil. Pensemos, por ejemplo, en los fascinantes bazares orientales, donde los puestos, repletos de mercancías, se agolpan a lo largo de las paredes de calles llenas de gente; o en algunos de los puestos que se ven en muchas ciudades, repletos de libros y objetos diversos. A veces, en estos mercados, si uno se detiene a mirar con atención, puede descubrir tesoros: cosas preciosas, volúmenes raros que, mezclados con todo lo demás, uno no advierte a primera vista.
 
Pero el mercader de la parábola tiene buen ojo y sabe encontrar, sabe «discernir» para encontrar la perla. También esto es una enseñanza para nosotros: cada día, en casa, en la calle, en el trabajo, de vacaciones, tenemos la posibilidad de discernir el bien. Y es importante saber encontrar lo que cuenta: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de la basura. No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales, pasatiempos que nos dejan vacíos por dentro, mientras la vida nos ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los demás. Es necesario saber reconocerla: discernir para encontrarla.
 
A veces, en estos mercados, si uno se detiene a mirar con atención, puede descubrir tesoros: cosas preciosas, volúmenes raros que, mezclados con todo lo demás, uno no advierte a primera vista.
Retomemos, pues, las tres acciones del mercader: buscar, encontrar y comprar, y hagámonos algunas preguntas. Buscar: ¿estoy buscando, en mi vida? ¿Me siento bien, realizado, satisfecho, o ejerzo mi deseo de bien? ¿Estoy jubilado espiritualmente? ¡Cuántos jóvenes están jubilados! 

La segunda acción, encontrar: ¿me ejército en discernir lo que es bueno y viene de Dios, sabiendo renunciar a lo que me deja poco o nada? Por último, comprar: ¿sé gastarme por Jesús? ¿Está Él en primer lugar para mí, es Él el mayor bien de la vida? Sería bonito decirle hoy a Él: «Jesús, Tú eres mi mayor bien». Cada uno de vosotros, en vuestro corazón, decid ahora: «Jesús, Tú eres mi mayor bien».
Que María nos ayude a buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser. Fuente: Exaudi. Org