UNA IGLESIA CON LOS NOBLES SENTIMIENTOS DE JESÚS
Evangelio jueves 20 de julio 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo: "Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.” Mateo 11, 28-30
Una religión más del perdón y menos de
detenerse en la legalidad. Una religión de la misericordia. Una religión donde
el Yugo es suave y la carga es Liviana. Esa es la religión católica cristiana
que predica, vive y da testimonio el mismo Hijo de Dios.
El
apóstol san Pablo hace un perfecto énfasis en la realidad del Evangelio. Dice
el santo: la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se
salvan" (1 Corintios 1, 18). Los grandes misioneros han predicado el
Evangelio con el crucifijo en la mano, con la carta de la misericordia, con la
bondad de la Palabra, con el entusiasmo de que muchos hombres y mujeres,
regresen por el camino de Dios.
San
Juan Bautista es un excelente ejemplo de aquel personaje que
cumplió su misión disponiendo el corazón, el espíritu de la gente para que
recibieran la Gracia que viene de Dios. Decía el precursor de Jesucristo:
“Detrás de mí viene alguien más poderoso que yo” (Marcos 1, 7).
La misión de Cristo como enviado es,
convertirse para cada uno de nosotros en el mensajero de la Paz (cfr. Mateo
5, 9). Aquel que triunfa sobre el pecado, Aquel que nos enseña el método de
combatir todo aquello que no nos permite vivir en tranquilidad. Un Mensajero
que no recomienda juzgar ni condenar a las demás personas. (cfr. Lucas 6, 37).
Un Mensajero que nos recomienda mirar
primero nuestros defectos antes de fijarnos en las fallas de los demás. (cfr.
Lucas 6, 41-42). Un mensajero que se dispone a hacer la voluntad de Dios. El
Maestro pregunta: ¿Por qué me llaman Señor y no hacen lo que yo les digo?
(Lucas 6, 46-47).
El Papa Francisco recomienda: Aprender de
Jesús; mejor aún, aprender a ser como Jesús, manso y humilde; entrar en su
mansedumbre y su humildad mediante la contemplación de su obrar. Poner
nuestras iglesias y nuestros pueblos, a menudo aplastados por la dura
pretensión del rendimiento bajo el suave yugo del Señor.
Recordar que la identidad de la Iglesia de Jesús no está garantizada por el “fuego del cielo que consume”, sino por el secreto calor del Espíritu que “sana lo que sangra, dobla lo que es rígido, endereza lo que está torcido” (cfr. Homilía, 23 de septiembre, 2015).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/B7FHSgIGZRc
Recordar que la identidad de la Iglesia de Jesús no está garantizada por el “fuego del cielo que consume”, sino por el secreto calor del Espíritu que “sana lo que sangra, dobla lo que es rígido, endereza lo que está torcido” (cfr. Homilía, 23 de septiembre, 2015).
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