LA AVARICIA NO NOS PERMITE CUMPLIR NUESTRA MISIÓN
Evangelio viernes 20 de junio 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús a sus
discípulos:
Atesoren tesoros en el cielo, donde no hay
polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roban.
Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!». Mateo 6, 19-23.
El apóstol de los gentiles nos
recomienda que sintamos mucha alegría en practicar siempre la caridad con los
demás. “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35). Cuando
una persona creyente tiene más su corazón, sus sentimientos, sus ideales en
vivir su fe y su religión de acuerdo al mandato divino, encuentra que su mayor
riqueza está en no apegarse a los bienes de este mundo, a las vanidades de este
mundo, a las inseguridades que ofrece el mundo. Al contrario, combatir todo
tipo de tentaciones como: la avaricia.
El Papa Francisco enseña que
una persona que tenga el corazón mundano, centrado en la riqueza, en el poder,
en la avaricia, nunca podrá entender y sentir las necesidades de los demás.
(Homilía, 5 de marzo, 2015). Algo que hemos escuchado a lo largo de la historia
es que la Avaricia es la fuente de todo pecado.
La avaricia,
la codicia, el egoísmo no permiten que un discípulo cumpla perfectamente con la
misión que le encomienda
su Maestro. Es muy sabia y práctica la famosa recomendación del Hijo de Dios
cuando advierte a sus seguidores: “Guárdense de toda codicia”.
La codicia o
avaricia, se queda solo con los bienes exteriores. Existen otros tres pecados que es el modo
indebido de rechazar un mal. Por ejemplo: La pereza que rechaza el esfuerzo
necesario. La envidia que es una oposición al bien ajeno. La ira que incita al
rechazo. Un buen teólogo moralista, Ramón García de Haro, advertía que, entre
los siete vicios capitales, la soberbia y la avaricia son origen de todo
pecado.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!». Mateo 6, 19-23.
Es más, la avaricia es raíz de todo pecado. Así lo enseño el
apóstol de los gentiles a su excelente discípulo que lo consideraba con una fe
“genuina”. Dice el apóstol: “"la raíz de todos los males es el amor al
dinero. (cfr. 1 Timoteo 6, 10-11).
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https://youtu.be/F4188d1nfi8
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