9 de junio 2025 “María Santísima es la memoria viviente de Jesús” Homilía Papa León XIV Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia. Basílica de san Pedro.
Hoy tenemos la alegría y la gracia de celebrar el jubileo de
la Santa Sede en la memoria litúrgica de María, Madre de la Iglesia. Esta feliz
coincidencia es fuente de luz y de inspiración interior en el Espíritu Santo,
que ayer, Pentecostés, se ha derramado en abundancia sobre el Pueblo de Dios. Y
en este clima espiritual nosotros hoy gozamos de una jornada especial, en
primer lugar, con la meditación que hemos escuchado y ahora, aquí, en la Mesa
de la Palabra y de la Eucaristía.
Partimos de la más fundamental, que es el relato de la
muerte de Jesús. Juan, de los Doce el único presente en el Calvario, vio y dio
testimonio de que, al pie de la cruz, junto a otras mujeres, estaba la madre de
Jesús (v. 25). Y escuchó con sus propios oídos las últimas palabras del
Maestro, entre la cuales, estas: «Mujer, aquí tienes a tu hijo», y después,
dirigiéndose a él: «Aquí tienes a tu madre» (vv. 26-27).
La maternidad de María, a través del misterio de la cruz,
dio un salto impensable. La Madre de Jesús se convirtió en la nueva Eva,
porque el Hijo la asoció a su muerte redentora, fuente de vida nueva y eterna
para todo ser humano que viene a este mundo. El tema de la fecundidad está muy
presente en esta liturgia. La oración “colecta” lo pone de manifiesto al
hacernos pedir al Padre que la Iglesia, sostenida por el amor de Cristo, sea
«cada día más fecunda en el Espíritu» (Misal italiano, colecta de la memoria).
Los Apóstoles, también en este texto, son enumerados por
nombre, y como siempre, el primero es Pedro (cf. v. 13). Pero él mismo, de
hecho, en primer lugar, es sostenido por María en su ministerio. De manera
análoga, la Madre Iglesia sostiene el ministerio de los Sucesores de Pedro con
el carisma mariano. La Santa Sede vive de manera muy particular la
co-presencia de ambos polos: el mariano y el petrino. Y es el polo mariano el
que asegura la fecundidad y la santidad del petrino, con su maternidad, don de
Cristo y del Espíritu.