18 de junio de 2019

EL CORPUS CHRISTI. Solemne Liturgia.


18 de junio 2019. Celebración de Corpus Christi. Autor: Padre, Héctor Giovanni Sandoval Moreno, delegado para la liturgia, Arquidiócesis de Ibagué.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Sacerdote: Unidos en la misma plegaria, pidamos a Dios bondadoso y fiel, que escuche las plegarias de su pueblo. Unámonos diciendo: Oh Señor, escucha y ten piedad.
1.         Te pedimos, Dios de amor, por la Iglesia santa, congregada en este día en torno a la mesa del Sacrificio y del banquete del amor, para que pueda llevar, con la luz del Evangelio, el Pan de la vida y de la esperanza a todos los pueblos.
2.         Te pedimos, Dios de amor, por el Papa Francisco, por nuestro Obispo Fernando, por nuestros Sacerdotes, para que ofrezcan con amor el Sacrificio Pascual con el que Cristo alimenta el pueblo santo.
3.         Te pedimos, Dios de amor, por los que tienen autoridad para que sepan conducir los pueblos por caminos de reconciliación y de fraternidad..
4.         Te pedimos, Dios de amor, por los que sufren, los enfermos, los pobres, los que padecen las consecuencias de la guerra, para que la Eucaristía sea fuente de consuelo y de paz.

5.         Te pedimos, Dios fiel, que nosotros Bautizados y Enviados, podamos alimentarnos en la mesa santa de la Eucaristía, para poder llevar la alegría de la salvación a todos los pueblos.

Sacerdote: Oh Dios que alimentas a tu pueblo con amor generoso, escucha el clamor confiado de tu Iglesia peregrina y concédele cuanto te ha pedido con fe. Por Cristo, nuestro Señor.  Amén.

SOLEMNE PROCESIÓN

Después de la oración pos comunión se  toma la hostia consagrada y se pone  en la Custodia, luego el sacerdote delante del Santísimo Sacramento solemnemente expuesto introduce la procesión eucarística:

Amados hermanos: Iniciaremos esta peregrinación eucarística. Jesús mismo camina con su pueblo y recorre nuestras calles y caminos para recordarnos que Él es el Pan de la vida que sostiene la Iglesia que se siente enviada a comunicar la paz y la esperanza y a alimentar con este Sacramento Admirable al mundo que tiene hambre de Dios, hambre de verdad, hambre de vida verdadera. Ven con nosotros, Jesús, eterno caminante, y acompáñanos a todos, Bautizados y Enviados, a dar razón de nuestra esperanza y a proclamar la fe. Caminaremos de la mano de nuestra Madre, la Virgen María, Mujer eucarística.
Incensación y canto eucarístico.

PRIMER ALTAR
MARÍA NOS ATRAE A LA EUCARISTÍA.

Incensación y canto eucarístico
 Monición: El Señor Jesús que pasó haciendo el bien, ahora pasa por las calles de nuestra ciudad, derramando gracias y bendiciones, que sea este homenaje que le tributamos a Jesús Sacramentado un fortalecimiento de nuestro amor a la Virgen María en esta tierra del Tolima

Lectura Bíblica: “Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» (Mt 12, 46-50)

Reflexión: Afirma san Juan Pablo II: la Maternidad espiritual de María "ha sido comprendida y vivida particularmente por el pueblo cristiano en el sagrado Banquete -celebración litúrgica del misterio de la Redención-, en el cual Cristo, su verdadero cuerpo nacido de María Virgen, se hace presente. Con razón la piedad del pueblo cristiano ha visto siempre un profundo vínculo entre la devoción a la Santísima Virgen y el culto a la Eucaristía... María guía a los fieles a la Eucaristía" (R.M. 44). María nos atrae irresistiblemente hacia la Eucaristía.

María nos atrae a la Eucaristía, Sacrificio incruento del cuerpo y de la sangre de Cristo, formados al calor de su corazón por obra del Espíritu Santo. Nos atrae a la Eucaristía, comunión en Cristo, porque Cristo está privilegiadamente en Ella y Ella en Cristo. Nos atrae a la Eucaristía-tabernáculo porque Ella es custodia viviente excepcionalmente enriquecida por la gracia redentora, y la mejor adoradora de la Presencia Real de Cristo.

Sacerdote: Acudamos a Cristo, que invita a todos a su Cena y en ella entrega su cuerpo y su sangre para la vida del mundo; digámosle: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Lector: Cristo, Hijo de Dios vivo, que nos mandaste celebrar la Eucaristía como memorial tuyo, enriquece a tu Iglesia con la celebración de tus misterios.
Todos: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Lector: Cristo, Señor nuestro, sacerdote único del Dios altísimo, que has querido que tus ministros te representaran en la cena eucarística, has que los que presiden nuestras asambleas imiten en su manera de vivir lo que celebran en el sacramento.
Todos: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Lector: Cristo, maná bajado del cielo, que haces un sólo cuerpo de cuantos participan en un mismo pan, aumenta la unidad y la concordia de los que creen en ti.
Todos: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Lector: Cristo Jesús, médico enviado por el Padre, que por  el pan de la Eucaristía  nos das el remedio de la inmortalidad y el germen de la resurrección, da salud a los enfermos y esperanza a los pecadores.
Todos: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Lector: Cristo Señor, rey al que esperamos, tu que nos mandaste celebrar la eucaristía para anunciar tu muerte y pedir tu retorno, haz participar en tu resurrección a los que han muerto estando en tu amor.
Todos: Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna.

Se concluye con la siguiente oración:

Sacerdote: Oh Dios que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos te rogamos, que con el poder del alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos gloriosos en el último día. Por Jesucristo nuestro Señor.

SEGUNDO ALTAR
MARÍA Y LA PRESENCIA REAL DE LA EUCARISTÍA.

Incensación y canto eucarístico
Monición: La Eucaristía es la cumbre de la vida cristiana y la luz que ilumina a la Iglesia entera en la configuración con Jesucristo, es la presencia viva del Señor Jesús entre nosotros, vivamos este momento de gracia para nuestra arquidiócesis, que reavive en todos nosotros el amor a la Eucaristía y a la Santísima Virgen María.

Lectura Bíblica: “Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2, 15-19)

Reflexión: María es la Madre de Dios. Madre-Virgen por obra del Espíritu Santo. Es, por lo tanto, portadora de la Presencia Real del Cuerpo, de la Sangre, del Alma y de la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Es Sagrario viviente.

María es Madre de los redimidos. ¡Madre nuestra!: no ceses de conducirnos al encuentro de Cristo-Eucaristía, renovación incruenta del Sacrificio del Calvarios. No ceses de ofrecernos el Cuerpo y la Sangre de Cristo porque somos peregrinos hambrientos y sedientos del Pan verdadero y de la Bebida verdadera. No ceses de atraernos como adoradores a los pies del Tabernáculo.

María es la Madre al pie de la Cruz. Testigo excepcional del sacrificio de Cristo, contenido del Sacrifico incruento de la santa Misa. Ella nos conduce a la Eucaristía porque está asociada al sacrificio redentor con su corazón traspasado por la espada de dolor, y testifica el cumplimiento del amor que Cristo nos tiene "hasta el extremo". María -afirma el Siervo de Dios Juan Pablo II- es "testigo particularmente sensible de ese amor que encuentra su expresión sacramental precisamente en la Eucaristía".

Lector: Señor, cuando estamos en la duda y en las tinieblas, cuando te buscamos sin poderte encontrar, aumenta nuestra fe.
Todos: Señor, te misericordia de nosotros

Lector: Señor, cuando nuestro corazón está triste y angustiado, cuando los tiempos son duros, crueles, inciertos, haz fuerte nuestra esperanza
Todos: Señor, te misericordia de nosotros

Lector: Señor, cuando no sabemos amarte de verdad, cuando no amamos con generosidad a nuestros hermanos con los hechos y con sinceridad.
Todos: Señor, te misericordia de nosotros

Lector: Señor, cuando te olvidamos hasta dejar de rezarte, cuando nos alejamos de ti hasta ofenderte con el pecado, concédenos tu gracia y tu perdón.
Todos: Señor, te misericordia de nosotros

Lector: Señor, cuando tenemos miedo de tanta violencia y de tanto odio, cuando somos víctimas de la injusticia, danos tu espíritu de fuerza, de paz y de amor.
Todos: Señor, te misericordia de nosotros

Se concluye con la siguiente oración:

Sacerdote: Ilumina, Señor con la luz de la fe nuestros corazones y abrásalos con el fuego de la caridad, para que adoremos resueltamente en espíritu y en verdad, a quien reconocemos en este sacramento como nuestro Dios y Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

TERCER ALTAR
MARÍA, LA EUCARISTÍA Y LA IGLESIA.

Incensación y canto eucarístico
Monición: Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por los calles de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida diaria, a su bondad. Que nuestras calles sean calles de Jesús. Que nuestras casas sean casas para Él y con Él. Que nuestra vida de cada día esté impregnada de la presencia del Señor en la Eucaristía y que nos dejó como nuestra Madre a la Santísima Virgen María.
Lectura Bíblica: “Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan” (Lc 11, 27-28)
Reflexión: María nos conduce a la Eucaristía en la Iglesia. "La Virgen Santísima -nos enseña el Concilio- por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está íntimamente unida con la Iglesia"(LG. 63), con esta Iglesia que vive centrada en la Eucaristía.

La Virgen María está especialmente asociada a la Eucaristía en la Iglesia y nos conduce al centro de su misterio. La Iglesia vive y se alimenta de la Eucaristía, y la Virgen Madre nos orienta hacia la Eucaristía, nuestra vida y alimento. Si queremos vivir en el corazón de la Iglesia, hemos de vivir centrados en la Eucaristía.

La Virgen María está presente en el Cenáculo el día de Pentecostés, "momento del nacimiento de la Iglesia -nos dice san Juan Pablo II- de esta Iglesia que constantemente vive de la Eucaristía: El que me come vivirá por mi (Jn 6,57)"

Sacerdote: Cristo presente bajo las especies de pan y de vino nos invita a que permanezcamos delante de su Presencia santa en actitud de adoración. Digámosle con fe: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres la Palabra que comunica la verdad a los hombres.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres la Luz que ilumina nuestros pasos.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres la Vida que resucita nuestra muerte.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Pastor que da la vida por su grey.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Maestro que educa en el amor.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Médico que cura toda enfermedad.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Redentor que redime de la esclavitud a la humanidad.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Salvador que perdona el pecado del mundo.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Pan bajado del cielo que alimenta para la vida eterna.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Agua viva que riega nuestra aridez.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Lector: Tú, que eres el Señor muerto y resucitado que permaneces en el sacramento.
Todos: Te adoramos, Dios con nosotros.

Sacerdote: Señor, que por el misterio pascual de tu Hijo realizaste la redención de los hombres, concédenos avanzar por el camino de la salvación a quienes, celebrando los sacramentos, proclamamos con fe la muerte y resurrección de Cristo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

CUARTO ALTAR
LA SOLICITUD DE MARÍA

Incensación y canto eucarístico
Monición: El Señor Jesús que pasó haciendo el bien, ahora pasa por las calles de nuestra ciudad, derramando gracias y bendiciones, que sea este homenaje que le tributamos a Jesús Sacramentado un fortalecimiento de nuestra fe y nos recuerde la solicitud maternal de la Virgen María por todos sus hijos.

Lectura Bíblica: Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: - «Haced lo que él os diga.» - (Jn 2,1-3)

Reflexión: El desvelo de María en Caná de Galilea es signo de su solicitud maternal para que no nos falte la celebración de la Santa Misa, para que nos podamos alimentar del Cuerpo y de la Sangre de su Hijo y para que se prolongue la Presencia real de Cristo en el Sagrario.

La Virgen María no cesa de interceder ante su Hijo por las necesidades de la Iglesia peregrina. Le pedimos que no falten vocaciones sacerdotales porque necesitamos sacerdotes santos que renueven el Sacrificio del Calvario, que nos inviten al banquete del Cuerpo y la Sangre de Cristo y que cuiden del Sagrario y de la adoración eucarística.
Sacerdote: Ante la presencia sacramental del Señor, adorémosle con espíritu de fe como verdaderos adoradores y digámosle: Te adoramos y te alabamos.
Lector: Señor, que has querido permanecer en el sacramento.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que has instituido la Eucaristía como memorial de tu muerte y resurrección.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que nos mandaste celebrar la Eucaristía, diciendo "haced esto en memoria mía".
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que has dado a comer en el desierto, multiplicando los panes y los peces.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que has prometido en Cafarnaún el Pan de vida para la vida eterna.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que te has ofrecido en la Cruz para gloria del Padre y salvación nuestra.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que nos ofreces cada día la mesa de tu Palabra y de tu Sacramento.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que has querido permanecer entre nosotros bajo las especies de Pan y Vino.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que nos diste el mandamiento de amarnos unos a otros.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que a los discípulos de Emaús les explicaste las Escrituras y te reconocieron al partir el pan.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Lector: Señor, que te has aparecido resucitado a tus apóstoles para confirmarlos en la fe.
Todos: Te adoramos y te alabamos.

Sacerdote: Unidos a Jesús, pan vivo bajado del cielo, dirijámonos al Padre de toda gracia, pidiendo que nunca falte tanto el pan material como el pan espiritual en nuestras vidas: Padre nuestro...

Sacerdote: Oh Dios, que redimiste a todos los hombres con el misterio pascual de Cristo, conserva en nosotros la obra de tu misericordia, para que venerando constantemente el misterio de nuestra salvación merezcamos conseguir su fruto. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO
Sacerdote: Estamos finalmente aquí, en la meta de nuestra marcha. Los Bautizados y enviados concluimos esta marcha de esperanza suplicando como hace muchos años en la tarde de la Pascua, en la que los discípulos le rogaban a Jesús su presencia constante, eterna y santificadora. Nosotros, tomando las palabras con las que el Papa San Juan Pablo II inauguró el año de la Eucaristía en 2004, decimos: Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús: ¡quédate con nosotros! Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.  Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad. En la Eucaristía te has hecho "remedio de inmortalidad": danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin. ¡Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.

Monición: El Señor Jesús, antes de pasar de este mundo al Padre, nos dejó el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. En este admirable sacramento se hizo compañero de nuestro caminar, testigo para nuestras dudas y firmeza ante nuestras dificultades, que el haber caminado con El en esta procesión eucarística sea también compromiso de seguir caminando con Él en nuestra vida diaria. Dispongámonos  a la bendición.

PRECES EUCARÍSTICAS
Bendito sea Dios
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo corazón.
Bendita sea su  preciosísima sangre
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la gran Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Al final de las preces se entona el Tantum ergo

V. Les diste, Señor, el pan del cielo
R. Que encierra en sí todo deleite.

Sacerdote:
Oremos: Señor nuestro Jesucristo que bajo este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre que experimentemos en nosotros el fruto de tu Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Se procede a la bendición y luego a la reserva