21 de junio 2019. En este domingo de Corpus Christi vamos a
profundizar especialmente en el Prefacio y el Santo, elementos introductorios
de la Plegaria Eucarística. Padre Héctor Giovanny Sandoval Moreno
Delegado para la liturgia. Arquidiócesis de Ibagué.
b) El Prefacio: Prefacio, viene del latín, quiere decir
hablar antes o delante, lo que se dice antes, lo que se pronuncia primero. No
es un pórtico preliminar ni un preámbulo o prólogo que introduce.
Es parte integrante de la Plegaria eucarística. La riqueza
de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II: encontramos en el Misal
Romano más de cien Prefacios, en muchos de ellos se expresa en oración la
teología profunda del Concilio.
Además en la Colección de Misas de la Virgen María hay
cuarenta y seis Prefacios nuevos, y en ellos encontramos la teología mariana
del Concilio y de documentos del Papa Pablo VI. Una riqueza inmensa,
desconocida por muchos.
c) La aclamación o Sanctus: con la que toda la asamblea,
uniéndose a los santos del cielo y en nombre de toda la creación, canta o
aclama al Señor: “Por eso, con los ángeles y los santos, cantamos tu gloria
diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo…” (Prefacio de la
Plegaria eucarística II).
Esta aclamación que constituye una parte de la Plegaria
eucarística, la hace todo el pueblo con el sacerdote. En Jesucristo Resucitado
el canto que iniciaron los ángeles (Lucas 2,14), himno de la Gloria de Dios, se
hace cósmico, escatológico, sin fin. Y la Liturgia del cielo y de la tierra se
unen en una alabanza perenne al Padre y “al Cordero que está degollado, que
merece todo poderío y riqueza, saber y fuerza, honor, gloria y alabanza” (Apocalipsis
5,12). Y toda la asamblea canta gozosa el canto que dura siempre y que no
acabará más (Isaías 6,3; Sal 97,3.5.9; Efes 1,19-21; Apocalipsis 4,8).
“Santo, Santo, Santo
es el Señor, Dios del universo”: las fuentes de este canto las encontramos en
el Sal 98,3.5.9: “Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de
sus pies: ¡Él es santo!; “¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena
está la tierra de su gloria!(Isaías 6,3); “Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios, el todopoderoso; el que era y ha de venir”(Apocalipsis 4,8).
Se introdujo en la Liturgia oriental, en la Eucaristía, por
influjo de la sinagoga. Es la aclamación doxológica perenne de la Liturgia
celeste que se une a la Liturgia de la Iglesia como única celebración que
anuncia y proclama a Dios, Señor de toda la creación.
“Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria”: Jesucristo
resucitado es el Señor y todo está lleno de su Gloria, Gloria del Padre que le
resucitó: “que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y
sentándole a su derecha en los cielos, por encima de todo principado, potestad,
dominación, y todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el
venidero. Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza suprema
de la Iglesia” (Efesios 1,20-23).
“Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del
Señor”: esta aclamación fue añadida en occidente. La palabra hosanna es de
origen hebreo y significa literalmente “Señor, danos la salvación” (Sal
117,25).
Se empleaba en las fiestas de las tiendas y con ocasión de
las procesiones: “Los que iban delante y detrás, gritaban: “¡Hosanna!, bendito
el que viene en nombre del Señor” (Marcos 11,9). Es un canto mesiánico:
“¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna
en las alturas!” (Mateo 21,9; Marcos 11,9-10; Lucas 19,36; Juan12,13). Es un
canto de alabanza “al que está sentado en el Trono y al Cordero” (Apocalipsis
5,13).
Que el ir descubriendo el valor de cada momento celebrativo
nos ayude a valorar cada día más el don tan grande de la Eucaristía y su
importancia en nuestra vida de bautizados. Correo del autor: hectorgeovannys@gmail.com