13 de junio 2019. ELEMENTOS DE LA PLEGARIA EUCARÍSTICA Siguiendo con nuestras catequesis sobre la
Eucaristía, hoy profundizaremos en los principales elementos que componen la
Plegaria Eucarística, especialmente la primera parte: El diálogo introductorio
del Prefacio. Padre Héctor Giovanny Sandoval Moreno. Delegado para la liturgia.
Arquidiócesis de Ibagué.
1. Prefacio: Esta acción de gracias se expresa sobre todo en
el Prefacio, en que el sacerdote en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a
Dios Padre y le da gracias por toda la obra de salvación o por alguno de sus
aspectos particulares.
“En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre Santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo
amado. Por El, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor” (Prefacio de la Plegaria eucarística II).
a) Diálogo del Prefacio: la Iglesia comienza a rezar dando
gracias y recordando las maravillas del Señor, que ha hecho y hace en la
historia y en cada uno de nosotros. Esta acción de gracias que comienza con un
diálogo entre el presbítero que preside y el pueblo santo de Dios que
participa. Es oración dirigida siempre al Padre por el Hijo Jesucristo en el
Espíritu Santo. Oración trinitaria.
“El Señor esté con ustedes”: este saludo se encuentra en San
Pablo (2Tim 4,22) y en San Pedro (1Pe 5,14), y también en la antigua tradición
cristiana y en todas las Liturgias cristianas. Este diálogo con el Amén final
de la Plegaria, indica que toda la asamblea participa en la Eucaristía. Quiere
ser como el toque de atención a la comunidad para que se dé cuenta de que
participamos en un momento de la historia de la salvación que la Plegaria
eucarística hará realidad aquí – ahora bajo forma sacramental. Esta fórmula
proclama que Dios es el Emmanuel, “Dios con nosotros” (Ex 3,12; Mt 1,23).
“Y con tu espíritu”: esta respuesta presenta un aspecto muy
importante de la teología eucarística. Es la presencia del Espíritu Santo la
que actúa, es el que transformará el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del
Señor. Sin el Espíritu no existe la Eucaristía de la Iglesia.
“Levantemos el corazón”: esta indicación expresa los
sentimientos de alabanza, de adoración, de acción de gracias de todos los
presentes que se unen a la Liturgia celeste, cósmica, eterna. La comunidad de
todos los salvados que ha experimentado la Misericordia de Dios manifestada en
Cristo resucitado. Cristo nuestra Cabeza está en el cielo, con Él debe estar
nuestro corazón: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá
arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios” (Col 3,1).
Demos gracias al Señor, nuestro Dios: en una invitación y un
anuncio, invitación a la alabanza y la acción de gracias, por Jesucristo
Resucitado.
“Es justo y necesario”: respuesta del pueblo que el
celebrante después reafirma. El adjetivo digno se encuentra en muchas
ocasiones, en contexto solemne de proclamación del emperador, para la
proclamación del obispo, para una verdad proclamada por un Concilio. Jesucristo
Resucitado es el Cordero digno de recibir todo honor y gloria: “Digno es el
Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el
honor, la gloria y la alabanza” (Ap 5,12).
Seguiremos analizando los otros elementos que componen la
Plegaria Eucarística para descubrir la riqueza de nuestra celebración y la
teología que tiene cada momento celebrativo.