4 de marzo 2022. ESTOS CRIMINALES… ¿HASTA DÓNDE QUERRÁN IR? Autor: Padre, Mario García Isaza c.m. Formador, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué.
Es el interrogante que, inevitablemente, muchísimos
colombianos nos vamos planteando, ante los delirantes desafueros de la
malhadada corte constitucional. Cuando uno podría pensar que ya llegaron al
extremo de su insania, un nuevo paso de los togados enceguecidos que la componen
vuelve a aterrarnos, una nueva de sus aberraciones aparece para pisotear toda
moral, todo principio, todo valor.
Primero, autorizaron
el que se abortara (¡se asesinara!) a los niños si se presentaba alguna de las
tres causales que, según ellos, lo justificaban; después, en el 2019, legalizaron la comercialización de órganos
de niños abortados; luego “legislaron”, prevaricando, sobre eutanasia,
legitimando el asesinato de ancianos y enfermos, y en progresivas declaraciones
haciéndolo casi recomendable y suprimiendo toda cortapisa, cuando decretaron
que ni siquiera es necesario que la víctima sufra una dolencia terminal; en
seguida, y para escamotearles a los padres de familia su autoridad,
establecieron que una niña, menor de edad, podía buscar que se le practicara el
aborto, o un adolescente también menor solicitar la eutanasia sin necesidad de la autorización de sus
progenitores; luego, determinaron que hasta los seis meses de gestación, el infanticidio podría cometerse sin que
mediaran las tres causales, y que, si alguna de ellas se daba, al niño
podía matársele aun teniendo ocho o nueve meses; en el trasfondo de esta última
decisión, está el hecho de que es mucho más “comercial” un órgano de un bebé ya
viable, suficientemente desarrollado: no olvidemos que el diabólico negocio del
comercio de órganos abortados mueve unos capitales gigantescos…El doctor Samuel
Angel nos da un dato de 14.000 millones de dólares…y nos hace saber que hay más
clínicas abortivas, de esas que sostiene Planned Parenthood, o el pérfido
Georges Soros, tipo Profamilia, que
puestos de venta de Mc.Donald en el mundo; luego, pretenden limitar, en camino hacia su supresión, el derecho moral y
constitucional de la objeción de conciencia; otro día, cambian la
definición de la familia tal como está establecida por la ley natural y como la
estatuye la misma Constitución, y buscan
equiparar con ella las parejas – o
tríadas…- anormales; y ahora nos salen con la paparruchada de que
en la cédula de ciudadanía de los colombianos tiene que aparecer la opción del
género no binario…¿Con qué otra sandez,
o atrocidad, saldrán mañana? (Entre paréntesis, El Tiempo de hoy califica
esta estupidez de “paso revolucionario…necesario…apenas justo…apenas lógico”, y
nos advierte que ya tenemos que ir utilizando nuevos pronombres, como elle,
nosotres…¡qué melonada!)
Todo esto, para quienes tratamos de vivir y actuar a la luz
de la Ley de Dios, profesamos unos
principios y respetamos una escala axiológica, constituye una tragedia. Tras la
cual, hay una realidad que varias veces he mencionado en mis glosas: el
desconocimiento u olvido de la ley natural, que es ley de Dios, y en virtud de
la cual hay cosas que nunca podrán cambiar su naturaleza de ilícitas y
pecaminosas, aunque desatentadas autoridades humanas pretendan establecerlas
como derechos o expresiones de la libertad humana. Lo recordaba de una manera
brillante, hace poco, el doctor Jesús Vallejo Mejía en uno de sus sesudos y
densos comentarios.
Y ahora, ante la oleada de protestas que felizmente se han
dado contra su último fallo en relación con el aborto, los magistrados de la corte salen dizque a
reclamar respeto por sus sentencias al gobierno y a los particulares… Señores, el respeto hay que merecerlo; son
ustedes, con sus desatinos inmorales, los que han minado su propia
respetabilidad.
Yo creo que ha llegado el momento de que los colombianos le
salgamos al paso a este frenesí insensato de la corte constitucional; muchos
hablan, y pienso que con toda razón, de un referendo o de un plebiscito para tal
fin; referendo o plebiscito que debería buscar, no solo reversar la criminal
decisión última sobre el aborto, sino raer de nuestro ordenamiento a una corte
que tanto daño le ha hecho y sigue haciéndole a Colombia. Correo del
autor: magarisaz@hotmail.com