1 de marzo de 2022

DEJARLO TODO PARA SEGUIR A DIOS. Evangelio Martes 1 de Marzo 2022

Evangelio martes 1 de marzo 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dejarlo todo para ganarlo todo. “Pedro se puso a decir a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. Y Jesús contestó: En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. Entonces muchos que ahora son primeros serán últimos, y los que son ahora últimos serán primeros. –“°°° Marcos 10, 28-31. 

La recompensa de Dios para hombres y mujeres, al exponer su Reino, es la igualdad de oportunidades. Los sentimientos de Dios se convierten en universales: Todos se pueden salvar. La justicia divina va determinando a cada persona su nivel de esfuerzo, de perseverancia, de cumplimiento a lo que cada cual se compromete con Dios. Algo a lo que nosotros no estamos acostumbrados es a recibir una recompensa diversa al esfuerzo, al trabajo, al tiempo, a la dedicación. Nuestros códigos de vida laboral y social son diferentes en su interpretación con respecto a la mente y a la misericordia de Dios.

            El Papa san Juan Pablo II, afirma que: “La exigencia de renuncia efectiva es propia de la vida apostólica o de la vida de consagración especial. Al ser llamados por Jesús, «Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan», no dejaron sólo la barca en la que estaban «arreglando sus redes», sino también a su padre, con quien se hallaban (Mateo 4, 22). Lo que Jesús exige a sus Apóstoles, lo pide también a los que, en las diversas épocas de la historia de la Iglesia, aceptarán seguirlo en el apostolado por el sendero de los consejos evangélicos: la entrega de toda la persona y de todas las fuerzas para el desarrollo del reino de Dios sobre la tierra.” (cfr. Catequesis 11 de enero, 1995).

            Dios elige cada persona para una misión y el éxito de dicha misión depende que cada creyente decida no aferrarse a los bienes de este mundo y elija los bienes eternos. Es Dios quien nos elige, somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de no fallarle a él en lo que nos comprometemos. Las garantías están dadas:   Él nos va acompañando en el proceso de maduración y asimilación de su Palabra, él nos envía con una serie de poderes que van a ser necesarios para la difusión del Reino de Dios. (cfr. 1 Corintios 12, 7-11).