Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, ¿y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, ¿y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.” °°° Mateo 25, 31-46.
Las almas que buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo, saben que solamente en su interior, donde Dios se hace paz, alegría, serenidad, gozo, se encuentra la verdadera e íntima amistad con Él. Son esas ovejas que entran por la puerta de la renuncia y del sacrificio, que escuchan el llamado personal del Buen Pastor, y que le siguen por los caminos por donde Él las lleva, siempre con la única finalidad y deseo de estar con Él delectándose con su dulce compañía. Esas serán las ovejas a la derecha del Padre celestial.
La presentación del juicio final según la Sagrada Biblia tiene un hilo conductor; es el amor. El cumplimiento de este mandato del amor, distingue perfectamente al cristiano de quien no lo es. En estos mismos mandamientos se condensa la ley y los profetas, se reúne todo el mensaje de Dios, el querer de Dios para con la obra de su creación, y las bases que propone el mismo Dios para ganar la vida eterna, para vivir correctamente en este mundo. Ver y amar a Jesucristo en los demás, define propiamente el ser y el quehacer del cristiano. Así lo enseña el hermeneuta bíblico:
“El tema del Juicio es el amor concreto. El tema fundamental
del juicio será el amor, las obras de misericordia, expresadas en situaciones
humanas bien concretas: hambre, sed, hospitalidad, desnudez, enfermedad,
prisión. Lo que se examinará serán directamente las acciones de amor y
misericordia en cada persona.”