21 de marzo de 2022

QUIEN ES PROFETA OBEDECE A DIOS. Evangelio Lunes 21 de Marzo 2022


QUIEN ES PROFETA OBEDECE A DIOS
Evangelio. LUNES 21 DE MARZO 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
            Creer en Dios implica renunciar a los prejuicios. Dice el Santo Evangelio: «Jesús llegó a Nazareth, entró en la sinagoga y dijo: En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.» «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.» (Lucas 4, 24-30).
            La sencillez, la humildad y la pobreza de Jesús de Nazareth, desenmascaran la hipocresía, la incredulidad, la insensatez, de muchos que no aceptan al Maestro como el Mesías, como el Hijo de Dios, como aquel que vino a salvar el mundo. Perfecta es la presentación que el apóstol san Pablo hace del Hijo de Dios: “No haciendo alarde de su categoría de Dios se vacío de sí mismo y asumió la condición de esclavo” (Filipenses 2,6).

Cuando una persona no acepta ni cree en Dios, es muy difícil que reciba las bondades del Creador. La historia se sigue repitiendo: Donde no hay fe: no hay milagros, no hay sanación, no hay perdón. Aclara el hermeneuta bíblico: El rechazo que es dado a Jesús es el mismo que fue dado a los profetas. Elías y Eliseo no pudieron hacer milagros en Israel sólo en Sarepta de Sidón y en Siria, donde encontraron corazones abiertos para acoger la palabra de Dios (cfr. 1ª Reyes 17,7.16; 2ª Reyes 5,1.14). 

            El Papa emérito Benedicto XVI advierte que el verdadero profeta obedece a Dios y a la verdad. Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios. En la liturgia del día resuenan también estas palabras de san Pablo: «El amor... no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad» (1 Co 13, 4-6). Creer en Dios significa renunciar a los propios prejuicios y acoger el rostro concreto en quien Él se ha revelado: el hombre Jesús de Nazaret. Y este camino conduce también a reconocerle y a servirle en los demás”. (cfr. Ángelus 3 de febrero 2013).