2 de marzo de 2022

LA CRUZ INDICA NUESTRO CAMINO VOCACIONAL. Evangelio Jueves 3 de Marzo 2022.

LA CRUZ INDICA NUESTRO CAMINO VOCACIONAL
Evangelio jueves 3 de marzo 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día". Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?". Lucas 9, 22-25.

San Pablo VI, Papa, advertía que: El cristianismo no puede dispensarse de la cruz: la vida cristiana no es posible sin el peso fuerte y grande del deber... si tratásemos de quitarle esto a nuestra vida, nos crearíamos ilusiones y debilitaríamos el cristianismo.” (Alocución 8 de abril-1966)

            La cruz es el símbolo del cristiano, que nos enseña cuál es nuestra auténtica vocación como seres humanos. La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. El madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno.

No tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la vida eterna. Todos tenemos un mismo origen: la Trinidad que nos ha creado por amor. La cruz es el recuerdo de tanto amor del Padre hacia nosotros y del amor mayor de Cristo, quien dio la vida por sus amigos (Juan 15, 13). El demonio odia la cruz, porque nos recuerda el amor infinito de Jesús. (cfr. Gálatas 2, 20.) La cruz es signo de reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los humanos y con todo el orden de la creación en medio de un mundo marcado por la ruptura y la falta de comunión. (cfr. Papa Francisco, mensaje cuaresma, 2018)

            El Papa emérito Benedicto XVI enseña que: El misterio de la cruz está en el centro del servicio de Jesús como pastor: es el gran servicio que él nos presta a todos nosotros. Se entrega a sí mismo, y no sólo en un pasado lejano. En la sagrada Eucaristía realiza esto cada día, se da a sí mismo mediante nuestras manos, se da a nosotros. Por eso, con razón, en el centro de la vida sacerdotal está la sagrada Eucaristía, en la que el sacrificio de Jesús en la cruz está siempre realmente presente entre nosotros.” (cfr. Homilía, 7 de mayo, 2006).