OPINAR DEMASIADO, TIENE SUS DIFICULTADES
Evangelio martes 8 de agosto 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén. Se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer". Jesús contestó: "Y ustedes, ¿por qué quebrantan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones?".
Jesús respondió: "Toda planta que no haya plantado mi
Padre celestial, será arrancada de raíz. ¡No les hagan caso! Son ciegos que
guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el
hoyo". Mateo 15, 1-2. 10-14.
Un
creyente, un bautizado, un discípulo,
debe tener conciencia de su propio ser. Todo en la vida tiene su lógica.
Cada acto tiene su razón de ser. Cada palabra expresa el interior de alguien,
cada juicio presenta su propio personaje. La manera de actuar de cada persona,
indica la nobleza y la bondad de su ser.
Aprendemos del
aforismo bíblico latino: “Ex abundantia cordis os loquitur”. De la abundancia
del corazón habla la boca. Corren mucho
peligro los discípulos que hablan demasiado de los demás. El hablador
contumaz siempre camina en terreno peligroso. Quien aspira a ser un excelente
discípulo de su Maestro, hace realidad el proverbio en su vida: “El que vigila
su boca conserva su vida, el que abre mucho sus labios se pierde.” (Proverbios
13, 3). Tiene toda la razón el Hijo de
Dios, al advertirle a la humanidad: “Mancha a una persona lo que sale de su
boca”.
La
Sagrada Escritura se anticipa a decir: “Bienaventurados los que tienen un
corazón puro”. El Papa Francisco enseña
que la pureza del corazón no consiste solo en los sentimientos, sino que es
el lugar más íntimo del ser humano, el espacio interior donde la persona es
ella misma. ¿Qué es un corazón puro? El puro de corazón vive en la presencia
del Señor, conservando en el corazón lo que es digno de la relación con Él;
sólo así posee una vida “unificada”, lineal, no tortuosa sino simple.
El
corazón purificado es, por lo tanto, el resultado de un proceso que implica una
liberación y una renuncia. El puro de corazón no nace así, ha
vivido una simplificación interior, aprendiendo a negar el mal dentro de sí,
algo que en la Biblia se llama circuncisión del corazón. (cfr. Deuteronomio
10,16; 30,6; Ezequiel 44, 9; Jeremías 4, 4). (cfr. Audiencia, 1 de abril,
2020).
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https://youtu.be/4ktztnxikOk
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