Evangelio miércoles 13 de
diciembre 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Jesucristo
propone a todas aquellas personas que deseen seguirlo las condiciones básicas
para poder cumplir con la misión. El mensaje de salvación que predica el
Hijo de Dios, está elaborado para los humildes, los sencillos. Jesucristo no está pensando en cargas
insoportables para los seres humanos. Su proyecto de vida está en mostrar
caminos de liberación, en ningún momento, complicar la vida a las personas.
La
mejor guía para comprender cómo se puede vivir a plenitud la Palabra de Dios,
es la misma Sabiduría. A lo largo de la historia de la salvación propuesta
por Dios, la Sabiduría ocupa un lugar central en la persona creyente. Quien se
deja guiar por la sabiduría divina logra vivir una religión suave y liviana. La
Escritura enseña los siguientes caminos sabios para ser buenos discípulos de
Dios.
Afirma
el libro sagrado: La sabiduría se alaba y se elogia a sí misma. (Sirácida 24,
1). Todo el que sabe usar la sabiduría de Dios sabe que su recuerdo es más
dulce que la miel, siempre marcha hacia él. (Sirácida 24, 19-20). El sabio
encuentra siempre el apoyo en Dios. Su yugo es llevadero. (Sirácida 6, 24-25).
Solo en Dios encuentra su descanso, según su sabiduría. (Sirácida 6, 28).
El
secreto para ser un buen discípulo según el Espíritu del Maestro de Nazareth
es: “vengan a mí” (Mateo 11, 28). Jesucristo mismo se propone como modelo a
seguir: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10, 11). “Yo soy el Pan vivo bajado del
cielo” (Juan 6, 51). “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Juan 14,
6). “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8,
12). “Yo soy la vid verdadera”. (Juan 15, 1). “Yo soy la puerta de las ovejas”.
(Juan 10, 7).
El Papa Francisco enseña que el yugo de Jesús
es yugo de amor y, por tanto, garantía de descanso. A veces nos pesa la soledad de nuestras
fatigas, y estamos tan cargados del yugo que ya no nos acordamos de haberlo
recibido del Señor. (cfr. Homilía, 23 de septiembre, 2015).
Santa Lucía de Siracusa se
identificó muy bien con la Palabra de su Señor. Es mártir cristiana del siglo
III quien Dios le permitió volver a tener sus ojos para seguir viendo la
realidad del mundo y anunciando la Palabra de salvación.
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