13 de diciembre 2023. Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 30. ¡Efatá, ábrete Iglesia! Papa Francisco. Aula Pablo VI.
Queridos
hermanos y hermanas,
concluimos
hoy el ciclo dedicado al celo apostólico, durante el cual nos hemos dejado
inspirar por la palabra de Dios, para ayudar a cultivar la pasión por el
anuncio del Evangelio. Y esto incumbe a cada cristiano. Pensemos en el hecho de
que, en el bautismo, el celebrante dice, tocando las orejas y los labios del
bautizado: “El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te
conceda, a su tiempo escuchar su Palabra y proclamar la fe”.
Hemos
escuchado el prodigio de Jesús. El evangelista Marcos se toma mucho tiempo para
describir dónde tuvo lugar: “Hacia el mar de Galilea…” ¿Qué es lo que aúna
estos territorios? El estar principalmente habitados por paganos. No eran
territorios habitados por israelíes, sino principalmente por paganos.
Los discípulos salieron con Jesús, que es capaz
de abrir las orejas y la boca: el fenómeno del mutismo y de la sordera, en la Biblia, es también
metafórico, y designa el cierre a las llamadas de Dios. Hay una sordera física,
pero en la Biblia quien es sordo a la palabra de Dios es mudo, es el que no
comunica la Palabra de Dios.
Otro signo
también es indicativo: el Evangelio relata la palabra decisiva de Jesús en
arameo, “efatá”, que significa “ábrete”, deja que tus oídos se abran, deja que
tu lengua se abra; y no se trata de una invitación dirigida al sordomudo, que
no podía oírla, sino precisamente a los discípulos de aquel tiempo y de todos
los tiempos.
También
nosotros, que hemos recibido la efatá del Espíritu en el bautismo, estamos
llamados a abrirnos. “Ábrete”, dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia:
¡Ábrete, porque el mensaje del Evangelio
te necesita para ser testimoniado y anunciado! Y esto nos hace pensar
también en la actitud del cristiano: el cristiano debe estar abierto a la
Palabra de Dios y al servicio de los demás.
Los
cristianos cerrados siempre acaban mal, porque no son cristianos, son
ideólogos, ideólogos de la cerrazón. Un cristiano debe estar abierto al anuncio
de la Palabra de Dios, a la acogida de los hermanos y de las hermanas. Y por
eso, este efatá, este “ábrete”, es una invitación para todos nosotros.
También al
final de los Evangelios, Jesús nos entrega su deseo misionero: Vayan más lejos,
vayan a apacentar, vayan a predicar el
Evangelio.
Hermanos y
hermanas, sintámonos todos llamados, como bautizados, a testimoniar y anunciar a Jesús. Y pidamos la gracia, como Iglesia,
de saber realizar una conversión pastoral y misionera. El Señor, a la orilla
del mar de Galilea le preguntó a Pedro si le amaba, y luego le pidió que
pastoreara sus ovejas (cf. vv. 15-17). Preguntémonos también nosotros,
hagámonos cada uno de nosotros esta pregunta: ¿Amo realmente al Señor, hasta el
punto de querer anunciarlo?
¿Quiero
convertirme en su testigo o me contento con ser su discípulo? ¿Me tomo a
pecho a las personas que conozco? ¿Las llevo a Jesús en oración? ¿Quiero hacer
algo para que la alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga más
bella la de ellos? Pensemos en esto. Pensemos en estas preguntas y vayamos
adelante con nuestro testimonio. Gracias. Fuente e Imagen de Vatican.
Va.