Evangelio viernes 8 de diciembre
2023
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
El Ángel
entró en su casa y la saludó diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor
está contigo”. Al oír estas palabras,
ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero
el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y
darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”. °°° Lucas 1, 26-38
Los
dogmas son importantes para la vida de la fe, la vida eclesial de todos
aquellos que profesamos la religión católica. Algún inteligente historiador
enseñó que la persona que define; sabe, comprende y marcha por el camino
correcto. “Divide et imperas”. Entonces definamos: Un dogma es una verdad que
pertenece al campo de la fe o de la moral, es revelada por Dios, es transmitida
por los apóstoles, la conocemos por la Escritura o por la tradición y la
propone la Iglesia Católica para la aceptación de sus fieles.
Así
pues, para bendición de nuestra Iglesia, y para luz en la vivencia de la fe de
nosotros los creyentes, existe el Dogma de la Inmaculada Concepción de
María. Dicho dogma declara que, por una gracia especial de Dios, ella fue
preservada de todo pecado desde su concepción. El buen Dios dispuso la
perfección de su obra de salvación, para poder enviar a su Hijo, pensó en la
posibilidad de que la persona que nos iba a regalar ese don preciso debería
nacer preservada de todo pecado. Dicho dogma es proclamado por el Papa Pío IX
el 8 de diciembre de 1854.
María
Santísima nace limpia de todo pecado y esto permite la perfección de su misión
y el modelo que ella representa para nosotros como católicos. Si María
nuestra madre celestial se conserva todo el tiempo sin pecado. La misma
Escritura nos cuenta que fue llevada al cielo en cuerpo y alma, podemos también
concluir que Nuestra Señora no compartió
la muerte, sino que se adormeció y fue llevada a la eternidad por los
Ángeles de Dios.
Nuestra
Iglesia exalta la grandeza de María Santísima con 4 dogmas. Ella es la Madre
del hijo de Dios. Ella se conservó siempre limpia, sin macha, virgen todo el
tiempo. Ella fue concebida sin pecado original y ella fue Asunta al reino de
los cielos.
El
Hijo de Dios nace de una gran mujer: es Inmaculada, pertenece al mundo de la
sencillez y la nobleza de espíritu, es modelo de perfección en la vida
cristiana, es la nueva Eva que irrumpe en este mundo para mostrar la nobleza y
la misericordia de Dios, nos propone renovar nuestras vidas.
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