HAY QUE VOLVER POR LOS CAMINOS DE
DIOS
Evangelio miércoles 3 de abril
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Aquel
mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta
estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y
sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y
siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
Él les dijo: «¿De qué discutís entre
vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de
ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén
que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué
cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso
en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos
sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros
esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas
cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.” °°° Lucas 24, 13-35
Ante
los momentos de desconcierto, de soledad, de sentirse defraudado, lo que
propone la Palabra de Dios es plantear nuestras vidas de acuerdo al espíritu de
Jesús resucitado. Los discípulos de Emaús encontraron la solución a su
propia dificultad: volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a
los que estaban con ellos, que decían: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y
se ha aparecido a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en
el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Quien
aspire a ser un buen discípulo del resucitado, deberá dejarse guiar por los
criterios del Maestro de Nazareth: Los apóstoles tenían la razón en afirmar
su condición de testigos del resucitado, es que el mismo Jesús les había
encomendado esa misión (cfr. Hechos 1,8). La fe de la Iglesia se basa en el
testimonio de los apóstoles; para nosotros los católicos es definitivo
entender, lo que ellos vieron, creyeron y anunciaron.
El
apóstol es en primer lugar un hombre de Dios, una mujer de Dios; es quien
lo experimenta presente y cercano en la historia. En segundo lugar, su raíz
última y su fuente proviene de una
profunda experiencia de Dios, sin ello no se entiende su misión, sin ello
todo su quehacer es infecundo.
En tercer lugar: la misión de Jesús
y sus discípulos es salir en búsqueda
del pecador, compartiendo la misericordia y el gozo de Dios. (cfr. Lucas
15, 1-31). En cuarto lugar: el discípulo se convierte en un verdadero ejemplo de humildad para los
demás: “Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humille, será
ensalzado” (Lucas 14, 11).
Por último,
el discípulo siempre está preparado para
cuando regrese su señor: “Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas
encendidas” (cfr. Lucas 12, 35-48).
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