Evangelio lunes 22 de abril 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Él llama a
cada una por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado a todas las suyas, va
delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán
a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”.
Jesús les hizo esta comparación,
pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces
Jesús prosiguió: “Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos
aquéllos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas
no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se
salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene
sino para robar, matar y destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan
Vida, y la tengan en abundancia”. Juan 10, 1-10.
El
buen pastor logrará su misión si dejándose guiar por la virtud de la humildad y
la sencillez de corazón, se propone entrar en el Reino de Dios a través de
Jesús de Nazareth. El verdadero pastor es el Maestro. Quienes deseen ser
buenos pastores, lo harán entrando por la puerta verdadera. Si Jesucristo se
declara que él es la puerta, el ser humano no puede declararse puerta ante sus
ovejas, porque se convierte en un salteador, mal pastor.
Santo
Tomás de Aquino enseña que nadie que no sea Jesucristo puede ser puerta. Porque
nadie sino Él puede ser la luz verdadera. Lo logrará si lo hace como
participación de la luz de Cristo. nadie puede ser buen pastor, si no llega a
ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del
verdadero pastor.
El
deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la
vida por las ovejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal
pastor: el buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el mal pastor es el que persigue su propio
bien.
A los
pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su propia
vida a la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor
espiritual sí que debe renunciar a su vida corporal ante el peligro de sus
ovejas, porque la salvación espiritual del rebaño es de más precio que la vida
corporal del pastor. Es esto precisamente lo que afirma el Señor: El buen
pastor da la vida. (cfr. Comentario 10, 3. Evangelio de san Juan, hay un camino
de salvación).
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